El profesor como núcleo
social
La clave
para lograr la calidad educativa en nuestro país es darle un lugar central al
profesor dentro de esta ecuación social. El contexto político actual es
alentador
Por Etty
Estévez Nenninger*
Poco se ha
hablado de cómo ayudar a que la reciente Reforma al artículo tercero
constitucional cumpla su objetivo. En medio de un ambiente de disputa entre los
actores involucrados, vale la pena hacer una reflexión crítica de lo que se
puede lograr en el plano práctico. Mi propuesta no es sólo una idea, es ya una
institución con aulas y escritorios. Un par de años antes de la reforma
educativa y la detención de la ex lideresa del SNTE, diseñamos lo que pudiera
ser el siguiente paso estratégico para lograr la calidad educativa en nuestro
país. Les contaré la historia.
El
secretario de Educación y Cultura del Estado de Sonora en turno me solicitó en
2011 formar un equipo de trabajo para diseñar el Centro Regional de Formación
Docente e Investigación Educativa, institución con sede en Hermosillo, Sonora,
e impacto en éste y otros cuatro estados del noroeste de México: Sinaloa,
Chihuahua, Baja California y Baja California Sur. El antecedente del Centro era
la Alianza por la Calidad de la Educación; a pesar del riesgo de que dicho
proyecto cayera en prácticas institucionales viciadas, y a pesar de la visible
demagogia que podía implicar un acuerdo fraguado por la ex lideresa del SNTE y
el anterior gobierno federal, aceptamos con gusto la invitación por el interés
de diseñar nuevas vías institucionales que impulsen un cambio significativo en
el perfil de los profesores.
El Centro
propone una forma de conducir el proceso de formación docente basada en
conectar la educación con otros rubros sociales, generando una cultura
institucional de trabajo conjunto para multiplicar esfuerzos y soluciones de
los diferentes problemas educativos y sociales. Esta idea es consecuente con
planteamientos básicos de la Pedagogía Crítica de Paulo Freire y la Pedagogía
Progresista de John Dewey, los cuales buscan que el estudiante deje de ser un
depositario de información, para convertirse en un ciudadano con capacidades
críticas, dándole a la educación una tarea de cambio social. El sentido de
estas propuestas ya estaba en las ideas de Rousseau en su Contrato Social, y se
puede encontrar actualmente en el constructivismo educativo, en el enseñar a
aprender y en algunas corrientes basadas en competencias. Dichos planteamientos
son fundamento para la formación de un ciudadano participativo y para el
desarrollo de una democracia; no es menos importante la formación de sus
maestros.
Desde las
ideas fundamentales de Freire y Dewey, se busca un estudiante con la habilidad
de pensar críticamente sobre su situación educativa y reflexionar sobre las
conexiones entre sus problemas individuales y su contexto social. Este enfoque
debe extenderse a la formación de los profesores, a la manera en la que enseñan
y participan en su contexto social, en el aula y sus comunidades. Ira Shor
favorece un cambio de rol en el papel del estudiante, al pasar de objeto a
sujeto activo y crítico. El Centro propone hacer lo mismo con los estudiantes
de las normales. Esto empata con la idea de la educación de John Dewey y el
papel protagónico del profesor como miembro de una comunidad, que asiste y guía
al estudiante. Para lograrlo, es imperativo que los profesores tengan las
herramientas científicas necesarias para manejar y canalizar la interacción con
sus comunidades, no sólo en el aspecto curricular y del aula, sino en su papel
como actores sociales.
El Centro
del noroeste existe desde 2012. Fue creado con la misión de innovar en la formación y
actualización de profesores, probando un nuevo modelo formativo con apoyo
sustancial en la investigación, otorgando al docente un estatus profesional
universitario con alto nivel de calidad. Sus criterios académicos buscan el desarrollo
de un “ethos universitario” de carácter intelectual, reflexivo y crítico. El
modelo formativo es abierto y flexible, admite ajustes y modificaciones durante
su aplicación; es experimental en un contexto organizacional diseñado a manera
de laboratorio institucional.
En este
proyecto es clave el enlace que se hace entre los maestros en servicio —que
acuden a la institución para actualizarse o estudiar un posgrado— y las líneas
de investigación de los académicos del Centro, quienes deberán ser investigadores
de alto nivel y docentes reconocidos por su saber experto en áreas de
conocimiento específico. El Centro propone dos líneas de investigación: la educativa y la extraeducativa. La primera
aborda problemas de índole escolar, así como factores externos que repercuten
en lo escolar. El Centro tiene el encargo de investigar formalmente dichos
temas para comprenderlos y encontrar soluciones traducibles a políticas
educativas eficaces. La línea extraeducativa se refiere a problemas sociales
que se originan fuera del espacio educativo pero se ven reflejados dentro del
aula, concibiendo a la escuela como el núcleo comunitario donde se manifiestan
diferentes problemáticas; su función principal es la identificación,
diagnóstico y canalización institucional de problemas sociales. Será gracias al
trabajo de recopilación de datos cualitativos en la labor diaria de los
profesores, que las diferentes líneas de investigación serán nutridas para su
desarrollo formal por parte de los académicos del Centro.
Creemos que
la clave para lograr la calidad educativa en nuestro país es darle un lugar
central al profesor dentro de esta ecuación social. También creemos que el
contexto político actual es alentador. Las dudas que surgen a partir de la
reciente reforma educativa pueden ser resueltas en gran parte con un proyecto
de formación docente innovador. Esperamos que este proyecto no muera en el
ciclo institucional de la discontinuidad o por su deficiente operación (existen
ya varios avistamientos de que el sentido plasmado en el documento de creación
del Centro pueda descarrilar, principalmente, por la elección de su planta
docente y el desarrollo de sus planes de estudio). Estamos convencidos de que,
con la voluntad política adecuada, se le podrá rescatar y sacarle el mejor
provecho posible. Hace falta someterlo al estudio crítico de los
investigadores, así como al dinamismo y accionar institucional. Es momento para
el debate nacional profundo y serio en torno a nuestro futuro en política
educativa.
*Doctora en
Ciencias, miembro del Sin. Profesora-investigadora de la Universidad de Sonora.