MEDIDAS Y MEDICIONES EDUCATIVAS
Por AVELINO REYES PECH
(Escritores por la Educación, AC)
Las Maestras Xóchitl A. Osorio Martínez y Laura Martínez Márquez, Subsecretaria de Educación Básica y Jefa de la Unidad de Planeación y Evaluación respectivamente de la Secretaría de Educación de Veracruz participaron recientemente en un programa periodístico semanal que transmite un canal televisivo oficial desde la ciudad capital, Xalapa.
En su comparecencia ante ese medio de difusión, las funcionarias abordaron con mucha inteligencia temas a los que la sociedad es muy sensible: Por qué el uso de la prueba ENLACE (Examen Nacional de Logros Académicos y Centros Escolares); por qué el énfasis administrativo sobre la implementación vertical de un concepto de competencias en el trabajo docente y cuáles han sido las soluciones administrativas y técnicas aplicadas para resolver los problemas en el magisterio derivadas de estos cambios.
Respecto a la prueba ENLACE, peor es nada parecen decir las funcionarias y con cierta dosis de razón pues si bien es cierto que como prueba estandarizada tiene el defecto de ser una prueba igual para desiguales, sería peor no realizar mediciones para saber qué pasa en las aulas, considerando que es una de las cuestiones sobre las que toda autoridad educativa debe rendir cuentas a la sociedad quien es la que paga el servicio.
En este asunto y particularmente relacionado con la validez pedagógica de esa prueba, ninguna persona o institución, que sepamos, ha propuesto y probado un instrumento y si lo hubiera hecho, no ha contado con el respaldo gubernamental y financiero del que goza la prueba ENLACE. Además, todo parece indicar que tenemos una autoridad educativa que le ha apostado a las políticas que tienen como finalidad primordial capacitar y disponer a los alumnos en la habilidad para contestar y no para preguntar, como debiera ser considerando éste como el fin primordial de la educación, abarcando aspectos no sólo referentes a las asignaturas del programa escolar sino al ser y deber ser de las personas.
La información difundida entre la opinión pública indica que el Secretario de Educación de Veracruz insiste en los foros a los que asiste, mediante constantes y emotivos exhortos, para que la población docente y estudiantil realice mayores esfuerzos con el fin de “posicionarse” mejor en los resultados, no precisamente sobre el cultivo del pensamiento complejo, sino sobre los índices de respuestas de la prueba ENLACE que se hacen públicos en la tabla nacional respectiva, con lo que el alto funcionario parece decir que si los alumnos aprenden a contestar un examen estandarizado, es que su educación ha mejorado y que si a esta conducta esperada, se agrega el desarrollo de “competencias”, entonces se ha satisfecho la necesidad de una educación de calidad.
No debe olvidarse sin embargo, que todas las reformas educativas puestas en práctica en los últimos años, se sustentan en modas conceptuales o categorías pedagógicas que la Secretaría de Educación Pública Federal impone a las entidades federativas desde una posición autoritaria, haciendo uso del privilegio fáctico del que goza, para decidir sobre planes y programas educativos aplicados en todo el país en el nivel de educación básica, mismos que por lo general, son sexenales o fugaces. Quién no recuerda la tecnología educativa de los años ochenta o el constructivismo en los noventa para citar algunos casos de los más recientes y sobre los cuales nunca hubo evaluación alguna que justificara su cancelación o sustitución.
En nuestros días, con motivo de la implementación de una reforma curricular en los tres niveles de la educación básica (preescolar, primaria y secundaria), se asume la premisa de que una educación desarrolladora de “competencias” capacitará al alumno para “enfrentarse” al mundo laboral y social. Los maestros saben bien que eso es también una explicación simplista porque pretende ignorar que las relaciones entre educación y el futuro laboral no se reducen a un polisémico concepto de competencia o de calidad. La experiencia de nuestro país y de otros países en ese aspecto han demostrado que no deben ignorarse los elementos que se refieren al contexto demográfico, la cultura y el tejido social amalgamados y articulados, factores que no por ignorarse o citarse dejan de existir.
La cuestiones anteriores no son menores como no son menores las preguntas que el público hizo al programa, dos de las cuales no tuvieron respuesta seguramente por causas ajenas a la capacidad y deseos de ambas funcionarias. Dichas preguntas se refirieron al lugar que ocupa Veracruz en la tabla nacional de logros en la prueba Enlace y por qué los índices en aprovechamiento escolar de alumnos premiados no siempre se refleja en los índices grupales en cada caso. Los autores de las preguntas sostienen que los méritos de alumnos destacados hechos públicos muestran habilidades y conocimientos atribuidos a la individualidad de los niños y adolescentes que pasan por el aula y no siempre, a la calidad del trabajo docente en cada caso y asignatura de aprendizaje.
