sábado, 13 de octubre de 2012


Columna Acentos
El cantautor Herme el güero Ocaña
Por Luis Gerardo Martínez García

Profesor porque para eso estudió; cantautor porque para eso nació, eso es Hermenegildo Ocaña Hernández. Universitario (pedagogo) dedicado a cantar y a componer canciones infantiles, de protesta y boleros que nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz, el día 7 de enero de 1967.

Herme el güero Ocaña tiene motivos suficientes para escribir canciones que hablan del amor, del sufrimiento, del triunfo, del desengaño, de la familia, de la escuela; pero también de política, de educación, de religión, de cultura y de tradiciones, porque la vida le ha dado la inteligencia y la facilidad de ver la vida a través de las almas de los que aspiramos un mundo mejor.

El güero tiene motivos como su familia, especialmente su madre doña Alicia Hernández Zárate, originaria de Jilotepec y quien falleciera hace algunos años. “Un ángel (dice) que nos diera Dios por madre, quien sufrió y luchó sola lo inimaginable por sacarnos adelante, a mí y mis hermanos.” Aprovecha para agradecer a Joaquín, su hermano mayor, a quien quiere como su padre: “Él cambió juguetes por obligaciones.” Todo lo vivido, a Herme le dio la fortaleza y el conocimiento como cantautor de esa calidad humana para poder ser un intérprete y un compositor identificado con el sentir del pueblo de nuestros días.

Originario de Banderilla, Veracruz, su padre, don Hermenegildo Ocaña Jiménez (ya fallecido) fue un extraordinario barítono, cantante de ópera en la Orquesta Sinfónica de Xalapa, trabajando por muchos años bajo la batuta del maestro Mateo Oliva Oliva. Esa herencia genética seguramente la lleva el güero en su esencia y en su alma, por eso tiene una de las voces más privilegiadas de Veracruz, además de tocar la guitarra con peculiar habilidad, creo que es uno de los virtuosos de este instrumento de cuerdas en el género de la música popular.

Como profesor en una escuela de educación preescolar, Ocaña Hernández ha dedicado tiempo para escribirle a los niños de esa edad, compartiéndoles sus saberes sobre ecología, la vida, las letras, los números, el respeto, los colores, los padres y la ciencia.

Es fácil encontrarnos a Herme el güero Ocaña en las calles de la ciudad con su inseparable guitarra… caminando la esperanza, soñando lo diferente, creyendo en sus convicciones: podemos verlo a un costado del parque escribiendo una canción para alguien especial o para alguien singular o para alguien sinnombrar. Y también podemos escucharlo por horas cantando sus canciones y platicando su vida, riéndose y haciendo reír de lo inesperado, de aquello que todos queremos decir y no lo hacemos con esa peculiar ironía y alegría. Herme el güero Ocaña dice lo que piensa, a lo que no muchos oídos están habituados, aunque todos estén de acuerdo.

Tres son las razones por las que Hermenegildo Ocaña Hernández ama la música: “La primera porque responde a un mundo maravilloso en el que para viajar necesitas alma, mente, sensibilidad, creatividad, aptitud y actitud, porque existe comunión entre Dios y la música; la segunda, porque la música es un canalizador de emociones, energías y estados de ánimo, cubre la necesidad de expresar lo que se piensa y siente; y, la tercera razón, por la innegable necesidad económica,” afirma contundente.

Siendo estudiante de educación secundaria empezó a tocar guitarra. A Hermenegildo eso le ayudó a pagar sus estudios y a vivir de ahí en adelante. Le gusta interpretar diferentes géneros musicales. Particularmente le gusta la música de los años 50 al 2000, “Porque es hermosa y evoca a la gente adulta bellos y mágicos recuerdos.” Prefiere a los compositores de antaño como José Alfredo Jiménez, Manuel Esperón. Álvaro Carrillo y Alberto Aguilera Valadez porque escribieron sus canciones con música del corazón, dice, y con lágrimas del alma.

Aún siendo niño escribía ya versos, poesías, acrósticos y calaveras “Con eso me ganaba el desayuno y el afecto del maestro,  por eso me he dedicado en cuerpo, alma, mente y corazón a componer canciones de tipo ecológico, social, espiritual y popular,” ganándose así el reconocimiento de sus amigos más cercanos.

Varias composiciones están en espera de una grabación digna y remunerable. El trabajo músico-intelectual de Herme el güero Ocaña toca puertas que abrirán en su momento, ese que nadie sabe cuándo llegará y de la mono de quien. Y por lo que veo, el güero lleva compuestas más de trescientas canciones, de las cuales cincuenta aproximadamente son infantiles. Incansable, siempre tiene una canción nueva.

Pero las satisfacciones que le han quedado son varias, entre otras, el poder contribuir a la población infantil con un mensaje. Con sus canciones, su charla, su alegría, su tristeza y valiosa amistad, Herme el güero Ocaña nos da siempre una lección de vida. Sus letras no son palabras que se lleva el viento, son pensamientos que quedan para vivirse. Un amigo así es para siempre. sinrecreo@hotmail.com