El factor de impacto de
las revistas como indicador de la calidad de la investigación científica,
cuestionado a nivel mundial
Alfonso
Larqué Saavedra*
“Detener el
uso del llamado factor de impacto de las revistas científicas para evaluar la
calidad del trabajo de los investigadores” se señala en el editorial de la
revista Science en su número 340 del 17 de mayo del 2013. En ese texto
relacionado con el Índice de Impacto, se hace referencia y se resalta la
importancia de la Declaración de San Francisco de la Evaluación de la Investigación,
conocido con el genérico de DORA.
Dicha
declaración nace el 16 diciembre de 2012, durante la reunión de Sociedad
Americana de Biología Celular cuando un grupo de editores y representantes de
casas editoriales de revistas especializadas reconocen como urgente la
necesidad de mejorar la evaluación de los productos de la investigación
científica y corregir la distorsión causada por realizar dictaminaciones
basadas en el índice de impacto de las revistas en donde aparecen los artículos
de los investigadores. Al respecto el Profesor Bruce Albert, editor en jefe de
la famosa revista Science declara en su editorial, que “el objetivo de la
Declaración es corregir distorsiones en la evaluación de la investigación
científica y que el factor de impacto de las revistas, no puede ser el tamiz
que defina la calidad de los artículos de investigadores y ser utilizado, para
promociones, para definir financiamientos o para contratar personal”.
Leyendo la
información relacionada con la citada DORA, se puede transcribir que el
espíritu tiene el objetivo central de evaluar de la manera más justa posible la
calidad y el impacto de los productos de la investigación tales como artículos
científicos, patentes y formación de recursos humanos, entre otros.
En el documento
se señala enfáticamente que el factor de impacto de las revistas se creó por
Thomson Reuters para ayudar a los bibliotecarios a decidir la compra de
revistas y nunca tuvo la intención de ser el indicador de la calidad de
artículos de los investigadores. El factor de impacto, se reitera, tiene un
gran número de deficiencias que están debidamente documentadas, para ser
considerado como el evaluador de la calidad de los artículos científicos.
Dentro de estas resalta el que los datos que se utilizan para calcular dicho
factor, no son transparentes y no están disponibles al público. También se
señala que los factores de impacto de las revistas pueden ser manipulados por
políticas editoriales.
La
recomendación central del planteamiento de la Declaración, es la de eliminar la
métrica basada en revistas, como el factor de impacto, para medir la calidad de
los artículos de la investigación y tomar decisiones relacionadas con
promociones académicas, nombramientos, financiamientos, entre otros. Enfatiza
la necesidad de evaluar la investigación científica por sus propios méritos. La
declaración propone las citadas reflexiones y otras específicas sobre el mismo
tema a las agencias que financian la ciencia, a las instituciones, a las casas
editoras de revistas y a los investigadores involucrados en comités o cuerpos
colegiados que definen promociones, financiamientos, nombramientos y
contrataciones. La Declaración anexa además, once referencias clave de análisis
sobre el tema central de la evaluación de la investigación, anotando uno
fundamental publicado en 1997 por Saglen.
Dicha
Declaración es pública y está abierta para que investigadores y agencias
relacionadas con el quehacer científico, se informen y la analicen y los que
estén de acuerdo con la misma, manifiesten su apoyo. Al momento se anota que
esta iniciativa ha recibido el respaldo de más de setenta y cinco
organizaciones científicas, dentro de las que destaca la Sociedad Americana
para el Avance de la Ciencia (AAAS), y también ha recibido el apoyo de
numerosos científicos de diferentes partes del mundo.
Para nuestro
país, debo suponer que el contenido de la citada Declaración debe de ser
lectura obligada para el Conacyt quien debe considerarla y, si la encuentra
conveniente, se hagan las adecuaciones correspondientes en el programa de
captura del llamado CVU, ya que el usuario tiene que anotar el nombre de la
revista y el índice de impacto de la misma. La invitación a su lectura también
debe ser materia de análisis de los evaluadores del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI), quienes en ciertas áreas han utilizado el factor de
impacto de las revistas en donde publican los investigadores, como índice de la
calidad de la investigación de los miembros del SNI.
Al analizar
lo publicado en torno a esta muy importante Declaración podemos anotar que la
innovación de los métodos de evaluación de la actividad de los investigadores,
ha empezado una nueva etapa. En nuestro país se está trabajando en el nuevo
marco conceptual de lo que se desea promover en el futuro cercano para la
ciencia en México. Los comisionados que están elaborando el esperado documento,
deben de reaccionar a este tipo de pronunciamientos que hacen las sociedades
científicas y científicos de los países que invierten más de 2% de su PIB en
apoyo a la ciencia y en donde sabemos las contribuciones e impactos de la
calidad de la investigación son distinguidas con reconocimientos como los
premios Nobel.
Seguramente
hay antecedentes en el Sistema Nacional de Investigadores de nuestro país, de
cuestionamientos a la evaluación de sus integrantes vía el índice de impacto de
las revistas donde publican sus integrantes. Como ejemplo se puede hacer
referencia al comunicado hecho por la comisión de la llamada área VI, que
conscientes de que la evaluación de la calidad del trabajo realizado por los
investigadores, basado únicamente en artículos publicados en donde se da
preferencia el índice de impacto de las llamadas revistas indizadas, no despeja
con claridad la calidad ni la aportación realizada. El comunicado se entregó en
noviembre del 2012 al entonces director del SNI y se pedía que en futuras
convocatorias se solicitara a los investigadores una carta introductoria del
trabajo realizado en el que anotaran tres puntos medulares para una mejor
evaluación, a saber: primero, un resumen de su aportación realizada; segundo,
cómo fue transmitida dicha aportación al sector académico o social (vacunas,
patentes, artículos científicos, desarrollos tecnológicos, entre otros);
tercero, que sugiera el solicitante cómo medir dichas aportaciones.
El análisis
de este y otros puntos clave para medir la calidad e impacto de la
investigación que hacemos en México deberá ser motivo de reflexión para
alimentar una innovación que permita a los cerca de 20 mil miembros del Sistema
Nacional de Investigadores diseñar con mayor grado de libertad el modelo de
cómo favorecer que sus contribuciones realmente contribuyan a impulsar a
nuestro país a transitar a la era del conocimiento.
*
Investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán, Coordinador de
Agrociencias, Academia Mexicana de Ciencias, Miembro del Consejo Consultivo de
Ciencias.
consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx
(Crónica de hoy)