De las cosas mencionadas por ambas funcionarias, es justo reconocer la defensa que hicieron sobre el relevante papel que desempeñan los maestros en toda esta tarea de reformas y modas curriculares. Fortalece el argumento de que los maestros no son responsables únicos de la poca o mala calidad educativa, como suelen decir quienes muy poco saben de educación, pero que tienen eco en su afán de construir una presión de orden moral y oficial, con propósitos que no son los de la calidad educativa sino liberar al Estado de su obligación constitucional para garantizar la educación pública a todos
Sería muy conveniente para la autoridad y la opinión pública saber si este incuestionable entusiasmo de los maestros reconocido por la autoridad, es resultado de la persuasión sobre las bondades de las reformas educativas o es producto de la actitud conciliadora, disciplinada y resignada, frente a las obligaciones que las circunstancias legales o profesionales o ambas circunstancias rodea a los docentes frente a grupo. Ojalá pueda la opinión pública contar con una u otra cosa. Sería muy plausible. www.escritoresporlaeducacion.blogspot.com
lunes, 29 de marzo de 2010
viernes, 19 de marzo de 2010
Educación y sociedad... binomio alentador
EDUCACIÓN Y SOCIEDAD… BINOMIO ALENTADOR
Lilia Patricia Ruiz Ruiz
(Escritores por la Educación, A.C.)
El ámbito educativo contempla una diversidad de situaciones que impactan, de manera notable, en los entornos sociales donde los estudiantes se desenvuelven. La educación ha estado respaldada por la participación directa de maestros, directivos, estudiantes y padres de familia; en este sentido, se podría augurar éxito para subsanar carencias sociales, pero no es así. Hace falta establecer con precisión cuáles son los roles que cada instancia debe desempeñar; en estos tiempos se busca una participación directa que reconstruya a la comunidad, que integre los saberes a la realidad, y que esté más vigilante respecto al proceso formativo de los estudiantes. Por supuesto que educar es un proceso compartido, de ahí que ningún personaje quede excluido de este compromiso social, pero sí que promueva cambios culturales y actitudinales, en pro de una educación de calidad, comprometida con las necesidades ciudadanas.
La exigencia de que los padres participen y contribuyan a definir, desarrollar y evaluar el proyecto educativo en el que se educan los hijos, se debe al reconocimiento de las debilidades del sistema escolar para generar los frutos que promete o lograr los fines esperados.
Actualmente la participación de los padres en el aspecto educativo se ha fortalecido, a fin de aplicar nuevas formas de control en la educación. Ha sido la evolución social y las costumbres lo que hace a la escuela un espacio socializador que ejerce funciones que la familia desempeñaba: la preparación para el trabajo, el acceso a la cultura y las oportunidades de socialización.
Al delegar muchas funciones de los padres a la escuela (instancia socializadora), la familia se centraba en las relaciones afectivas; las escuelas se concibieron como espacios públicos para el ejercicio de una forma de vida privada, no familiar, por parte de los estudiantes. Esto implicó que los padres fueran más permisivos, porque ya no tenían mucho que imponer a los hijos, dado que el aprendizaje de la vida en sociedad se delegó a la escuela y a los iguales. Hubo, entonces, una independencia de los estudiantes. Ahora las escuelas representan un nuevo espacio donde crecer, alejados de la familia; ellas se concibieron sustitutas de los padres, su autoridad y sus funciones. Hoy la situación es distinta; los padres exigen participar en la educación, a raíz de la desconfianza, de la ineficiencia concebida, de la carencia de valores (aspecto que se percibe constantemente).
La educación áulica está muy arraigada en el sentido común y en el saber hacer. Ser profesor implica transmitir, comunicar estímulos, disponer de gustos por conocer, dirigir procesos de aprendizaje, tratar a personas, guiar a seres en desarrollo, entre otras acciones.
En estos tiempos, la escuela se ha convertido en familia y a la inversa; no hay una separación de funciones. Los profesores se transfiguran algo en padres, y éstos en profesores. Así, el niño queda preso en el triángulo formado por el Estado, los padres y los profesionales de la educación. Las escuelas, al asumir funciones de la familia, educan a hijo”, aunque al hacerlo como institución pública educan a ciudadanos.
La colaboración entre familias y escuelas (maestros) es la fórmula para subsanar el estado al que nos ha conducido la evolución social, al separar a la vida familiar de otras esferas de socialización. Por ello, se trata de crear, en torno a las escuelas, comunidades relacionadas por lazos firmes que acerquen a las personas hacia proyectos que incluyan; en concreto, de recuperar las relaciones humanas a fin de no afectar nuestro presente ni futuro.
Las propuestas de responsabilizar sobre la educación de sus hijos a los padres, implica dar legitimidad al accionar de las escuelas en momentos en los que las insatisfacciones acerca de la educación son evidentes. El movimiento de “recuperar la educación para los padres” puede articularse mediante un bienestar psicológico, laboral, cultural y social, que cuida del ser humano (cuerpo, salud y mente), que busca la felicidad, el desarrollo personal, integral, y la mejora de la sociedad.
La escuela no está aislada del resto de la sociedad, ni del mundo familiar; para que ésta cumpla sus misiones (que no se quedan sólo en la transmisión de contenidos) y para que no quede aislada en el mundo circunscrito a sus ritos, hay que restablecer los lazos con la comunidad en general y las familias en particular.
La participación de los padres se centra en: colaboración y complementariedad entre escuela y familia (como apoyo a la escuela -proveedores, colaboradores en la disciplina, ayuda en tareas escolares). Los padres deben comprender el proyecto de la educación escolar e identificarse con él; deben desempeñarse como coeducadores en las escuelas.
Bajo este enfoque se han llegado a proponer escuelas para padres, encaminadas a hacerles partícipes de los modelos de educación que se practican con sus hijos y poder coordinar la influencia de los dos ambientes.
