Carta a Luis Ángel
Por Luis Gerardo Martínez García
Querido hijo:
Sé que estás ahora en casa, y si no me equivoco estás revisando algunas tareas escolares. Si me permites, quiero hacer unas reflexiones junto a ti y a tu lectura.
Este México del siglo XXI es casi el mismo de hace doscientos años. Aunque es de aclarar que ese México que has estado leyendo por casi cuatro años en la escuela primaria ha sido rebasado en muchos sentidos; esa ciencia, esa historia, esa política y esa geografía que hoy quieren que memorices para aprobar los exámenes cada dos meses son otras, ya muy distintas.
Tal vez se deba a que las autoridades educativas están más ocupadas en resolver lo urgente que lo prioritario. Quizás el sistema esté pensado para que cada uno de ellos pierda de vista la realidad educativa, política y cultural de las regiones en donde viven los niños y niñas como tú. Mucho de ello ha definido el rumbo torcido del país al grado del secuestro.
Hijo, es cierto: México está secuestrado. El problema es que nadie se adjudica el plagio, y mucho menos le ponen precio al rescate; porque para muchos es mejor mantener a nuestro país en cautiverio, sufriendo hambre, padeciendo sed; encadenado de manos y pies en la oscuridad (sólo viendo televisión), sin acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos, sin derecho a una llamada porque no hay teléfono; entreviendo al país secuestrado, abatido, que ríe y llora con su música y su cultura… que duerme con la zozobra, con la incertidumbre y con la inseguridad en la puerta de su casa.
Este México secuestrado, vendado para no reconocer al plagiario. País con rescatistas camuflajeados, manteniendo en vilo la esperanza y la desesperanza que les garantice vivir del presupuesto. Se sospechan entre ellos; se culpan unos a otros; de algunos se dice que llegaron después de la revolución con sus tigres y sus cachorros. De otros se menciona que planearon todo para llegar 70 años después, ofreciendo pan ante el hambre. Unos grandes y otros chiquitos, dicen los testigos; afirman que vestían de azul, rojo, amarillo, verde y naranja, todos en complicidad.
Si México continúa secuestrado en el oscurantismo y en el cambio disfrazado, los niños seguirán aprendiendo las tablas de multiplicar sin resolver problemas; memorizando los planetas, creyendo que siguen siendo nueve; leyendo sin comprender. Si México continúa secuestrado, la libertad, la democracia, los derechos humanos, la igualdad de género y la distribución de la riqueza seguirán siendo tabúes; con discursos ininteligibles en tanto genuinos e ingenuos abogan por otro México.
México secuestrado que reniega del norte pero sueña con migrar mojado y sin papeles; México que reniega del sur pero conserva sus vínculos prehispánicos, religiosos y amorosos al calor del arpa, la marimba, la guitarra y el acordeón; al son del son, de la zamba, del tango y del danzón. El México de hoy que aguanta ensangrentado en la cotidianidad por los muertos que se cuentan sin asombro ya, como se cuentan los pobres, los desempleados y los huérfanos.
México sin rostro que mira la cara del niño que ya no va a la escuela, del maestro que no puede aspirar a más, del campesino sin tierras, del obrero sin derechos, del periodista sin pluma… Hijo, hoy México es un país víctima del secuestro, de la desolación, del sinrumbo; nación que palidece con ataduras en una América que no tuvo sus orígenes en el “descubrimiento” de 1492; hoy día lo vivimos como el país más complicado de la historia en la era del nuevo milenio; como dice el refrán sefardita: «La noche mas eskura es para esklarezer». Xalapa, Ver., a 8 de marzo de 2010 www.escritoresporlaeducacion.blogspot.com