martes, 6 de agosto de 2013


Escribir,
(poder y libertad)

Luis Gerardo Martínez García

Escribir es poder; pero el poder va acompañado de libertad. Si se tiene libertad se puede ejercer ese poder a través de escribir sin censura. Porque ser hombre libre es pensar y escribir en libertad. Aquel hombre que escribe en libertad ejerce el poder para pensar en libertad; para crear espíritus libres. Escribir conlleva ciencia y conciencia; se funde con algarabía y silencio; se confunde cuando se difama; se vende cuando se prostituye; se entiende y se malentiende. El poder de escribir es de unos y el escribir para el poder es de otros. Escribir exige libertad y el poder exime libertad. El escritor elige y decide entre libertad y sometimiento.

El peor error de aquellos que venden sus plumas al mejor postor es que jamás tendrán poder (éste será de sus superiores); jamás podrán formar opinión; jamás tendrán el valor de llamar las cosas por su nombre; jamás serán libre. Vender la pluma es vender la libertad y empeñar el pensamiento; es vivir en el oasis del poder; es siempre ser súbdito del poder. Vender la pluma es meter en alcabala las ideas; es someter el espíritu contra su propia naturaleza. Escribir en una sociedad libre es ser libre en concordancia con la vida y el pensamiento; escribir en una sociedad sometida es sobrevivir en las sombras del riesgo, la incertidumbre.

Escribir conlleva lectura; significa valor y filosofía de vida. Escribir en una hoja de papel en blanco es el reto más grande de la razón. Escribir y leer son el binomio del poder. Escribir y leer son verbos y sustantivos a la vez, son arte y ciencia, son vida y muerte; ambos son las representaciones del trabajo intelectual. Escribir es reescribir y leer es revivir. Escribir y leer son la fórmula para poder pensar libremente. Quienes incursionan en ambas luchan constantemente contra las injusticias del poder y sus actores principales. Escribir y leer son el antídoto ideal contra la perversidad del poder; son el canal casi perfecto para crecer en comunidad cuidando las formas y los fondos, los significados y los significantes, los contextos y los sujetos.

Quien escribe protagoniza una de las realidades más indescriptibles en su encuentro virtual con el lector. ¿El escritor piensa en el lector?, ¿el escritor escribe para sí o para alguien?, ¿quién busca a quien?, ¿hay escritores sin lectores o lectores sin escritores?, ¿el escritor existe en tanto el lector? El encuentro se dá y ya. El escritor posiblemente imagine al lector, pero lo leerá aquel en quien nunca pensó. El lector posiblemente encuentre al escritor que jamás buscó. Ambos están ahí, en algún lugar, sin rostro, sin lugar fijo; ambos existen, así como la libertad, como el poder, como el pensamiento. Sólo hay que valorarlos y hacerlos propios. Escribir por algo rima con vivir, discernir, reescribir… sobrevivir.

El escritor puede tener el poder o vivir de él, defenderlo o someterlo, refundarlo o refundirlo. El escritor puede estar en el dilema de vivir en libertad o coartarla consciente de ello a cambio de algo diferente. El escritor puede convivir con el poder o coexistir con él, denunciarlo o solaparlo, reflexionarlo o ignorarlo. Éste puede decidir por escribir o callar.

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