Los padres más cultos serán más sensibles a esa necesidad de colaborar con las escuelas y también pueden ser los más críticos con ella. Los padres menos cultos aceptarán la razón de la escuela con más pasividad o más confianza, aunque podrán prestar menos colaboración.
Las prácticas de participación de agentes externos necesarios para las escuelas nos están indicando nuevas vías de legitimación de la escolaridad; se aspira con esto a mejorar los resultados académicos, se evitan insatisfacciones, se distribuyen responsabilidades, entre otras cosas.
La educación debe ser un proceso que implique la contribución de todos los sujetos involucrados en el desarrollo intelectual de los seres humanos. Padres, maestros, estudiantes, sociedad en general, deben luchar como una entidad a fin de fortalecer afinidades y recuperar espacios sociales que fortalezcan valores. www.escritoresporlaeducación.blogspot.com
Lilia Patricia Ruiz Ruiz
(Escritores por la Educación, A.C.)
El ámbito educativo contempla una diversidad de situaciones que impactan, de manera notable, en los entornos sociales donde los estudiantes se desenvuelven. La educación ha estado respaldada por la participación directa de maestros, directivos, estudiantes y padres de familia; en este sentido, se podría augurar éxito para subsanar carencias sociales, pero no es así. Hace falta establecer con precisión cuáles son los roles que cada instancia debe desempeñar; en estos tiempos se busca una participación directa que reconstruya a la comunidad, que integre los saberes a la realidad, y que esté más vigilante respecto al proceso formativo de los estudiantes. Por supuesto que educar es un proceso compartido, de ahí que ningún personaje quede excluido de este compromiso social, pero sí que promueva cambios culturales y actitudinales, en pro de una educación de calidad, comprometida con las necesidades ciudadanas.
La exigencia de que los padres participen y contribuyan a definir, desarrollar y evaluar el proyecto educativo en el que se educan los hijos, se debe al reconocimiento de las debilidades del sistema escolar para generar los frutos que promete o lograr los fines esperados.
Actualmente la participación de los padres en el aspecto educativo se ha fortalecido, a fin de aplicar nuevas formas de control en la educación. Ha sido la evolución social y las costumbres lo que hace a la escuela un espacio socializador que ejerce funciones que la familia desempeñaba: la preparación para el trabajo, el acceso a la cultura y las oportunidades de socialización.
Al delegar muchas funciones de los padres a la escuela (instancia socializadora), la familia se centraba en las relaciones afectivas; las escuelas se concibieron como espacios públicos para el ejercicio de una forma de vida privada, no familiar, por parte de los estudiantes. Esto implicó que los padres fueran más permisivos, porque ya no tenían mucho que imponer a los hijos, dado que el aprendizaje de la vida en sociedad se delegó a la escuela y a los iguales. Hubo, entonces, una independencia de los estudiantes. Ahora las escuelas representan un nuevo espacio donde crecer, alejados de la familia; ellas se concibieron sustitutas de los padres, su autoridad y sus funciones. Hoy la situación es distinta; los padres exigen participar en la educación, a raíz de la desconfianza, de la ineficiencia concebida, de la carencia de valores (aspecto que se percibe constantemente).
La educación áulica está muy arraigada en el sentido común y en el saber hacer. Ser profesor implica transmitir, comunicar estímulos, disponer de gustos por conocer, dirigir procesos de aprendizaje, tratar a personas, guiar a seres en desarrollo, entre otras acciones.
En estos tiempos, la escuela se ha convertido en familia y a la inversa; no hay una separación de funciones. Los profesores se transfiguran algo en padres, y éstos en profesores. Así, el niño queda preso en el triángulo formado por el Estado, los padres y los profesionales de la educación. Las escuelas, al asumir funciones de la familia, educan a hijo”, aunque al hacerlo como institución pública educan a ciudadanos.
La colaboración entre familias y escuelas (maestros) es la fórmula para subsanar el estado al que nos ha conducido la evolución social, al separar a la vida familiar de otras esferas de socialización. Por ello, se trata de crear, en torno a las escuelas, comunidades relacionadas por lazos firmes que acerquen a las personas hacia proyectos que incluyan; en concreto, de recuperar las relaciones humanas a fin de no afectar nuestro presente ni futuro.
Las propuestas de responsabilizar sobre la educación de sus hijos a los padres, implica dar legitimidad al accionar de las escuelas en momentos en los que las insatisfacciones acerca de la educación son evidentes. El movimiento de “recuperar la educación para los padres” puede articularse mediante un bienestar psicológico, laboral, cultural y social, que cuida del ser humano (cuerpo, salud y mente), que busca la felicidad, el desarrollo personal, integral, y la mejora de la sociedad.
La escuela no está aislada del resto de la sociedad, ni del mundo familiar; para que ésta cumpla sus misiones (que no se quedan sólo en la transmisión de contenidos) y para que no quede aislada en el mundo circunscrito a sus ritos, hay que restablecer los lazos con la comunidad en general y las familias en particular.
La participación de los padres se centra en: colaboración y complementariedad entre escuela y familia (como apoyo a la escuela -proveedores, colaboradores en la disciplina, ayuda en tareas escolares). Los padres deben comprender el proyecto de la educación escolar e identificarse con él; deben desempeñarse como coeducadores en las escuelas.
Bajo este enfoque se han llegado a proponer escuelas para padres, encaminadas a hacerles partícipes de los modelos de educación que se practican con sus hijos y poder coordinar la influencia de los dos ambientes.
