Columna Acentos
El IIPE y las universidades
corruptas
Por Luis Gerardo Martínez García
La
corrupción en sus diversas manifestaciones es un fenómeno típico en ciertos
sectores de la sociedad, como podemos ver las universidades ya no son la
excepción. Se habla de contrataciones fraudulentas, estudios sin registro, cobros
ilegales, malversaciones y fraudes académicos. Desafortunadamente los afectados
directos son los alumnos que, con el afán de realizar sus estudios
universitarios suelen creer en ofertas que resultan ser un fraude. En
consecuencia también es dañada la sociedad por este tipo de prácticas.
Es una
preocupación de propios y extraños. Leemos en la prensa, escuchamos a amigos y
se tiene conocimiento que algunas universidades son corruptas y fraudulentas.
Con seguridad muchos de nosotros al escuchar que existen escuelas y
universidades corruptas viene a nuestra mente por lo menos un par de
universidades que vienen sembrando de tiempo atrás una imagen en el colectivo
social. Esto también repercute en el deterioro de las universidades, como
entidad de conocimiento y cultura.
Todo esto
no se podría explicar sin argumentos: “No faltan los datos empíricos para
ilustrar las diversas formas que puede tomar la corrupción en el sector de la
educación. Las encuestan sugieren que la desviación de fondos destinados a las
escuelas puede ser enorme; sobornos y cohechos en el reclutamiento y promoción
de docentes inducen una disminución de la calidad de la docencia; mientras que
los cobros ilegales de derechos para ingresar en las escuelas y otros gastos
ocultos contribuyen a la reducción de las tasas de escolarización y al aumento
de los índices de deserción escolar” señala la UNESCO.
En el
libro Escuelas corruptas, universidades
corruptas: ¿Qué hacer?, sus autores Jacques Hallak y Muriel Poisson
presentan los resultados de una rigurosa investigación sobre ética y corrupción
en la educación. Como parte de las líneas de investigación del Instituto
Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE-UNESCO) se publica el
reporte que, por una parte incita a una toma de conciencia en los responsables
de la educación para combatir la corrupción; y por otra, propone estrategias
para detectar y evaluar los alcances de la corrupción. Es un libro que bien se
puede convertir en una guía de estrategias para limitar malas prácticas.
Sin duda
este libro generará controversia, en virtud de la aparición de nombres de
escuelas y universidades corruptas. Pero lo más valioso, a mi parecer, es que
Hallak y Poisson proponen recomendaciones para los responsables políticos y
gerentes educativos; “Argumentan que una mayor transparencia de los sistemas de
reglamentación, un esfuerzo de las capacidades de gestión para mejorar la
rendición de cuentas y una mejor apropiación del proceso de gestión pueden
contribuir al desarrollo de sistemas educativos exentos de corrupción.” Lectura
recomendable para los interesados en temas educativos. sinrecreo@hotmail.com