jueves, 28 de enero de 2010

El sentido de educar, una política de Estado

EL SENTIDO DE EDUCAR, UNA POLITICA DE ESTADO
Por Avelino Reyes Pech
Escritores por la Educación, A.C.

“El Ministerio de Educación del gobierno mundial
está en pocas manos”
Eduardo Galeano

A principios del mes de diciembre de 2009, con una diferencia de apenas casi de dos días, los diputados de la actual legislatura de Veracruz tuvieron la oportunidad de ser destinatarios directos de dos discursos opuestos sobre la educación. El primer día del mes, el Dr. Víctor Arredondo Alvarez, Secretario de Educación de Veracruz, en congruencia con el Informe del Gobernador Fidel Herrera centró su comparecencia en cifras y estadísticas, estilo muy común en los informes gubernamentales: avance porcentual de metas fijadas, “ganancia” en la prueba ENLACE (Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares), mención de los ejes de la política implementada por el funcionario (modernización de la gestión, cobertura y calidad, incremento del número de alumnos, del de docentes, de escuelas, disminución de la deserción y reprobación escolares) y otras citas cuyos referentes empíricos, por su naturaleza, no está al alcance fácil de los ciudadanos o personas atentas a lo que se dice y se hace en el espacio educativo.
Por su parte, en un mensaje leído por su hijo ante el gobernador del Estado, la Dra. Ida Rodríguez Prampolini, en la sesión solemne del día 3 del mismo mes, en ocasión de recibir de manos del Gobernador Herrera Beltrán la medalla “Ruiz Cortines”, presea que anualmente otorga el gobierno veracruzano a hombres y mujeres considerados como ejemplares, centró su oratoria en la existencia de una relación entre arte, cultura y educación. Y en una afirmación significativamente opuesta a la del Secretario de Educación Arredondo Alvarez afirmó contundente y sin excepciones, que “la educación en general está destruida”. Abogó por la humanización de la ciencia y la tecnología, por la necesidad de luchar contra la crisis del individualismo y una sociedad de masas heterogénea. Alertó sobre el peligro que representa la generación intencional y perversa de un antagonismo entre los paradigmas “yo-comunidad”; de la lamentable apología de una sociedad amorfa que nació en el predominio de un mundo burgués que está basado en el comercio, las conquistas de mercados y la expansión territorial afanado sólo en el insaciable deseo individualista de la libertad de hacerse rico y demostrar que lo es.
La diferencia de los mensajes no es menor y es lamentable que los legisladores no se hayan pronunciado ni como cuerpo colegiado ni en lo individual ante dos posicionamientos que se refieren a uno de los principios esenciales de la filosofía de la educación: ¿para qué se educa? Es evidente de que los discursos mencionados no se oponen por simple retórica sino de algo más fundamental, la formación y trayectoria de vida personal y profesional de cada uno de ellos o los intereses que defienden en el contexto de la historia política nacional que en su aspecto educativo de sintetiza en el artículo tercero Constitucional ley suprema de la nación mexicana, fruto de las mentes más lúcidas que le dieron origen.
Cuando el gobernador en su informe al Congreso dijo que “asumimos la responsabilidad de cambiar el sistema educativo que responda a las condiciones reales del Estado, de México y del mundo” no definió como tampoco lo hizo su Secretario del Ramo, si se refería a las condiciones reales de un mercado financiero internacional que significa expansión de territorios y de riqueza concentrada en pocas manos, o de los pueblos que luchan por rescatar justicia y equidad de los intereses imperiales como lo ejemplificó la Dra. Rodríguez Prampolini; si la referencia fue contra la deshumanización de la ciencia y la cultura y a favor de la relación armoniosa entre yo y comunidad o de una política de cambiar beneficios sociales estructurales por la inmediatez económica que mucho daña a nuestro país y a los pueblos latinoamericanos en la defensa de su patrimonio social
El silencio o la complicidad cada vez más frecuente de algunos funcionarios de alguno de los poderes gubernamentales nos permite ver que el mayor peligro de México no deriva del hecho de enjuiciar de manera muy ligera como lo han venido haciendo algunos sectores la conducta docente, sino de algo más sutil: la intención implícita de convertir en política pública la tesis de que no hay más camino que hacer de la educación una mera práctica tecnológica como un fin en sí mismo y desvinculada de las demás producciones sociales. Insistir en que el progreso educativo es un mero acto financiero y voluntarista. Y en ese tenor, justificar las decisiones y prácticas en la materia que por desgracia son contrarias a las preocupaciones que con muchos ejemplos explícita la Dra. Rodríguez Prampolini y muchos ciudadanos que no han perdido el bosque por mirar el árbol.
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