Los padres más cultos serán más sensibles a esa necesidad de colaborar con las escuelas y también pueden ser los más críticos con ella. Los padres menos cultos aceptarán la razón de la escuela con más pasividad o más confianza, aunque podrán prestar menos colaboración.
Las prácticas de participación de agentes externos necesarios para las escuelas nos están indicando nuevas vías de legitimación de la escolaridad; se aspira con esto a mejorar los resultados académicos, se evitan insatisfacciones, se distribuyen responsabilidades, entre otras cosas.
La educación debe ser un proceso que implique la contribución de todos los sujetos involucrados en el desarrollo intelectual de los seres humanos. Padres, maestros, estudiantes, sociedad en general, deben luchar como una entidad a fin de fortalecer afinidades y recuperar espacios sociales que fortalezcan valores. www.escritoresporlaeducación.blogspot.com
viernes, 12 de marzo de 2010
Haití, su (des) olvido
Haití, su (des) olvido.
Por LuisGerardo Martínez García
Amaneció ese sábado y casi todos ellos empacaron maletas; migraron. Haití ante este acontecimiento ya no es redituable para los que hacen del fenómeno mediático un comercio con oferta y demanda. Hoy Haití es vuelta de hoja; está en segundo plano. Es un volver al Haití de siempre: el olvidado, explotado, marginado.
Haití vuelve a ser su color negro esclavizado, pero rebelde.; ese olor a libertad subyugado. Es ese país con adjetivos muy severos: pobre, antidemocrático, explotado y analfabeta. Haití es su gente; esa gente que hoy duerme bajo enlonados que sólo cubren en parte el frío que penetra, que quema, que enfría. Gente que se puede enorgullecer por vivir en el primer país de América Latina en haber logrado su independencia, que pudo librarse también de los dictadores de Francois Duvalier (de 1957 a 1971), y posteriormente de su hijo Jean Claude (de 1971 a 1986). Gente que en sus pesares defiende a sus mujeres, sus hombres y sus derechos. Haití es su niñez, famosa por el signo de dólares que en la frente llevan; niñez vendible que en su tristeza ríe, brinca, baila; niñez convertida en papel moneda, en estadística, en nada. Niñez que también está en la fosa común entre los 300 mil que serán el dato duro, histórico en el porvenir. Niñez que está también en algún país desconocido a expensas del buen corazón que lo transportó hasta el otro lado del mundo, por horas y sin papeles, pasando ríos, montañas, fronteras sin que nadie antepusiera la Ley.
Es verdad, Haití es ahora la posibilidad del mercado para aquellos inversionistas que ven 8 millones de potenciales consumidores aproximadamente. Los estudios de mercadotecnia darán cuenta con seguridad de los servicios e infraestructura rentables en una nación destrozada, lloviendo por fuera y llorando por dentro. Millones de dólares son el motivo principal de aquellos que buscan ir o quedarse a mediano y corto plazo en Puerto Príncipe y sus provincias, no para levantar paredes, sino para recoger dinero invertido o donado, administrado por los menos ante la inmoralidad de la burocracia caótica y las manos ambiciosas, provistas de simulaciones… favores cobrados.
Las cicatrices de Haití permiten leer la historia con mayor claridad: esas, las del corazón, las del amanecer, las del despiadado, las del imperio, las de sistema, las de la desesperanza que en las esquinas engaña a unos y asombra a otros. Las cicatrices en América Latina y el Caribe dan cuenta de las heridas que derraman sangre y lágrimas en las madres que resguardan sus vivencias, sus recuerdos en las chozas de la montaña, la playa y la ciudad; cicatrices que relatan en la piel el desgaste de la desolación, del olvido, de la pobreza. Cicatrices que con mayúsculas escriben relatos en el corazón y lo fortalecen para estar, para seguir, porque las cicatrices duelen y rememoran lo vivido… lo padecido, pero no matan. Lo que no mata en nuestro continente se cuenta, se canta, se festeja para que los otros sepan que estamos en vida o en muerte con nuestras cicatrices, con nuestra historia.
Guarda silencio el Haití del siglo XXI. Los demás se han ido. Hoy cuenta sus muertos, levanta los ladrillos, mira sus muros, apuntala sus techos. Mañana el amanecer haitiano será otra vez casi el mismo, con su resplandor y sus sombras. El atardecer estará siempre acompañado del anciano que lo perdió todo, de su charla recordando esos años de lucha por lograr libertad. En tanto que el anochecer estará rodeado de ese toque de queda natural, sui generis; en Haití la noche se hizo para guardar los recuerdos y compartirlos en francés, inglés, español… el que sea: Demain serai quelque jour (mañana será otro día). Seguirá levantando muertos, escuelas, hospitales, esperanzas, revoluciones con el pensamiento libre que hasta ahora mueve los pies descalzos del que sufre sin caer ante el tirano. Seguirá hablando francés pero no pensará como el francés.
