¿Qué
hacer con los resultados del EGEL según la SEP?
ADRIÁN
DE GARAY
Para
información de los lectores, conviene iniciar quizá indicando en términos muy
generales que es el EGEL. El Examen General de Egreso de Licenciatura (EGEL),
es una prueba de cobertura nacional, que pretende evaluar el nivel de
conocimientos y habilidades académicas de los recién egresados de diversas
licenciaturas que se imparten en las Instituciones de Educación Superior en
México.
El
EGEL, según el A.C., que es el organismo que formula y aplica el instrumento
mencionado, permite identificar si los egresados de una licenciatura cuentan
con los conocimientos y habilidades necesarios para iniciarse eficazmente en el
ejercicio profesional.
Dicho
examen, lo diseñó y aplica el Centro Nacional de Evaluación para la Educación
Superior (CENEVAL), y existe desde 1999. El Centro es una asociación civil que
tiene por objeto contribuir a mejorar la calidad de la educación media superior
y superior y programas especiales mediante evaluaciones externas de los
aprendizajes logrados en cualquier etapa de los procesos educativos, conforme a
los objetivos y funciones que se establecen en su Estatuto. Actualmente el
Centro tiene elaborados, ofrece y aplica exámenes a 40 licenciaturas del País.
No son todas, pero incluye a varias de las que tienen el mayor número de
estudiantes y egresados como derecho, administración, contaduría, psicología,
ingeniería electrónica, ingeniería civil y medicina.
Los
instrumentos de medición que diseña el Centro proceden de procesos
estandarizados de diseño y construcción y se apegan a las normas
internacionales; en su elaboración participan numerosos cuerpos colegiados
integrados por especialistas provenientes de las instituciones educativas más
representativas del país y organizaciones de profesionales con reconocimiento
nacional. Comparto la opinión de Wietse de Vries quien hace unos días señaló en
esta página que “los exámenes del CENEVAL están bien hechos, a partir de mucho
trabajo de muchos académicos a lo largo de más de una década. No cabe duda”.
La
semana pasada, el CENEVAL dio a conocer los resultados del EGEL, que aplicó de
forma voluntaria a 130 mil de los 400 mil egresados de la educación superior en
2012. Los resultados evidenciaron que la mitad de los graduados de
universidades públicas y privadas, carecen de los conocimientos básicos al
momento de egresar de sus respectivas instituciones. Esta información ha
provocado diversas reacciones de los expertos y de la propia autoridad
educativa. Para algunos académicos, dados los desastrosos resultados,
cuestionan la eficacia de la prueba del EGEL como instrumento útil para evaluar
los conocimientos de los profesionistas, razón por la cual proponen la revisión
de los instrumentos de evaluación que emplea el CENEVAL.
Por
su parte, el Subsecretario de Educación Superior, Fernando Serrano, declaró que
las pruebas del CENEVAL, si bien no son “las únicas” ni son “100 por ciento
veraces”, sí son un buen instrumento para conocer la calidad en los
aprendizajes de los alumnos. El propio Subsecretario agregó que esta
problemática constituye “uno de los elementos básicos de la reforma educativa:
la capacitación de los profesores y elevar el nivel del aprendizaje de los
alumnos”.
Es
decir, para la máxima autoridad educativa del subsistema de educación superior,
los magros resultados que arroja el EGEL en amplias zonas de nuestras
licenciaturas que se imparten, tanto en universidades privadas como en las
públicas, se podrán solventar con una mejor capacitación a los docentes.
Al
respecto, permítanme formular algunas interrogantes. Si el problema está en la
capacitación de los académicos que imparten clase en las universidades e
instituciones de educación superior, cabría preguntarle al Subsecretario qué
opinión le merece los millones de recursos financieros invertidos en los
últimos quince años, así como los esfuerzos de miles de docentes para conseguir
elevar su nivel formativo, al punto que hoy en día un poco más de las tres
cuartas partes de los docentes universitarios a nivel nacional cuentan con
estudios de posgrado. ¿Quiere decir que no sirvió de mucho?, ¿Hay que formarlos
de nuevo?
Por
otro lado, de acuerdo a los datos oficiales del 2011 a 24 mil 571 profesores se
le había otorgado el llamado perfil deseable del PROMEP, pedigrí que se les
confiere a profesores que cumplen, con eficacia y equilibrio sus funciones de
profesor de tiempo completo, como atender la generación y aplicación del
conocimiento, ejercer la docencia y participar en actividades de tutorías y
gestión académica. ¿Los resultados del EGEL significan que dicho perfil es
indeseable y debería de retirársele a los docentes que lo tienen?
Finalmente,
en los últimos años hemos sido testigos de la importante cantidad de programas
educativos que logran su acreditación por parte de los Comités Interinstitucionales
para la Evaluación de la Educación Superior. (CIIEES), o por algún organismo
acreditador del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior, A.C.
(COPAES). Uno de los elementos centrales que se consideran para otorgar la
acreditación a un programa educativo es justamente la formación y capacitación
de su planta docente. ¿Los resultados del EGEL significan entonces que las
acreditaciones son una simulación de calidad de las instituciones y que tanto
los CIIEES como el COPAES no hacen bien su trabajo?
Evidentemente,
uno de los factores que incide en el mal desempeño de nuestros estudiantes en
el EGEL está relacionado con los docentes. Pero reducir la problemática a ello,
y peor aún, pretender que se resuelve con más capacitación, muestra de parte de
la autoridad educativa federal un desconocimiento acerca de la complejidad de
nuestro subsistema educativo.