jueves, 18 de octubre de 2012


Columna Acentos
El IIPE y las universidades corruptas
Por Luis Gerardo Martínez García

La corrupción en sus diversas manifestaciones es un fenómeno típico en ciertos sectores de la sociedad, como podemos ver las universidades ya no son la excepción. Se habla de contrataciones fraudulentas, estudios sin registro, cobros ilegales, malversaciones y fraudes académicos. Desafortunadamente los afectados directos son los alumnos que, con el afán de realizar sus estudios universitarios suelen creer en ofertas que resultan ser un fraude. En consecuencia también es dañada la sociedad por este tipo de prácticas.

Es una preocupación de propios y extraños. Leemos en la prensa, escuchamos a amigos y se tiene conocimiento que algunas universidades son corruptas y fraudulentas. Con seguridad muchos de nosotros al escuchar que existen escuelas y universidades corruptas viene a nuestra mente por lo menos un par de universidades que vienen sembrando de tiempo atrás una imagen en el colectivo social. Esto también repercute en el deterioro de las universidades, como entidad de conocimiento y cultura.

Todo esto no se podría explicar sin argumentos: “No faltan los datos empíricos para ilustrar las diversas formas que puede tomar la corrupción en el sector de la educación. Las encuestan sugieren que la desviación de fondos destinados a las escuelas puede ser enorme; sobornos y cohechos en el reclutamiento y promoción de docentes inducen una disminución de la calidad de la docencia; mientras que los cobros ilegales de derechos para ingresar en las escuelas y otros gastos ocultos contribuyen a la reducción de las tasas de escolarización y al aumento de los índices de deserción escolar” señala la UNESCO.

En el libro Escuelas corruptas, universidades corruptas: ¿Qué hacer?, sus autores Jacques Hallak y Muriel Poisson presentan los resultados de una rigurosa investigación sobre ética y corrupción en la educación. Como parte de las líneas de investigación del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE-UNESCO) se publica el reporte que, por una parte incita a una toma de conciencia en los responsables de la educación para combatir la corrupción; y por otra, propone estrategias para detectar y evaluar los alcances de la corrupción. Es un libro que bien se puede convertir en una guía de estrategias para limitar malas prácticas.

Sin duda este libro generará controversia, en virtud de la aparición de nombres de escuelas y universidades corruptas. Pero lo más valioso, a mi parecer, es que Hallak y Poisson proponen recomendaciones para los responsables políticos y gerentes educativos; “Argumentan que una mayor transparencia de los sistemas de reglamentación, un esfuerzo de las capacidades de gestión para mejorar la rendición de cuentas y una mejor apropiación del proceso de gestión pueden contribuir al desarrollo de sistemas educativos exentos de corrupción.” Lectura recomendable para los interesados en temas educativos. sinrecreo@hotmail.com