Haití ex colonia francesa; país exportador de café y azúcar en un 40 y 60 por ciento de lo consumido en Europa, también ha experimentado la exportación de esclavos, mujeres y niños. Fue en 1804 cuando se crearon las condiciones para una violenta revolución. Al igual que otros países que han luchado por su independencia, le costó desprecio y bloqueo por parte de las naciones poderosas del mundo. Haití vuelve al olvido de los otros, pero no de sí mismo. El fenómeno mediático atraído por el mundo del comercio internacional, lucra con imágenes de muerte y sufrimiento en zonas afectadas; al confundir información con reality show, la atención se centrará en el siguiente acontecimiento difundible (porque hay otros vetados) convertido en distractor, mientras que problemas de seguridad nacional (hambre, pobreza, agua, seguridad) se ocultan, se guardan para mejores ocasiones. Ahora toca a Taiwán que con el tiempo también nos contará su historia, después… no se sabe. ciudadmexico@hotmail.com
Por LuisGerardo Martínez García
Haití ocupó las primeras planas a ocho columnas y llenó las pantallas de la televisión por unos días, el motivo: el terremoto del 12 de enero en que fallecieron cerca de 300 mil, de una población de 8,924,553 habitantes. Países, organismos no gubernamentales, asociaciones filantrópicas y grupos lucrativos se volcaron, manifestando apoyos y condolencias. Haití, el país más pobre de occidente se vio rodeado de reflectores hasta la aparición del terremoto de Chile, este 27 de febrero.
Amaneció ese sábado y casi todos ellos empacaron maletas; migraron. Haití ante este acontecimiento ya no es redituable para los que hacen del fenómeno mediático un comercio con oferta y demanda. Hoy Haití es vuelta de hoja; está en segundo plano. Es un volver al Haití de siempre: el olvidado, explotado, marginado.
Haití vuelve a ser su color negro esclavizado, pero rebelde.; ese olor a libertad subyugado. Es ese país con adjetivos muy severos: pobre, antidemocrático, explotado y analfabeta. Haití es su gente; esa gente que hoy duerme bajo enlonados que sólo cubren en parte el frío que penetra, que quema, que enfría. Gente que se puede enorgullecer por vivir en el primer país de América Latina en haber logrado su independencia, que pudo librarse también de los dictadores de Francois Duvalier (de 1957 a 1971), y posteriormente de su hijo Jean Claude (de 1971 a 1986). Gente que en sus pesares defiende a sus mujeres, sus hombres y sus derechos. Haití es su niñez, famosa por el signo de dólares que en la frente llevan; niñez vendible que en su tristeza ríe, brinca, baila; niñez convertida en papel moneda, en estadística, en nada. Niñez que también está en la fosa común entre los 300 mil que serán el dato duro, histórico en el porvenir. Niñez que está también en algún país desconocido a expensas del buen corazón que lo transportó hasta el otro lado del mundo, por horas y sin papeles, pasando ríos, montañas, fronteras sin que nadie antepusiera la Ley.
Es verdad, Haití es ahora la posibilidad del mercado para aquellos inversionistas que ven 8 millones de potenciales consumidores aproximadamente. Los estudios de mercadotecnia darán cuenta con seguridad de los servicios e infraestructura rentables en una nación destrozada, lloviendo por fuera y llorando por dentro. Millones de dólares son el motivo principal de aquellos que buscan ir o quedarse a mediano y corto plazo en Puerto Príncipe y sus provincias, no para levantar paredes, sino para recoger dinero invertido o donado, administrado por los menos ante la inmoralidad de la burocracia caótica y las manos ambiciosas, provistas de simulaciones… favores cobrados.
Las cicatrices de Haití permiten leer la historia con mayor claridad: esas, las del corazón, las del amanecer, las del despiadado, las del imperio, las de sistema, las de la desesperanza que en las esquinas engaña a unos y asombra a otros. Las cicatrices en América Latina y el Caribe dan cuenta de las heridas que derraman sangre y lágrimas en las madres que resguardan sus vivencias, sus recuerdos en las chozas de la montaña, la playa y la ciudad; cicatrices que relatan en la piel el desgaste de la desolación, del olvido, de la pobreza. Cicatrices que con mayúsculas escriben relatos en el corazón y lo fortalecen para estar, para seguir, porque las cicatrices duelen y rememoran lo vivido… lo padecido, pero no matan. Lo que no mata en nuestro continente se cuenta, se canta, se festeja para que los otros sepan que estamos en vida o en muerte con nuestras cicatrices, con nuestra historia.
Guarda silencio el Haití del siglo XXI. Los demás se han ido. Hoy cuenta sus muertos, levanta los ladrillos, mira sus muros, apuntala sus techos. Mañana el amanecer haitiano será otra vez casi el mismo, con su resplandor y sus sombras. El atardecer estará siempre acompañado del anciano que lo perdió todo, de su charla recordando esos años de lucha por lograr libertad. En tanto que el anochecer estará rodeado de ese toque de queda natural, sui generis; en Haití la noche se hizo para guardar los recuerdos y compartirlos en francés, inglés, español… el que sea: Demain serai quelque jour (mañana será otro día). Seguirá levantando muertos, escuelas, hospitales, esperanzas, revoluciones con el pensamiento libre que hasta ahora mueve los pies descalzos del que sufre sin caer ante el tirano. Seguirá hablando francés pero no pensará como el francés.
