martes, 26 de febrero de 2013



Un México Poroso
EDUARDO ANDERE

En el mes de junio de 2007 (así casi un sexenio) publiqué lo siguiente, texto original, entre comillas:

“Hay que resolver muchos problemas que van desde los apremiantes hasta los importantes”. Y desde los percibidos hasta los reales. “Pero el principal problema es, quizá, que no podemos resolver los problemas. Al menos no en un México poroso”. A la luz de los resultados obtenidos en educación, seguridad, pobreza y desigualdad, el México del 2013 es tan o más poroso que el del 2007, con un sexenio de diferencia.

“Tomemos, por ejemplo, el tema del combate al crimen organizado en cualquier modalidad. Si la estrategia fuera sellar los espacios, físicos—fronteras, litorales, carreteras, calles, escuelas—o virtuales—goce casi ilimitado de impunidad en todo el territorio nacional—el problema es que tendríamos que cerrar todo México. ¿Cómo se cierran los litorales, fronteras, carreteras o calles de todo el país? Físicamente, es imposible. Los poros derivados de la geografía, urbanismo y tamaño de México son más grandes que el territorio mismo”. Los retenes que abundan por todas partes son perversos (no de pervertidos sino en el sentido que obtienen resultados contrarios a los buscados); y son evidencia del México poroso.

“Ahora, supongamos que la estrategia para el cierre de litorales, carreteras y caminos no sea la física sino la humana a través de la inteligencia, presencia y eficiencia de cuerpos policíacos y militares. Para que esta barrera funcione tendríamos que sellar cualquier posibilidad de corrupción, vista gorda, ‘valemadrismo’ o ineptitud no sólo en los que cuidan y persiguen sino en la población”.

La evidencia de 2007 y ahora de 2013 de índices y estudios sobre corrupción, opacidad y prácticas ciudadanas nos sugiere que somos un pueblo que arregla o aprueba un porcentaje elevado de sus transacciones o interacciones en la sombrita, en lo oscurito, con mal gobierno, mediante “dádivas”, mordidas, sobornos o arreglos paralelos, fuera de la ley. “Estos “arreglos” son poros que impiden que las decisiones de seguridad se ejecuten con la intención deseada”. Es espeluznante pensar que el 44 por ciento de la población adulta encuestada considere que “un funcionario público puede aprovecharse de su puesto, siempre y cuando haga cosas buenas” (ENCUP 2012[1]).

Si el gobierno tratara de sellar los poros con la policía iría en contra de la percepción de confianza de los mexicanos. De todas las instituciones u organizaciones que tienen que ver con la vida pública, social, familiar o religiosa, la policía es la institución a la que menos confianza le tienen los ciudadanos (ENCUP 2003 y ENCUP 2012); es menester mencionar que los partidos políticos, senadores y diputados están casi empatados con la policía en el último lugar de confianza (ENCUP 2012). Arribita de ellos están los sindicatos; aunque los maestros son la cuarta institución de mayor confianza (ENCUP 2012).

“La diferencia abismal entre los ingresos de la policía (definida en sentido amplio) y los beneficios esperados o prometidos del crimen organizado sin contar siquiera las amenazas a la integridad personal y familiar de los involucrados es un incentivo impresionante para agrandar los poros que impiden una estrategia policial de combate a la delincuencia”. Vistos los resultados de la estrategia del gobierno de Calderón en los indicadores de inseguridad y percepción de inseguridad, parece ser que los poros no sólo no disminuyeron sino que crecieron.

El Ejército, por el contrario, era la institución a la que los mexicanos le tenían la mayor confianza—empatado con la iglesia— en 2003 (ENCUP 2003). Ahora en 2012 el Ejército, junto con la Televisión, ocupa el quinto lugar. Los militares ocupan el sexto lugar y la iglesia el tercero. La familia y los médicos ocupan el primero y segundo lugar respectivamente. “Por ello, cualquier estrategia que involucre la participación activa y masiva del ejército recibirá la simpatía de la población”. Esto era en 2003. “Están por verse los efectos que esta estrategia tendrá en el mediano y el largo plazo. Tampoco ayuda a combatir la porosidad del sistema los bajísimos sueldos de la tropa y el deficiente esquema de retiro y jubilación de todos los rangos”. Para el 2013, 10 años después de la primera ENCUP, las cosas han cambiado como lo muestra la última ENCUP. Los mexicanos le tienen ligeramente más confianza a la Televisión que a los militares (ENCUP 2012).

“¿Cómo le hace uno para cerrar los poros? Una parte tiene que ver con la cultura (prácticas o hábitos ciudadanos); otra tiene que ver con los salarios; y aún otra con la pésima distribución de los recursos. ¿Cómo le hace uno para cambiar la cultura? ¿Cómo le hace uno, con recursos escasos, para aumentar los salarios de tropas y policías? Además, estaría por verse la relación entre mayores salarios y menos corrupción”. Hay mucha gente inmensamente rica y totalmente corrupta; y por el contrario, existe mucha gente pobre que es honrosamente honesta. Es como la educación: hay gente con mucha educación que es muy mal educada; y gente con poca educación que es bien educada.

“Finalmente, ¿cómo le hace uno para modificar la demanda por droga y productos pirata? La respuesta tiene que ver con dos tiempos: en el corto plazo no queda más que una combinación de instituciones fuertes (estado de derecho), liberación de mercados y competencia” sana por todas partes; en el largo plazo, mejora y ecualización de la población mediante salarios (productividad), cultura (hábitos) e igualdad (con una educación no segregada; es decir, con una escuela no rota).