martes, 9 de febrero de 2010

Crisis de identidad y orgullo nacional, La Competencia Digital y Tratamiento de la Información

CRISIS DE IDENTIDAD Y ORGULLO NACIONAL.
Por Lisardo Enríquez L.
(Escritores por la Educación, A. C.)

La Universidad Nacional ha tenido rectores ejemplares, mexicanos de excepción, si se me permite. Tal es el caso del Dr. José Narro Robles, rector en funciones, quien dijo en reciente entrevista que concedió a la Revista Educación 2001, Número 175, de diciembre de 2009: “tengo una argumentación sólida, para afirmar que México es un gran país. México tiene muchísimas cosas de las que se puede sentir profundamente orgulloso, satisfecho; muchos eventos de su historia nacional revelan a México como un gran país. México es un gran país”.
Cuando explica cuáles son esas cosas que nuestro país tiene, cita lo extenso de su territorio; que hay costas, montañas, bosques, selvas y desiertos; que es muy rica su biodiversidad; que tiene una gran cultura; que es uno de los núcleos de la civilización universal. Dice que la grandeza se puede aquilatar viendo lo que hemos avanzado en salud, educación, comunicaciones, servicios básicos, vivienda, etc. Y dice que también hay conflictos y problemas por resolver. Que lo que se ha logrado avanzar ya no es suficiente en este momento; “que nos estamos atorando, nos estamos rezagando”. Que este país tiene que cambiar. Que “México tiene que cambiar el modelo de desarrollo, comprendiendo todos sus componentes: el económico, el social”.
Por otra parte, opina que la educación es una de las mejores herramientas para que una sociedad pueda transformarse. Bueno, si, aunque no es la educación en estricto y único sentido la que va a cambiar por sí sola a la sociedad. Pero, desde luego, es un elemento fundamental, y puede ser una palanca que coadyuve con el todo para alcanzar esa transformación. Por supuesto, se requiere de una nueva visión y de cambios en la estructura económica, política y social, que sirvan de marco y acompañamiento a una nueva sociedad que se construya con un fuerte impulso de la educación. A México le urge abatir la desigualdad social, es una de las naciones con mayores índices en este aspecto. También le urge un sacudimiento de la conciencia colectiva, que se logrará con un liderazgo claro y directo en todos los niveles, integrando a todos los ciudadanos.
En cuanto al tema de la educación, ya alguna vez lo dijo el investigador Pablo Latapí: “la política educativa está urgentemente necesitada de una fuerte dosis de pensamiento utópico que integre sus acciones en un horizonte de valores humanos y sociales”. En ese sentido, la educación tiene en sus manos la obligación de formar ciudadanos que estén orgullosos de su nacionalidad; que sepan que comparten valores y fines comunes a la mayoría; que sean personas cultas y analíticas, que aprecien la belleza, el amor al trabajo, y que desarrollen la capacidad de comprender el bien, de tal manera que puedan enfrentarse a las situaciones cambiantes de la actualidad y del futuro inmediato.
Sin lugar a dudas, en el campo de la educación el eje es el maestro. Razón por la que éste debe tener una alta conciencia de su responsabilidad y una formación general y específica que le garanticen ser guía del desarrollo de estudiantes independientes, con alta capacidad de desempeño desde la educación inicial hasta las especializaciones y los posgrados. Ante estas exigencias, hace falta revisar, y replantear, las líneas y los procesos de formación y actualización de los docentes. Hay autores como Carlos Ornelas, que afirman que la formación intelectual del maestro es deficiente. Si esto es así, se tiene que dar un giro completo a esa formación. La preparación de las nuevas generaciones tiene que ser en serio. Esto obliga a cambiar muchas otras cosas que quedan de tarea, con el propósito de superar la crisis de identidad de la que habla Roger Bartra, y para recuperar el orgullo Nacional al que se refiere el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.




La Competencia Digital y Tratamiento de la Información


Luis Alberto Ortiz Castañeda
(Escritores por la Educación, A. C.)

El otro día navegando por Internet me encontré con una conferencia dictada por el Profesor Jordy Adell, de la Universidad de Castellón, misma que se llevó acabo en el mes de abril de 2007 en Santander, España. De manera general expuso cómo el Ministerio de Educación y Ciencias (el equivalente a nuestra Secretaría de Educación Pública) decretó en diciembre de 2006 “las enseñanzas mínimas y competencias” que deberían tener los alumnos de primaria y de ESO (Educación Secundaria Obligatoria) integradas a una estructura enfocada básicamente en: Objetivos, competencias básicas, áreas del conocimiento y criterios de evaluación de las mismas. Dentro de las competencias básicas mencionan las competencias digital y de tratamiento de la información, para primaria y para ESO entre otras. Mientras en otros países esta competencia esta dividida en dos, por un lado la competencia de tratamiento de la información de esencia bibliotecaria y la competencia digital de esencia informática, mencionando para ambos casos que debe de desarrollarse el uso de la tecnología como herramienta de aprendizaje.

