Machetazo educativo
AXEL
DIDRIKSSON
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- La urgencia de emprender una verdadera reforma educativa en el país
contrasta con las limitadas y obtusas iniciativas de reforma a los artículos 3°
y 73° constitucionales, así como con las propuestas de leyes secundarias que ha
presentado el actual gobierno del PRI a través de la SEP, con el respaldo del
PAN, del Panal y del Partido Verde.
En lugar de
impulsar una reforma orientada a los contenidos, métodos, lenguajes y
procedimientos pedagógicos y didácticos para mejorar el aprendizaje de los
estudiantes, el gobierno quiere controlar y amenazar la vigencia del trabajo de
los maestros; en lugar de propiciar la calidad educativa mediante un programa
que articule el conjunto de los componentes de la misma, decidió hacer exámenes
y pruebas; en vez de redefinir los contenidos de la formación de los maestros,
ha puesto al magisterio en el banquillo de los acusados, y en lugar de
controlar el drenaje millonario que sigue manejando a su arbitrio la cúpula del
SNTE (aun sin Elba Esther Gordillo), ha dejado intacta la red de complicidades
para que las cuotas sindicales lleguen sin pesar a los nuevos dueños del
sindicato magisterial.
Así, ha
optado por la peor salida y por el esquema de una supuesta reforma, mal denominada
educativa, no una moderna, participativa, que lleve a mejoras sustanciales
determinadas por cada centro o colectivo escolar, y una que busque el cambio en
lo esencial y no en la forma. Ha procedido bajo la consigna de ir alcanzando un
mayor dominio sobre el magisterio disidente, por la vía de mantener bajo
amenaza de despido o remoción a los que se opongan a los dictados de la SEP,
por encima y a pesar de la buena voluntad de los miembros de la Junta de
Gobierno del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE).
Sin reparar
en el daño que se está causando a los estudiantes con lecturas llenas de faltas
de ortografía y de errores conceptuales en los libros de texto gratuitos; sin
que se atine a conocer de forma explícita qué es lo que quiere lograrse con la
reproducción de un modelo empresarial, mercantilista y obsoleto reproducido día
con día en las escuelas, públicas y privadas del país, la SEP y el gobierno
federal se han dispuesto a hacer pasar los reglamentos de leyes superficiales
para el sector no obstante la crispación de legisladores de oposición, de los
maestros y de las consecuencias que todo esto está provocando en contra de la
educación de millones de niños y jóvenes. Ni autocrítica ni responsabilidad
ante nada ni ante nadie.
Se acordaron
foros abiertos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), con la Secretaría de Gobernación; fueron enviadas sendas propuestas
reglamentarias hacia Congresos locales, como en Guerrero; se acordaron
mecanismos de participación y consulta en otros estados de la República, y la
misma Comisión de Educación de la Cámara de Diputados organizó y discutió de
forma abierta con el magisterio, con expertos, académicos y otros actores, los
temas candentes de una reforma educativa y… al final, la SEP y el gobierno
decidieron enviar al periodo extraordinario de sesiones de la Cámara de
Diputados, en su esencia y sin cambios importantes, las mismas leyes
secundarias que habían sido conocidas desde los inicios de este año. Esto que
parece una burla, lo fue.
Con lo
anterior, el PRI y la SEP pretenden echar por la borda todo lo que se había
acordado con los maestros, o lo que pudiera haberse propuesto en cualquier foro
o instancia, porque el interés demostrado era parte de un escenario de oropel,
como para burlarse de los que ingenuamente contribuyeron a formular iniciativas
dirigidas a la calidad o a la equidad de la educación nacional, porque al final
el PRI y sus aliados ya habían decidido imponer sus muy cuestionados mecanismos
de control sobre el trabajo magisterial, al igual que su caricatura de reforma.
Ante tal
cinismo y arrogancia, no podrá haber acuerdo posible en los términos en los que
se han presentado las iniciativas de leyes secundarias respecto de las reformas
en el 3º y 73º constitucionales, porque muy poco tienen que ver con lo que
significa una reforma educativa en serio y de altura. No podrá elevarse la
calidad de la educación aplicando exámenes y pruebas una, dos o tres veces a
los maestros, como tampoco con la mera aplicación de exámenes a los estudiantes.
El asunto es bastante más complicado que el reduccionismo con el que se quiere
ver el problema educativo en el país.
Tampoco
podrá avanzarse si se alarga y polariza este conflicto de forma innecesaria y,
peor aún, si se toma la decisión de encapricharse para imponer las leyes
secundarias a través de un albazo legislativo. Si esto ocurre, habrán ganado,
pero a la mala; se impondrán, pero por efecto de su negligencia y de su
ignorancia; reprimirán si hasta eso llegan, pero no podrán hacer avanzar, de un
modo que beneficie a todos, a favor de una educación con equidad y justicia.
Allá ellos. (Proceso)