Las ciudades líderes en ciencias
ANDRÉS
OPPENHEIMER
La
prestigiosa revista Nature Scientific Reports acaba de publicar un mapa mundial
de las ciudades más importantes en investigación científica, y los países
latinoamericanos brillan por su ausencia: muestra el hemisferio norte del
planeta lleno de luces, y el sur casi uniformemente oscuro.
El
mapa es especialmente significativo porque no se trata de una opinión subjetiva
de los editores de la revista, sino un estudio basado en más de 450 mil
artículos y citaciones científicas provenientes de más de 2 mil ciudades de
todo el mundo publicados en revistas de la American Physical Society en los
últimos 50 años.
El
mapa muestra que, pese a la persistente superioridad tecnológica de Estados
Unidos, el porcentaje de estudios de física originado en Estados Unidos ha
caído del 86 por ciento del total mundial en la década de 1960 a menos del 37
por ciento en la actualidad.
Boston,
Berkeley y Los Ángeles siguen siendo los centros de producción científica más
importantes del mundo en la física, pero les siguen Tokio (Japón) y Orsay
(Francia). La lista de las 20 ciudades principales del mundo incluye a Chicago,
Princeton, Roma (Italia), Londres (Inglaterra) y Oxford (Inglaterra).
Dentro
de Estados Unidos, se ha producido un traslado gradual de la producción de
conocimiento desde unas pocas ciudades de las costa Este y Oeste hacia algunas
ciudades del Medio Oeste y el Sur. De manera similar, en Europa, ya no hay un
predominio absoluto de Inglaterra y los países nórdicos, como en la década de
1990, sino que se ha producido un gradual ascenso de ciudades en Francia,
Italia y España.
Pero
no hay ninguna ciudad latinoamericana entre las primeras 100 ciudades
productoras de conocimiento científico del mundo, según la publicación.
Una
tabla que aparece junto al mapa detalla que el 56 por ciento de las 100
primeras ciudades productoras de trabajos científicos del mundo se encuentra en
Norteamérica, el 33 por ciento en Europa, y el 11 por ciento en Asia.
Tras
leer estas cifras, llamé al Dr. Nicola Perra de la Universidad Northeastern,
uno de los investigadores responsables del estudio, para comprobar si había
leído bien la tabla.
“Sí”,
me dijo. “No hay ninguna ciudad latinoamericana entre las primeras 100″.
Una
explicación posible es que las universidades latinoamericanas son bastante
buenas en humanidades, pero no están entre las mejores del mundo en ciencias e
ingeniería, según otro ranking de las mejores universidades del mundo por materias,
publicado la semana pasada por QS World University Rankings.
En
filosofía, hay tres universidades latinoamericanas entre las mejores 50 del
mundo (la UNAM de México, en el puesto 32, la Universidad de Sao Paolo de
Brasil, en el 41, y la Universidad de Campiñas de Brasil, en el 44).
Pero
no hay una sola universidad latinoamericana entre las mejores 50 del mundo en
física, química, ingeniería, astronomía, o ciencias de la computación, que
incluyen a varias de China, India, Corea del Sur y Singapur, según el ranking
por disciplinas de QS.
Richard
Florida, un profesor de la Universidad de Toronto que es un gurú internacional
en el tema de las ciudades innovadoras, me dijo que el mapa de Nature
Scientific Reports es “verdaderamente perturbador” para el mundo en desarrollo.
Según
Florida, el mapa revela que pese a todo lo que se escribe sobre el ascenso del
mundo emergente, y pese a la desconcentración de los centros científicos, la
brecha entre los países ricos y pobres no está disminuyendo mucho en el campo
de las ciencias.
Eso
es una mala noticia, dice, porque estamos en una economía global basada en el
conocimiento, en la que la ciencia y la ingeniería determinan cada vez más la
riqueza de las naciones. “En el pasado, la ciencia era un reflejo de la riqueza
de un país. Ahora, la ciencia es lo que produce riqueza”, dice Florida.
Mi
opinión: El mapa del Nature Science Reports debería ser colgado en todas las
universidades y edificios públicos de varios países latinoamericanos. Serviría
para poner en ridículo las disparatadas afirmaciones de algunos Presidentes,
según los cuales sus países están en la vanguardia de la investigación
científica mundial.
Es
cierto que, afortunadamente, Brasil, México y Chile, entre otros, están
poniéndose las pilas y aumentando drásticamente sus intercambios estudiantiles
y académicos con universidades del primer mundo, como los asiáticos vienen
haciendo desde hace varias décadas.
Y
también es cierto que muchos científicos latinoamericanos -individualmente-
sobresalen en las principales universidades del mundo.
Pero
el mapa de las ciudades líderes en ciencias debería servir como un poderoso
recordatorio del fenomenal desafío que enfrentan nuestros países para formar
parte de la vanguardia científica mundial.
Habría
que poner este mapa a la vista de todos, como un antídoto contra la
complacencia, y como un llamado a invertir más y mejor en la investigación
científica que más le convenga a cada país.
Twitter:
@oppenheimera
Publicado
en El Nuevo Herald. Reproducido con permiso del autor.