Haití ex colonia francesa; país exportador de café y azúcar en un 40 y 60 por ciento de lo consumido en Europa, también ha experimentado la exportación de esclavos, mujeres y niños. Fue en 1804 cuando se crearon las condiciones para una violenta revolución. Al igual que otros países que han luchado por su independencia, le costó desprecio y bloqueo por parte de las naciones poderosas del mundo. Haití vuelve al olvido de los otros, pero no de sí mismo. El fenómeno mediático atraído por el mundo del comercio internacional, lucra con imágenes de muerte y sufrimiento en zonas afectadas; al confundir información con reality show, la atención se centrará en el siguiente acontecimiento difundible (porque hay otros vetados) convertido en distractor, mientras que problemas de seguridad nacional (hambre, pobreza, agua, seguridad) se ocultan, se guardan para mejores ocasiones. Ahora toca a Taiwán que con el tiempo también nos contará su historia, después… no se sabe. ciudadmexico@hotmail.com
lunes, 8 de marzo de 2010
La mujer en la docencia.
La mujer en la docencia
Julieta Hernández Dorantes
Escritores por la educación A. C.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Simone de Beauvoir
La docencia ha sido una profesión tradicional e históricamente femenina. La primera escuela normal que formaba en la técnica y práctica del sistema lancasteriano en 1823 era sólo para mujeres. Sólo que los espacios de poder en el sistema educativo a nivel estructural-organizativo han sido ocupados por hombres; se piensa son más idóneos para ocupar los puestos directivos, al proyectar mayor firmeza y autoridad que las mujeres.
Aún en años recientes existía segregación por género, exclusión y rechazo a las solicitudes de empleo de las docentes que no demostraran estado de ingravidez a través de un certificado médico; hoy día también al asignar puestos directivos en las escuelas existe una inequidad que coloca a las mismas en un colectivo, en el que pese a ser mayoría, su vulnerabilidad e invisibilidad es latente en el ámbito educativo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Mujeres en México (Inmujeres), cuyo objetivo general es promover la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros, encontramos que en México hay un millón 11 mil 322 mujeres maestras, el doble de maestros que se contabilizan con 642 mil 208, la distribución de los maestros y maestras depende del nivel que se imparta. Por mencionar algunos de los datos encontrados podemos valorar que predominan las mujeres como profesoras en preescolar con el 94.8 por ciento, en la primaria el 64.2 por ciento; en la secundaria se distribuye 49.4 por ciento mujeres y 50.6 hombres y en el nivel medio superior, el porcentaje de maestros es más alto con 56.1 por ciento.
Los datos anteriores nos demuestran que las mujeres han alcanzado un número importante y una presencia significativa en el ejercicio de la docencia; sobre todo en el nivel básico, ya que en el nivel superior ha logrado un menor posicionamiento.
Históricamente ser maestra es una profesión aceptada socialmente por ser compatible con el rol de madre y esposa, ya que le permite cumplir con labores domésticas; se puede aseverar que las docentes tienen una doble alternancia en la articulación del trabajo académico y el extra doméstico; además de ser productoras de lazos afectivos, de crianza y aprendizajes en los niños.
La conquista de nuevos espacios sociales y laborales no han liberado a la mujer de sus responsabilidades en los espacios tradicionales, lo que hace difícil la compatibilidad de los roles de ámbito personal con el profesional. Dicha situación le conlleva a asumir roles de una sociedad tradicionalmente estereotipada, introyectándolos de manera inconsciente, implícita y explícitamente como un mandato en respuesta a un orden social, estimulando una domesticación de las docentes y una falta de reconocimiento a sus cualidades, virtudes como trabajadora de la educación.
Los discursos, mitos sociales en torno al rol de la docente se ordenan, legitiman y disciplinan definiendo los estereotipos que se tienen que asumir, determinando funciones que son una prolongación del seno familiar lo que desencadena acciones de desigualdad y subordinación en los espacios educativos, generando un trato misógino, violentando las interacciones de género.
Las maestras generalmente son mujeres que construyen y producen en situaciones de adversidad, experimentando diferentes vicisitudes de un contexto sociocultural construido por hombres, ríspido y subyugante, agregando la situación de un sueldo de baja remuneración con ínfimas oportunidades de crecimiento profesional.
Más allá de cualquier discurso se deben plantear objetivos en común para mejorar las relaciones de género, crear nuevos espacios en el desempeño de la docente con la finalidad de construir una educación inclusiva verdadera, deconstruir la condición humana para generar una relación plena entre tod@s, construyendo otra realidad no excluyente e igualitariamente justa. www.escritoresporlaeducacion.blogspot.com
Julieta Hernández Dorantes
Escritores por la educación A. C.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Simone de Beauvoir
La docencia ha sido una profesión tradicional e históricamente femenina. La primera escuela normal que formaba en la técnica y práctica del sistema lancasteriano en 1823 era sólo para mujeres. Sólo que los espacios de poder en el sistema educativo a nivel estructural-organizativo han sido ocupados por hombres; se piensa son más idóneos para ocupar los puestos directivos, al proyectar mayor firmeza y autoridad que las mujeres.
Aún en años recientes existía segregación por género, exclusión y rechazo a las solicitudes de empleo de las docentes que no demostraran estado de ingravidez a través de un certificado médico; hoy día también al asignar puestos directivos en las escuelas existe una inequidad que coloca a las mismas en un colectivo, en el que pese a ser mayoría, su vulnerabilidad e invisibilidad es latente en el ámbito educativo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Mujeres en México (Inmujeres), cuyo objetivo general es promover la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros, encontramos que en México hay un millón 11 mil 322 mujeres maestras, el doble de maestros que se contabilizan con 642 mil 208, la distribución de los maestros y maestras depende del nivel que se imparta. Por mencionar algunos de los datos encontrados podemos valorar que predominan las mujeres como profesoras en preescolar con el 94.8 por ciento, en la primaria el 64.2 por ciento; en la secundaria se distribuye 49.4 por ciento mujeres y 50.6 hombres y en el nivel medio superior, el porcentaje de maestros es más alto con 56.1 por ciento.
