La figura paterna en las escuelas
Gilberto Nieto Aguilar
(Escritores por la Educación, A.C.)
En la familia tradicional, era común que el padre fuese un personaje serio, impasible y autoritario. Con el tiempo esa imagen ha cambiado. Hoy el padre es más accesible y realiza actividades que antes no hubiera realizado, bajo el riesgo de perder su autoridad. Suele ser más amable y cariñoso, les escucha cuando exponen sus ideas, acepta que disientan, pero ahora el problema es otro: la falta de tiempo de ambos cónyuges.
Señaló Denise Cascio, Psy.D., en “El padre: un elemento esencial para el éxito académico” (http://www.aboutourkids.org/espanol), que algunos estudios indican que la participación activa temprana de los padres reduce los problemas de conducta en la escuela, aumenta el logro académico y conduce a mejores resultados en la vida adulta, que cuando únicamente la madre atiende los asuntos escolares de los hijos. La participación del padre influye en la actitud del niño o la niña y afecta positivamente el concepto que el menor tiene de sí mismo.
Cuando el padre o la madre sólo dejan a los niños en la puerta de la escuela, el menor suele asumir una actitud frente a los padres que dista mucho de la que asumen en el interior del plantel. Los padres no se involucran lo suficiente para darse cuenta de esa diferencia y los maestros desconocen lo que piensan los padres. Lamentablemente las medidas de seguridad que se han tenido que reforzar en algunas instituciones, dificultan el intercambio de padres y docentes a las horas de entrada y salida.
El padre cómplice de sus hijos, que urde tramas para exigir mejores calificaciones a los maestros, los está perjudicando en lugar de ayudarles. Debiera mejor revisarles las tareas y pedirles que le expliquen cómo ocuparon el día en el salón de clase. El tiempo que dedican los niños a la escuela es parte de un proceso de maduración física y psicológica y de un desarrollo cognitivo donde el menor aprenderá a socializar sus inquietudes, a convivir con los demás y a contrastar los valores familiares.
Tanto las madres como los padres desempeñan un papel valioso en el desarrollo de los hijos, a pesar de que las relaciones materna y paterna difieren; las dos influencias son importantes, pero los mejores resultados se observan cuando ambos padres demuestran verdadero interés por la educación y el comportamiento de los pequeños.
Si el padre biológico no está, es conveniente la cercanía de una figura masculina, que puede ser el tío, el padrastro o el abuelo, independientemente de si vive o no en la misma casa que el niño. Un padre atento, afectuoso y dedicado suele elevar la autoestima, mejorar las relaciones sociales y familiares y ayudar a un desarrollo más sano en función del sexo, que aquellos sin este apoyo y modelo de conducta. En general, los padres que se involucran más en la educación de sus hijos éstos obtienen mejores calificaciones, con más actividades extracurriculares y con una mejor actitud hacia la escuela y la vida.
Culturalmente el papel tradicional del padre ha sido el de proveer el sostén económico, impartir disciplina y ser el pilar del hogar. Los padres suelen asumir el papel de supervisores de sus hijos en lugar de involucrarse en los detalles de las actividades cotidianas. Aun cuando los padres son activos en áreas importantes de la vida del niño, los estudios señalados indican que por lo general se involucran menos en asuntos relacionados con su aprendizaje escolar.
Los padres son menos propensos a leer con sus hijos, a asistir a las reuniones escolares, a llevarlos a la escuela o pasarlos a buscar, a ayudar con las tareas, a concurrir a reuniones con maestros. Junto con el cambio del modelo de familia, el papel del padre también cambió. Se incrementó el número de familias monoparentales y el padre vive en otra casa. O como ahora sucede, ambos padres trabajan fuera del hogar. Esto obliga a redoblar el esfuerzo, si realmente queremos que los hijos se desarrollen sanamente.
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