Sobre educación de
vanguardia
Carlos Fazio
Para la
Secretaría de Educación Pública (SEP), cada cambio de gobierno significa un
nuevo comienzo. Con Enrique Peña no podía ser diferente. La imposición de la
contrarreforma educativa es un problema político. La creación de un servicio
profesional docente busca fijar los términos de ingreso, promoción y
permanencia de los maestros sobre un esquema de medición y evaluación
estrictamente técnico. Como parte central de un aparato de supervisión y
vigilancia, la evaluación formalista, vertical y persecutoria de maestros quedó
en manos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), como
mecanismo de control centralizado y principal vía de injerencia del gobierno
federal en la enseñanza.
Más allá de
la retórica gubernamental, el aspecto medular de la contrarreforma es
transformar el sistema educativo en una empresa privada según los lineamientos
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde
el control de los empleados (maestros) será con base en resultados, premios y
castigos. ¿Qué significa evaluar a los maestros? ¿Se medirán sus habilidades
cognitivas, sus conocimientos sobre los contenidos generales de los programas,
lo que saben sobre pedagogía y sicología, su manejo de didáctica y metodología,
su quehacer en el aula? ¿Qué parámetros habrá de considerar la evaluación y con
qué finalidad? ¿Dónde quedaron los niños, actores principales del proceso de
enseñanza-aprendizaje?
Como
tendencia, la contrarreforma educativa parece encaminarse hacia el modelo de
vanguardia del siglo XXI: el Sistema UNO del Grupo Santillana, integrante del
Grupo Prisa, el corporativo privado con más poder en la industria de medios en
español, dueña de periódicos, televisoras, editoriales de todo tipo (Aguilar,
Alfaguara, Santillana, etcétera), empresas de entretenimiento y radiodifusoras
en varios países y asociada en México con Televisa, en su sección de
radiodifusoras.
Con eje en
dos programas, el Sistema Educativo por Competencias (SE) y el Bicultural
English Program (BE), UNO gestiona, además, la digitalización de la escuela, la
formación permanente de toda la comunidad y la evaluación constante de sus
acciones, y busca educar a los niños para ser ciudadanos integrales,
competitivos y felices. En rigor, se trata de un modelo empresarial que
establece una relación inicial de alianza económica con los dueños de las
escuelas privadas, para convencer a los directivos, maestros y padres de
familia de ser parte de un proyecto para soñadores que actúen; pero su objetivo
final es la enseñanza pública.
La
vanguardia consiste en digitalizar las aulas. Sólo que los padres son quienes
pagan tal digitalización y una serie de servicios de evaluación para sus hijos
y formación para ellos (padres), en un paquete con costos que se incrementa
cada ciclo escolar: libros de texto integrados para las materias de lengua
madre e inglés; renta anual de Ipads (Apple) compartidas en los grupos;
evaluaciones estandarizadas con las empresas con quienes Sistema UNO se va
asociando (Cambridge University en la certificación de inglés; Apple en
digitalización; Avalia y Lexum en el proceso de evaluación; Discovery en
ciencia y tecnología en Tv, y la Universidad de las Américas Puebla en
capacitación). Además de congresos mediáticos masivos para directores y
maestros, y talleres escuelas para padres, que giran alrededor de un idealismo
mercantilista con eje en el sueño del cambio educativo, que obtura cualquier
posibilidad de pensamiento propio.
Desde 2011,
sin contar con una metodología de enseñanza, mapa curricular de contenidos o un
programa de desarrollo de habilidades, la manipulación de la publicidad
mediática generada por la editorial Santillana alrededor del Sistema UNO
Internacional ha logrado que las políticas educativas en escuelas privadas de
México, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, Guatemala, El Salvador y Honduras
se den con base en parámetros empresariales homogeneizadores encubiertos, que
omiten discutir el nuevo modelo de escuela y los paradigmas teórico-metodológicos
y pedagógicos acordes a la situación específica de cada país.
Según el
argentino Pablo Doberti, ex director de Santillana Venezuela y director general
de Sistema UNO −quien junto con los mexicanos Ricardo Rubio y Leonardo
Kourchenko (vicepresidente de información internacional de Noticieros Televisa)
forman el cuadro de conferencistas magistrales−, tanto en México como en Brasil
los modelos tradicionales de enseñanza fracasaron y el reto, hoy, está en
enfrentar lo digital, el desarrollo de competencias y hacer ciudadanos globales
(sic), ya que el problema es homogéneo en toda Latinoamérica.
Además de
omitir las particularidades específicas y particulares a cada escuela,
población, ciudad y país, la homogeneización implícita en el discurso vago y
hueco de Doberti anula los procesos individuales que supone la construcción de
conocimiento en las aulas. En particular, el hecho de que hacer propia una
competencia genera heterogeneidad en el grupo escolar, ya que las condiciones y
circunstancias propias de cada alumno afectará su nivel de adquisición de
conocimiento.