Obama
y la integración educativa
ANDRÉS
OPPENHEIMER
Aunque los
titulares de la prensa durante la visita del Presidente Obama a México se
centraron en la inmigración, la seguridad y el narcotráfico, el resultado más
importante -y que pasó más inadvertido- de su viaje se dio en un área
totalmente diferente: los intercambios estudiantiles.
Suena
aburrido, pero si el proyecto de Obama y el Presidente mexicano, Enrique Peña
Nieto, de aumentar drásticamente los intercambios estudiantiles se convierte en
realidad, podría ser un punto de inflexión en la historia de las relaciones
entre Estados Unidos y México, y en la integración económica de América del
Norte.
Actualmente,
pese al Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) de 1994 entre
Estados Unidos, México y Canadá, las cifras de los intercambios académicos
entre Estados Unidos y México son patéticas.
Sólo hay 13
mil 700 estudiantes mexicanos en las universidades estadounidenses, comparado
con 194 mil estudiantes chinos, 100 mil de India y 72 mil de Corea del Sur,
según el Instituto Internacional de Educación. Hasta Vietnam, un país comunista
con una población inferior a la de México, tiene más estudiantes en universidades
estadounidenses (15 mil) que México, según el IIE.
De manera
similar, el número de estudiantes estadounidenses en universidades mexicanas es
ridículamente bajo, de sólo 4 mil, comparado con 33 mil jóvenes estadounidenses
que estudian en Gran Bretaña, 30 mil en Italia, 26 mil en España y 15 mil en
China, dicen las cifras del IIE.
Obama y Peña
Nieto acordaron en su encuentro el 2 de mayo la creación de un Foro Bilateral
sobre Educación Superior, Innovación e Investigación, dirigido por la Fundación
Nacional de Ciencias de Estados Unidos y el CONACYT de México, para acelerar
los intercambios estudiantiles y académicos.
“Queremos
más mexicanos estudiando en Estados Unidos, y más estadounidenses estudiando en
México”, dijo Obama. “Y vamos a centrarnos en ciencia, tecnología ingeniería y
matemática”.
Según el
Gobierno mexicano, antes de fin de año México lanzará unilateralmente un plan
destinado a cuadruplicar, en el transcurso de los próximos cinco años, el
número actual de estudiantes mexicanos en las universidades estadounidenses.
El
subsecretario mexicano de educación superior, Fernando Serrano, me dijo en una
entrevista telefónica que México lanzará un programa de becas con fondos
públicos y privados, que aumentará a “entre 40 mil y 50 mil” el número de
estudiantes mexicanos en las universidades estadounidenses para el 2017.
“Hoy son
poquísimos, y la cantidad se ha mantenido igual desde hace quince años”, dijo
Serrano. “Vamos a corregir eso”.
En México,
Obama dijo que también buscará maneras de aumentar el número de estudiantes
estadounidenses en México, bajo su plan de aumentar a 100 mil el número de
estudiantes universitarios de Estados Unidos en Latinoamérica en los próximos
diez años.
La idea que
subyace a todos estos planes -así como al plan de becas en el exterior
recientemente anunciado por Brasil- es la de replicar el exitoso programa de
las becas Erasmus de la Unión Europea, por las que más de 1 millón de
estudiantes universitarios de Europa han podido estudiar en otros países
europeos desde que el programa se inició a fines de la década de 1980.
Tal como me
recordó esta semana Guillermo Hirschfeld, profesor de la universidad española
Rey San Carlos, en Europa, el programa Erasmo hizo mucho más que darles una
educación más globalizada a los estudiantes: fue crucial para cimentar la idea
de Europa como un bloque económico.
“Lo más
importante del Erasmus fue que ayudó a forjar lazos humanos, a derribar
tendencias nacionalistas, y a destruir prejuicios sobre otros países en un
continente que había estado plagados de conflictos en la primera mitad del
siglo 20″, dice Hirschfeld, autor de un estudio que propone un programa Erasmus
para las Américas.
Mi opinión:
Coincido totalmente. Es hora de darle nuevo impulso al acuerdo NAFTA, que ya
tiene dos décadas, y una de las mejores maneras de hacerlo sería aumentar los
intercambios estudiantiles para que, con el tiempo, se reduzcan los prejuicios
que han obstaculizado la integración económica de América del Norte.
Si
Washington y México cumplen con sus promesas de aumentar considerablemente sus
intercambios estudiantiles -y en esto se justifica un cierto escepticismo, ya
que ambos países lanzaron hace dos décadas un plan similar que no llegó muy
lejos-, este podría ser el plan bilateral más importante desde que se firmó el
NAFTA.
Deberían
implementarlo de inmediato y lanzar simultáneamente un plan que permita a las
universidades de ambos países ofrecer títulos conjuntos, como ha hecho la Unión
Europea con su Plan Bologna, que permite a estudiantes obtener títulos
universitarios validos en otros países europeos.
Todo esto
podría tener un impacto mucho mayor sobre el futuro de las relaciones entre
Estados Unidos y México -y sobre la prosperidad de América del Norte- que todos
los acuerdos sobre los temas del día que aparecen en los periódicos. Y puede
hacerse realidad.
(Publicado en
el Nuevo Herald)