Los datos anteriores nos demuestran que las mujeres han alcanzado un número importante y una presencia significativa en el ejercicio de la docencia; sobre todo en el nivel básico, ya que en el nivel superior ha logrado un menor posicionamiento.
Históricamente ser maestra es una profesión aceptada socialmente por ser compatible con el rol de madre y esposa, ya que le permite cumplir con labores domésticas; se puede aseverar que las docentes tienen una doble alternancia en la articulación del trabajo académico y el extra doméstico; además de ser productoras de lazos afectivos, de crianza y aprendizajes en los niños.
La conquista de nuevos espacios sociales y laborales no han liberado a la mujer de sus responsabilidades en los espacios tradicionales, lo que hace difícil la compatibilidad de los roles de ámbito personal con el profesional. Dicha situación le conlleva a asumir roles de una sociedad tradicionalmente estereotipada, introyectándolos de manera inconsciente, implícita y explícitamente como un mandato en respuesta a un orden social, estimulando una domesticación de las docentes y una falta de reconocimiento a sus cualidades, virtudes como trabajadora de la educación.
Los discursos, mitos sociales en torno al rol de la docente se ordenan, legitiman y disciplinan definiendo los estereotipos que se tienen que asumir, determinando funciones que son una prolongación del seno familiar lo que desencadena acciones de desigualdad y subordinación en los espacios educativos, generando un trato misógino, violentando las interacciones de género.
Las maestras generalmente son mujeres que construyen y producen en situaciones de adversidad, experimentando diferentes vicisitudes de un contexto sociocultural construido por hombres, ríspido y subyugante, agregando la situación de un sueldo de baja remuneración con ínfimas oportunidades de crecimiento profesional.
Más allá de cualquier discurso se deben plantear objetivos en común para mejorar las relaciones de género, crear nuevos espacios en el desempeño de la docente con la finalidad de construir una educación inclusiva verdadera, deconstruir la condición humana para generar una relación plena entre tod@s, construyendo otra realidad no excluyente e igualitariamente justa. www.escritoresporlaeducacion.blogspot.com
lunes, 1 de marzo de 2010
Las finalidades de la educación
Las finalidades de la educación
Gilberto Nieto Aguilar
(Escritores por la Educación, A.C.)
El Plan de estudio 2006 de “Educación básica. Secundaria” establece que el Artículo 3° constitucional, la Ley General de Educación y el Programa Nacional de Educación respectivo “concretan el compromiso del Estado Mexicano de ofrecer una educación democrática, nacional, intercultural, laica y obligatoria que favorezca el desarrollo del individuo y de su comunidad…”
En la articulación de la educación básica, se especifica el “perfil de egreso que define el tipo de ciudadano que se espera formar en su paso por la educación obligatoria”… como un referente necesario para el trabajo del maestro en el aula. Las competencias que se propone desarrollar irán encaminadas a facilitar la participación en la sociedad, resolver problemas de carácter práctico, mejorar las formas de convivencia, ampliar las expectativas de vida y aprender a manejar la información.
El currículo es un punto de partida esencial, pero condiciona su efectividad a la organización del sistema educativo para hacerse presente, a la disposición de la escuela para interpretarlo, al trabajo y la responsabilidad de los profesores, al interés y la colaboración de los padres de familia, al acompañamiento de las autoridades escolares, todo esto, dentro del contexto social de cada escuela.
Afuera, la educación extramuros determina valores, actitudes y filosofías de vida. Adentro, los centros escolares de educación básica luchan para llevar adelante las finalidades de la educación formuladas en los documentos citados, y para darle un sentido práctico y pedagógico al trabajo escolar. Un par de ejemplos nos pueden servir para valorar la importancia de la educación fuera del aula, especialmente la familiar.
En el hogar, primer espacio educativo, tradicionalmente la mujer juega un papel trascendental con las hijas y los hijos. Ante la necesidad de tener un rol activo en la economía familiar, la mujer madre lucha por conjugar el papel de mujer trabajadora, terminando en un ser y hacer polivalente que está transformando la organización de la familia y el papel que ha representado el hombre.
Un caso para analizar son los papás frágiles y las madres demasiado solícitas, pues convierten a los hijos en niños sin límites, incapaces de soportar un “no”. Cuando estos asisten a la escuela, sufren problemas de adaptación. Tal vez los padres tuvieron a su vez padres autoritarios y no quieren repetir el modelo. O la permisividad es una forma de compensación por el poco tiempo que les dedican.
Dejar que los hijos hagan lo que les venga en gana no es el mejor camino para lograr el ideal de la felicidad. No hay un camino seguro, pero en el viaje se necesita disciplina, libertad, ética, equilibrio emocional, sentido de ciudadanía, autoestima, evolución y desarrollo de las capacidades, expectativas claras de lo que se quiere y espera de la vida, cosas que supuestamente deben aprenderse y desarrollarse en la familia, en la escuela, en la Iglesia, en el reflejo de la autoridad y el gobierno, en los medios de comunicación y en la sociedad.
