Una propuesta educativa
desde el México profundo
Luis
Hernández Navarro
El pasado
jueves 2 de mayo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), entregó a la Secretaría de Gobernación un documento titulado Hacia la
educación que necesitamos los mexicanos (http://cnteseccion9.wordpress.com/).
Allí, en seis apretadas cuartillas, se resumen tanto sus razones para oponerse
a la reforma educativa en curso como su propuesta pedagógica.
El proyecto
alternativo del magisterio democrático expresa el sentir de cientos de miles de
docentes de todo el país, sobre todo de los provenientes de los estados con
mayor pobreza, marginación y violencia. También de aquellos que laboran en las
orillas de los grandes centros urbanos, muy lejos de los enclaves de
prosperidad. Ellos atienden a una parte muy importante de la población que no
tiene al español como primera lengua, a hijos de familias partidas por la
migración y a pequeños de poblaciones rurales ajenas a cualquier bienestar
material.
Hacia la
educación que necesitamos los mexicanos es un programa de enseñanza elaborado a
partir de las raíces sociales profundas de los profesores democráticos y de su
compromiso con el país. Un texto surgido de su presencia como maestros –y a
menudo como líderes cívicos y sociales– en comunidades (muchas de ellas
indígenas), pueblos y ciudades de todo el país. Ellos conocen, mejor que
cualquier autoridad gubernamental, muchas de las partes más problemáticas de la
nación. Son testigos directos de la incapacidad del Estado para dar una
educación digna a niños y jóvenes. Desde hace décadas, se han encargado, en
condiciones verdaderamente difíciles, con muy pocos recursos y grandes
carencias, de formar a estudiantes que con frecuencia llegan a las aulas sin
probar bocado, presionados para dejar la escuela a la brevedad.
Su propuesta
educativa surgió de multitud de foros, talleres, reuniones, seminarios y
encuentros pedagógicos efectuados a lo largo de más de tres décadas. Es una
síntesis de una diversidad de experiencias prácticas conscientemente ignoradas
o desconocidas por los funcionarios educativos. Allí se resumen propuestas como
el Plan alternativo para la transformación de la educación en Oaxaca (PTEO), el
movimiento pedagógico José María Morelos y Pavón de Michoacán, las escuelas
altamiranistas de Guerrero y muchos otros proyectos más elaborados en escuelas
o regiones escolares de distintas entidades.
En el
documento los maestros ratifican su rechazo a la reforma educativa, porque lo
único que ofrece es que habrá más exámenes estandarizados y todo un aparato de
supervisión y vigilancia sobre niñas y niños, maestros y escuelas. Porque no es
una reforma que retome las grandes carencias y les ofrezca una respuesta más
allá de medir, vigilar, estimular y castigar. Por el contrario, se trata de una
norma persecutoria que amenaza con despedir a miles de maestros y con seguir
descalificando como insuficientes a millones de niños. Es una legislación
centralista, atentatoria de la pluriculturalidad y multietnicidad de la nación.
Se trata de una reforma acordada vertical y autoritariamente, sin una discusión
nacional, al margen de quienes deben llevarla a cabo: los maestros de
banquillo.
Hacia la
educación que necesitamos los mexicanos propone una verdadera transformación de
la enseñanza basada en una educación humanista que sustituya los valores del
mercado por la práctica de valores universales; que recupere y coloque en
primer plano el respeto y la ampliación del derecho humano a la educación, el
fortalecimiento de la educación pública y un proceso educativo sólidamente
arraigado en las necesidades del desarrollo de las personas y de sus
comunidades y regiones.
Advierte el
grave problema de la desigualdad en la enseñanza que existe en el país. Para
enfrentarlo, propone aprobar el gasto de 12 por ciento del PIB para la educación
a fin de garantizar la ampliación de la infraestructura en educación en todos
los niveles, equipamiento y número de maestros. En 2013 se le asignó apenas 567
mil 379 millones de pesos, equivalente a 3.78 por ciento del PIB.
Los maestros
democráticos exigen que todos los centros escolares del país cuenten con las
condiciones óptimas materiales y humanas para desarrollar su labor. Demandan,
además, de la actualización de docentes que se encuentran en servicio en todos
los niveles. Sostienen que se necesita de un sistema nacional de bibliotecas
presenciales y virtuales y acabar con el analfabetismo.
La CNTE no
se opone a la evaluación, sino que propone una distinta, de abajo arriba. Una
evaluación horizontal realizada desde las propias escuelas y comunidades,
desarrollada como un ejercicio dialógico (basado en el diálogo y razonamiento)
a nivel de cada zona, región y entidad federativa. Una evaluación que, al mismo
tiempo que describe los problemas, analiza los factores que los causan, los
remedios que pueden darse y recoge las experiencias exitosas de maestros y
escuelas para mejorar la educación.
Propone que
en cada escuela se forme un consejo de evaluación electo por la comunidad, que
considere diversos elementos como las condiciones materiales del plantel, el
trabajo docente, la carga administrativa, asistencia regular de alumnos,
aprovechamiento académico, desempeño de las autoridades educativas. Este modelo
debe reproducirse a escala estatal.
Los maestros
democráticos sostienen que se requiere refundar las escuelas normales para
fortalecer su misión histórica. El normalismo –afirman– debe defenderse y
fortalecerse. Demandan la asignación de la plaza automática para todos los
egresados de las escuelas normales públicas, quienes fueron acreditados por una
institución formadora reconocida oficialmente y cuentan con el perfil y el
derecho correspondiente.