lunes, 8 de marzo de 2010

La mujer en la docencia.

La mujer en la docencia

Julieta Hernández Dorantes
Escritores por la educación A. C.

“No se nace mujer, se llega a serlo”
Simone de Beauvoir


La docencia ha sido una profesión tradicional e históricamente femenina. La primera escuela normal que formaba en la técnica y práctica del sistema lancasteriano en 1823 era sólo para mujeres. Sólo que los espacios de poder en el sistema educativo a nivel estructural-organizativo han sido ocupados por hombres; se piensa son más idóneos para ocupar los puestos directivos, al proyectar mayor firmeza y autoridad que las mujeres.
Aún en años recientes existía segregación por género, exclusión y rechazo a las solicitudes de empleo de las docentes que no demostraran estado de ingravidez a través de un certificado médico; hoy día también al asignar puestos directivos en las escuelas existe una inequidad que coloca a las mismas en un colectivo, en el que pese a ser mayoría, su vulnerabilidad e invisibilidad es latente en el ámbito educativo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Mujeres en México (Inmujeres), cuyo objetivo general es promover la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros, encontramos que en México hay un millón 11 mil 322 mujeres maestras, el doble de maestros que se contabilizan con 642 mil 208, la distribución de los maestros y maestras depende del nivel que se imparta. Por mencionar algunos de los datos encontrados podemos valorar que predominan las mujeres como profesoras en preescolar con el 94.8 por ciento, en la primaria el 64.2 por ciento; en la secundaria se distribuye 49.4 por ciento mujeres y 50.6 hombres y en el nivel medio superior, el porcentaje de maestros es más alto con 56.1 por ciento.
Los datos anteriores nos demuestran que las mujeres han alcanzado un número importante y una presencia significativa en el ejercicio de la docencia; sobre todo en el nivel básico, ya que en el nivel superior ha logrado un menor posicionamiento.
Históricamente ser maestra es una profesión aceptada socialmente por ser compatible con el rol de madre y esposa, ya que le permite cumplir con labores domésticas; se puede aseverar que las docentes tienen una doble alternancia en la articulación del trabajo académico y el extra doméstico; además de ser productoras de lazos afectivos, de crianza y aprendizajes en los niños.
La conquista de nuevos espacios sociales y laborales no han liberado a la mujer de sus responsabilidades en los espacios tradicionales, lo que hace difícil la compatibilidad de los roles de ámbito personal con el profesional. Dicha situación le conlleva a asumir roles de una sociedad tradicionalmente estereotipada, introyectándolos de manera inconsciente, implícita y explícitamente como un mandato en respuesta a un orden social, estimulando una domesticación de las docentes y una falta de reconocimiento a sus cualidades, virtudes como trabajadora de la educación.
Los discursos, mitos sociales en torno al rol de la docente se ordenan, legitiman y disciplinan definiendo los estereotipos que se tienen que asumir, determinando funciones que son una prolongación del seno familiar lo que desencadena acciones de desigualdad y subordinación en los espacios educativos, generando un trato misógino, violentando las interacciones de género.
Las maestras generalmente son mujeres que construyen y producen en situaciones de adversidad, experimentando diferentes vicisitudes de un contexto sociocultural construido por hombres, ríspido y subyugante, agregando la situación de un sueldo de baja remuneración con ínfimas oportunidades de crecimiento profesional.
Más allá de cualquier discurso se deben plantear objetivos en común para mejorar las relaciones de género, crear nuevos espacios en el desempeño de la docente con la finalidad de construir una educación inclusiva verdadera, deconstruir la condición humana para generar una relación plena entre tod@s, construyendo otra realidad no excluyente e igualitariamente justa. www.escritoresporlaeducacion.blogspot.com