La falta de correspondencia entre lo que hay que aprender y las enseñanzas y ejemplos que se recogen, genera confusión y cinismo en los menores y en los jóvenes, de tal manera que terminan reproduciendo las actitudes y las formas de ser más usuales, sin distinguir la incongruencia entre el decir y el hacer, ni la diferencia entre el ser y el deber ser.
Con la evolución de la sociedad del siglo XXI, señala Içami Tiba que “los hijos empiezan a convivir con personas ajenas a su familia desde los dos años de edad”. En ocasiones antes. Además, “con los estímulos de los avances tecnológicos, juegos electrónicos, Internet, videojuegos, teléfonos celulares con mensajes, fotos y correos electrónicos, los niños absorben una identidad global a veces más fuerte que la familiar” (“Quien ama, educa”, Santillana Ediciones, México, 2009).
La escuela compite con la educación que se recibe fuera de aula, muchas veces más poderosa, sensorial y atrayente que la pedagogía escolar. Y por otro lado, habría que hacer un análisis profundo de la sobreprotección de algunas familias y del propio Estado sobre la conducta de los menores sin fijar límites que eduquen y les ofrezcan recursos para resolver problemas sin afectarse ni afectar negativamente a los demás.
gnietoa@hotmail.com
Gilberto Nieto Aguilar
(Escritores por la Educación, A.C.)
El Plan de estudio 2006 de “Educación básica. Secundaria” establece que el Artículo 3° constitucional, la Ley General de Educación y el Programa Nacional de Educación respectivo “concretan el compromiso del Estado Mexicano de ofrecer una educación democrática, nacional, intercultural, laica y obligatoria que favorezca el desarrollo del individuo y de su comunidad…”
En la articulación de la educación básica, se especifica el “perfil de egreso que define el tipo de ciudadano que se espera formar en su paso por la educación obligatoria”… como un referente necesario para el trabajo del maestro en el aula. Las competencias que se propone desarrollar irán encaminadas a facilitar la participación en la sociedad, resolver problemas de carácter práctico, mejorar las formas de convivencia, ampliar las expectativas de vida y aprender a manejar la información.
El currículo es un punto de partida esencial, pero condiciona su efectividad a la organización del sistema educativo para hacerse presente, a la disposición de la escuela para interpretarlo, al trabajo y la responsabilidad de los profesores, al interés y la colaboración de los padres de familia, al acompañamiento de las autoridades escolares, todo esto, dentro del contexto social de cada escuela.
Afuera, la educación extramuros determina valores, actitudes y filosofías de vida. Adentro, los centros escolares de educación básica luchan para llevar adelante las finalidades de la educación formuladas en los documentos citados, y para darle un sentido práctico y pedagógico al trabajo escolar. Un par de ejemplos nos pueden servir para valorar la importancia de la educación fuera del aula, especialmente la familiar.
En el hogar, primer espacio educativo, tradicionalmente la mujer juega un papel trascendental con las hijas y los hijos. Ante la necesidad de tener un rol activo en la economía familiar, la mujer madre lucha por conjugar el papel de mujer trabajadora, terminando en un ser y hacer polivalente que está transformando la organización de la familia y el papel que ha representado el hombre.
Un caso para analizar son los papás frágiles y las madres demasiado solícitas, pues convierten a los hijos en niños sin límites, incapaces de soportar un “no”. Cuando estos asisten a la escuela, sufren problemas de adaptación. Tal vez los padres tuvieron a su vez padres autoritarios y no quieren repetir el modelo. O la permisividad es una forma de compensación por el poco tiempo que les dedican.
Dejar que los hijos hagan lo que les venga en gana no es el mejor camino para lograr el ideal de la felicidad. No hay un camino seguro, pero en el viaje se necesita disciplina, libertad, ética, equilibrio emocional, sentido de ciudadanía, autoestima, evolución y desarrollo de las capacidades, expectativas claras de lo que se quiere y espera de la vida, cosas que supuestamente deben aprenderse y desarrollarse en la familia, en la escuela, en la Iglesia, en el reflejo de la autoridad y el gobierno, en los medios de comunicación y en la sociedad.
La falta de correspondencia entre lo que hay que aprender y las enseñanzas y ejemplos que se recogen, genera confusión y cinismo en los menores y en los jóvenes, de tal manera que terminan reproduciendo las actitudes y las formas de ser más usuales, sin distinguir la incongruencia entre el decir y el hacer, ni la diferencia entre el ser y el deber ser.
Con la evolución de la sociedad del siglo XXI, señala Içami Tiba que “los hijos empiezan a convivir con personas ajenas a su familia desde los dos años de edad”. En ocasiones antes. Además, “con los estímulos de los avances tecnológicos, juegos electrónicos, Internet, videojuegos, teléfonos celulares con mensajes, fotos y correos electrónicos, los niños absorben una identidad global a veces más fuerte que la familiar” (“Quien ama, educa”, Santillana Ediciones, México, 2009).
La escuela compite con la educación que se recibe fuera de aula, muchas veces más poderosa, sensorial y atrayente que la pedagogía escolar. Y por otro lado, habría que hacer un análisis profundo de la sobreprotección de algunas familias y del propio Estado sobre la conducta de los menores sin fijar límites que eduquen y les ofrezcan recursos para resolver problemas sin afectarse ni afectar negativamente a los demás.
gnietoa@hotmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)