Pero la pregunta que inmediatamente salta a nuestra mente es ¿cómo se manifiesta la competencia digital y de tratamiento de la información en los objetivos, en dónde esta en los bloques de contenidos de cada asignatura y cómo se aplica esta competencia en los criterios de evaluación? Tal pareciera, salvo honrosas excepciones, que los ideólogos de la educación en España, al igual que en nuestros países de América Latina, desarrollan muy bien el ¿qué hacer? Pero se les olvida detallar el ¿cómo? y ¿en dónde hacerlo? Una definición de competencia digital emitida por la empresa “”Skills”, dedicada a los servicios educativos, nos dice que es la “habilidad para usar la tecnología digital, las herramientas de comunicación y/o redes para acceder, gestionar, integrar, evaluar, crear y comunicar información ética y legal a fin de funcionar en una sociedad del conocimiento”. Esta definición también puede ser encontrada como alfabetización digital o alfabetización en el uso de las Tics. Ahora bien, para utilizar o desarrollar esta competencia digital debemos tener en cuenta tres grandes dimensiones, en primer término la cognitiva, es decir el desarrollo de procesos de aprendizaje, conceptos, principios, etc.; en segundo lugar la dimensión ético legal, se debe cuidar los derechos de autor aunada los aspectos sociales y sus repercusiones con el entorno, y la tecnológica o procedimental, aquí cabe mencionar un fenómeno que se ha presentado en las últimas épocas, estamos ante generaciones de niños, adolescentes y jóvenes que en este aspecto tienen mayor conocimiento en el manejo de las Tics que los profesores, cosa que se pensó imposible que llegara a pasar durante mucho tiempo, pero ahora ellos buscan información en Internet, hacen blogs o páginas web, bajan música, transitan por las redes sociales y suben sus fotos, gustos e intereses. Por lo tanto urge capacitar a los docentes en el desarrollo de la competencia digital y del tratamiento de la información pero con enfoque en actividades de aprendizaje, por que muchas veces los docentes caemos en el error de utilizar las computadoras para hacer lo mismo que hacíamos en el pizarrón, o con las láminas ilustradas, y entonces si hay uso de la tecnología, pero innovación pedagógica y de actividades de aprendizaje no hay mucha.

Lo primero que se debe estimular con la competencia tecnológica es la creación, la innovación, la comunicación y la colaboración para que esta competencia sea eficaz y eficiente, presentada a través de actividades didácticas en todas las asignaturas del currículo pues la pertinencia de la competencia permite la tranversalidad en todas las materias.

Esto nos lleva a mencionar que para que una actividad de aprendizaje basada en la competencia tecnológica o de alfabetización múltiple sea significativa, debe ser analizada, no basta con buscar y presentar la información debe ser interpretada, y así crear información nueva, que se pueda compartir, discutir y enriquecer, así evitar lo que pasa en muchas escuelas en México y que conocemos como una costumbre en nuestros alumnos el copiar y pegar, pues si esto se presenta no hay un aprendizaje cognitivo sólo el uso de la herramienta tecnológica y presentación de la información sin análisis y sin reflexión.

Entonces para evaluar una competencia digital necesitamos definir un problema o necesidad de información, acceder a la información que necesitamos, gestionarla para hacerla accesible a los demás, integrarla con las ideas previas del estudiante o con otras ideas colaterales, evaluar la fiabilidad o validez de la información, crear nueva información con los elementos que hemos adquirido y compartirla o presentarla con las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance en México, sería muy interesante que los docentes lo hiciéramos con nuestros alumnos en nuestras escuelas, utilizando las aulas de medios instaladas en las mismas, manipulando plenamente la enciclomedia para primaria y la mediática para Telesecundaria o sumándose los proyectos colaborativos que tiene el ILCE en su pagina de Red Escolar, por poner solo algunos ejemplos, motivando a los alumnos a crear y compartir sus proyectos, los alumnos son de naturaleza narcisista, les gusta mostrar sus creaciones, ese puede ser el gran eslabón con las actividades didácticas y así desarrollar esta competencia propia de nuestros tiempos, en donde la educación no se escapa de la globalización.