La prueba Enlace ¿mejora
la educación?
Martha de
Jesús López Aguilar*
Apesar del
fracaso de la reforma educativa en Estados Unidos, sustentada en exámenes
estandarizados con un esquema empresarial, y ante la rebelión de estudiantes,
padres de familia y maestros por los nulos resultados de una mejora educativa
después de 10 años de aplicación, ha aumentado la exclusión, segregación y
racismo al cerrar escuelas donde asistían estudiantes afroestadunidenses y
latinos, se culpa sólo a los maestros por los malos resultados, se profundiza
la precarización de sus condiciones laborales, miles de maestros han sido
despedidos, hay un debilitamiento sindical y una mayor intervención empresarial
( La Jornada, 1º/6/13).
En México,
el gobierno peñista pretende imponer una reforma educativa semejante a la
estadunidense, con una continuidad manifiesta desde el salinismo, demostrando
su fracaso desde 1994, cuando se aplicó un examen estandarizado de español y
matemáticas a los estudiantes de tercero a sexto de primaria y tercero de
secundaria para evaluar el factor de aprovechamiento escolar a los maestros
adscritos a Carrera Magisterial. En 2006 el Examen Nacional para el Logro
Académico de los Centros Escolares (Enlace) se aplicó a todos los estudiantes
de tercero a sexto de primaria, de primero a tercero de secundaria y el nivel
medio superior, vendiendo la idea ficticia-axiomática-mercantil de que a mayor
número de evaluaciones mayor calidad educativa. Estos exámenes estandarizados
nunca fueron sometidos a un diagnóstico, seguimiento y evaluación de sus
resultados, a pesar del impresionante despliegue de recursos técnicos y de
absorber un elevado costo del reducido presupuesto educativo.
Para
alcanzar la supuesta calidad educativa el gobierno considera a la evaluación
como un medio y un fin en sí mismo en la reforma educativa de manera
apriorística y pragmática. Ejemplo de ello es la aplicación nuevamente de
Enlace a partir del 3 de junio de 2013 a 15.7 millones de estudiantes de
primaria y secundaria, cuyas características son las siguientes:
Estandarizada
para normar, regimentar, limitar, uniformizar la conducta y los conocimientos
de los estudiantes y maestros, con un pensamiento único.
Censal, al
definir el criterio de cuántos evaluados llegan a cierto número de conocimientos
medibles.
Medición
para obtener una cifra que posibilita comparar a estudiantes, maestros,
escuelas, regiones, estados y países, reduciéndolos a datos estadísticos.
Opción
múltiple donde supuestamente la respuesta correcta es una y su calificación es precisa
y prestablecida.
Ambigua y
confusa porque de un reactivo, varias o todas las respuestas son correctas, o
ninguna opción lo es o hay preguntas o respuestas que no se entienden.
Rígida,
basada en un axioma; ordenada, unilateral y parcial al medir un tipo de
conocimiento dejando al margen los demás conocimientos, capacidades,
habilidades de los alumnos y docentes.
Exhaustiva,
pues contiene lecturas largas y tediosas sin vinculación precisa con los
reactivos. Hay problemas matemáticos de difícil comprensión y solución que
requieren de mayor tiempo para resolverlos.
Pragmática:
pretende la búsqueda de un ideal centrado en el éxito inmediato a partir de los
resultados obtenidos y no de un proceso formativo para la vida a largo plazo.
Antipedagógica:
elaborada al margen del interés del estudiante, del trabajo docente, de los
planes y programas de estudio de las interacciones y vivencias que se dan en el
proceso de aprendizaje.
Externa, al
desligarse de este proceso se convierte en un hecho que viene de afuera, ajeno
a lo que ocurre en las aulas.
Desintegradora
y parcial. El conocimiento se induce a una visión fragmentada de la realidad.
El razonamiento verbal y matemático es el único proceso de cognición y
valoración. No importa el desarrollo cognoscitivo, sicomotor y formativo de los
estudiantes.
Clasificatoria.
Etiqueta a alumnos, docentes y escuelas de acuerdo con sus resultados.
Descontextualizada
e inequitativa, al no considerar diferencias étnicas, culturales, regionales,
geográficas o lingüísticas y omitir poblaciones escolares diferentes: alumnos
discapacitados, de la calle.
Clasista.
Los estudiantes pobres de escuelas pobres obtienen resultados desfavorables,
pues el examen está diseñado desde la cultura y lenguaje de la clase media
citadina y omite la cosmovisión de los niños pobres, indígenas, del campo y
zonas marginadas.
Discriminatoria.
No se prepara para una educación comunitaria, bilingüe e intercultural. Se
impone un pensamiento único, homogéneo a través de reactivos y respuestas uniformes,
violentando los derechos de los pueblos originarios, provocando el etnocidio de
las culturas.
Excluyente y
autoritaria, sin la participación de estudiantes, maestros y padres de familia
en el proceso de elaboración hasta su registro. Especialistas y académicos
coinciden en que las evaluaciones estandarizadas son imprecisas, superficiales
y limitadas, además de que tampoco fueron tomados en cuenta.
Punitiva
porque contiene castigos para las escuelas, docentes y alumnos con bajos
resultados.
Conductista
porque además de centrar la educación en la memorización y medición, se castiga
con el despido o premia a los docentes y escuelas con buenos resultados
mediante estímulos económicos.
Instrumental-utilitarista
y mercantil, al imponer criterios axiológicos de mercado: eficacia, eficiencia,
competencia, individualismo y productividad sustentada en la meritocracia.
Son un gran
negocio con la venta de libros y exámenes previos y aumentan la corrupción con
la venta de Enlace que va desde 300 a 2 mil pesos, pese a las denuncias
documentadas que desde hace cuatro años ha hecho la CNTE.
Ante las
evidencias demostradas, la CNTE, con justa razón, ha exigido la abrogación de
la reforma educativa. Como parte de la negociación con la Secretaría de
Gobernación, realizará nueve foros regionales y uno nacional. El reto es lograr
una amplia convocatoria dirigida en un solo torrente, capaz de impedir la
privatización de la educación pública y la afectación de los derechos laborales
del magisterio. Con esta perspectiva se hace necesario lograr que sean menos
los estudiantes que abandonen los estudios y la escuela pública cumpla con su
función emancipadora necesaria para construir una sociedad con un proyecto
educativo justo, incluyente y democrático.
*Profesora
de educación primaria, maestra en investigación educativa; autora del libro El
movimiento magisterial en la primavera magisterial de 1989.