viernes, 18 de enero de 2013


Privilegios del SNTE no son un derecho
MAITE AZUELA

La oportunidad de dotar al sistema de educación pública de herramientas que impulsen el desarrollo integral de los alumnos, a la par de reivindicar la imagen del magisterio frente a la opinión pública, está ahora en charola de plata. Estamos a unos pasos de que se aplique la reforma educativa. Vale la pena prever no sólo los intentos que habrá por mermar su impacto, sino también estar atentos a los espacios que se abren para resarcir los huecos que hasta ahora tiene el marco legal de la educación pública, de modo que logremos garantizar la integridad de los alumnos en las escuelas.

El que incluso en la modificación constitucional se haga referencia al respeto de los derechos laborales de los docentes puede malinterpretarse para generar impulsos por mantener privilegios que ningún otro empleado tiene por ley en México. Éstos deben ser eliminados mediante procesos justos que reconozcan la trayectoria de los maestros y las capacidades de quienes aspiran a ocupar una plaza. El objetivo fundamental del Servicio Profesional Docente debe ser impulsar un sistema de desarrollo integral que coloque al alumno, al aula y a la escuela en el centro de cualquier proyecto educativo.

Quienes no confían en que su esfuerzo, desempeño y resultados serán elementos suficientes para garantizarles la plaza e incentivos que les corresponden, han recurrido a ampararse. El SNTE ha invertido más de 30 millones de pesos para impulsar una campaña que con imágenes e historias de maestros comprometidos con el aprendizaje de sus alumnos, pero no documenta los casos en los que otorga privilegios injustificados a quienes ocupan una plaza docente sin tener vocación ni intención de ejercer dignamente el magisterio. Hoy día los privilegios que reciben algunos favorecidos por su lealtad con la cúpula sindical tiene poco que ver con sus capacidades, conocimientos y, en algunas terribles ocasiones, con su responsabilidad ética hacia los alumnos.

Los siguientes días veremos una lucha de esfuerzos encontrados. Deteniendo la potencia de la reforma educativa, estará la cúpula sindical y sus beneficiarios directos, acompañados por políticos que ven en el magisterio un motín político. Impulsando el desarrollo profesional docente y los derechos de los alumnos, estará una gran mayoría de maestros, padres de familia, ciudadanos y legisladores comprometidos con el futuro del país. No nos confundamos: la disyuntiva no es de derechos versus derechos, sino de los privilegios de los primeros contra los derechos de los segundos.