POLIGRAFÍAS


Poligrafías
Luis Gerardo Martínez García

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LOS MAESTROS APUESTAN AL DIÁLOGO. Los maestros veracruzanos se vienen manifestando desde hace varios días y en diferentes puntos del estado con la firme intención de ser escuchados. Muchos de ellos nunca habían participado en procesos sociales de este tipo: las marchas las habían visto pasar y los plantones los sentían lejanos; ahora son suyos. Como todo proceso, este momento de crisis es de aprendizaje para cada uno de ellos. Aprendieron a defender aquello con lo que se formaron: la educación no se da sólo en la escuela, la calle también educa. Posiblemente algunos no sepan la avenida que deba seguir la marcha, pero si tienen muy claro que la educación no se Negocia, la educación se Acuerda, y se hace con diálogo a través de la participación. En cada paso, en cada consigna, en cada palabra el maestro quiere recordarle al Estado que el diálogo es la vía para la construcción de una sociedad, incluida una reforma educativa integral. Hoy, todos, tenemos el compromiso de sumarnos a esa invitación de los maestros. El diálogo compromete; los maestros comprometidos están. Sólo faltamos algunos a la cita.
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HERIDAS ABIERTAS. El desalojo de maestros de las plazas públicas abrió aún más las heridas que la sociedad trae sin cicatrizar. Mientras unos debatimos y reflexionamos sobre lo importante que es el diálogo en momentos sociales complicados, otros hacen uso de la fuerza pública sin mayor rubor ni recato. Delincuencia no es sinónimo de magisterio, en consecuencia queda claro que alguien está equivocando los rumbos de la política que ofenden la inteligencia de la sociedad del siglo XXI. Muchos llegamos a creer que los atropellos institucionales contra los ciudadanos se situaban históricamente en el siglo XIX o el consecuente. En el discurso muchas veces se dijo que los actos de barbarie ya no cabían en estos tiempos. Pero si. Tal parece que en materia política vamos en retroceso. El Estado no debe ser táctico, debe ser estratégico ante las demandas de la ciudadanía; lo táctico tiene otros fines que distan mucho de la movilización magisterial en defensa de la escuela pública. Los últimos acontecimientos dejan heridas abiertas en la sociedad y una extraña sensación de desencuentro. Heridas en el magisterio, difíciles de cicatrizar, aunque no incurables.

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PLAZA TOMADA.Los maestros inconformes, indignados tomaron la plaza en señal de protesta. Ese espacio de todos y de nadie donde se debate lo público y se concensa lo controversial. Lugar donde se dan las reuniones convocadas por la denuncia que se niega a pasar desapercibida. Sitio propicio para tomar decisiones en colectivo y en común acuerdo. Plaza tomada que tiene su misticismo, aquello mágico que sólo lo da la capacidad de entender al otro a partir de un interés afín que trascienda lo inexistente. Ante los oídos sordos, los maestros hicieron suya la plaza a sabiendas de que su hospedaje es fugaz. Se dieron cita aún con día lluvioso para escucharse aquello que se guardaron por años; se avisaron para verse y comunicarse sus acuerdos y desacuerdos que les trajo un cambio que no cambia nada, pero que agravia; quedaron de estar ahí para compartirse inquietudes, inconformidades, propuestas y alternativas. Pensar para compartir, anteponiendo la dignidad de las personas con esa ciudadanización que la escuela, la calle y la plaza pueden garantizar. Ante la cerrazón del otro, acompañándose del atardecer asoleado, la alternativa fue única: dejar el aula para salir a la calle en defensa de la escuela. Plaza tomada... y también desalojada.

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ACTUACIÓN RESPONSABLE DE PADRES DE FAMILIA. En un momento más que complicado para la educación pública, los padres de familia asumen con responsabilidad la crisis social. Y también, sin siglas de asociaciones, participan como parte de la escuela. Informándose, indagando y hasta cuestionando, estos están conscientes de que la reforma educativa no puede quedar trunca en una reforma laboral. Es verdad que entre la sociedad existen claroscuros con respecto al tema; aunque los padres de familia han roto ese umbral de la desinformación acercándose a los maestros para saber más al respecto. Aún con esos claroscuros, sabe que el movimiento magisterial no les debe ser indiferente; que como padres de familia la educación de los niños y jóvenes también les corresponde; que sí no participan, la escuela les exigirá incorporarse. Los maestros están gratamente sorprendidos de que los padres se saben partícipes de la reforma educativa.

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