Más sobre la Edutopía
El
sistema educativo requiere maestros educados, democráticos y libres. En ellos
reside la práctica fundamental. Si queremos cambios profundos en la educación,
México debe transitar de la democracia incipiente a la democracia plena como
marco para un nuevo sistema educativo
Carlos
Ornelas*
Para mi amigo, Miguel Alonso Raya, en
su dolor.
Hace unas
semanas, una maestra me regañó. Me dijo —y no le falta razón—que en mis
artículos y libros me ocupo de señalar lacras y que no me aplico a forjar
propuestas para mejorar. ¡Es un pesimista!, me manifestó. Le expliqué mi
discernimiento vital: soy pesimista en el corto plazo, mas optimista para el
largo plazo.
Hoy
ofrezco una muestra de esa convicción, con base en la Edutopía que construí en
mi libro, Educación, colonización y rebeldía: la herencia del pacto
Calderón-Gordillo (México, Siglo XXI Editores 2012), parto de la diferencia
entre la ilusión y la esperanza. La primera es un enfoque exagerado de los
deseos; la segunda es un elemento esencial de los educadores.
Para
comenzar a forjar esta Edutopía, el sistema educativo requiere maestros
educados, democráticos y libres. En ellos reside la práctica fundamental.
Pienso que si queremos cambios profundos en la educación, México debe transitar
de la democracia incipiente a la democracia plena como marco para un nuevo
sistema educativo. Imagino a un Estado libre del corporativismo y de relaciones
clientelares. La tarea inmediata es demoler al SNTE y poco a poco eliminar los
rasgos perversos que permanecerán como herencia. Vislumbro un universo de
sindicatos libres, donde los maestros se afilien de manera voluntaria —no
forzada por contrato— con el fin de defender sus derechos legítimos y arreglar
asuntos laborales.
Estoy
convencido de que la existencia del SNTE, que transitó con éxito del viejo
corporativismo a los gobiernos de la alternancia, va más allá de la mera
existencia de camarillas que se lo apropiaron; no es cuestión de mudanza en el
liderazgo, que es la propuesta más común. “Quiten a Elba Esther y el problema
se acaba”.
Si un
jefe de Estado llegara a expulsar a la señora Gordillo del poder, como se lo
piden algunos al Presidente electo, quienes hoy son sus fieles la abandonarán y
rendirán pleitesía al nuevo líder. Así les pasó a Robles Martínez y Jonguitud
Barrios. Elba Esther Gordillo no es omnipotente. Sin embargo, expulsándola del
poder no se resolvería el problema del corporativismo, sería la génesis de un
nuevo cacicazgo.
Los
políticos piensan en el poder, los votos y en la capacidad probada de la
presidenta del SNTE para manipular elecciones y obtener más poder. Empero, la
costumbre patrimonialista (Octavio Paz dixit) no desaparecerá si el SNTE se
esfuma. Habrá que trabajar mucho con los maestros, impulsar la creación de
sindicatos libres e inculcar valores democráticos en el corazón de su práctica
docente. Es una tarea que puede tomar décadas; la persistencia de una cultura
patrimonialista y clientelar es patente, hay hábitos y conductas arraigados en
el hacer de muchos maestros. Incluso, acaso para algunos de ellos la
compra-venta y herencia de plazas sea parte de su experiencia trascendente.
También
fantaseo acerca de un liderazgo político que se comprometa con la educación —a
fondo y por largo tiempo—, así como una burocracia profesional que cumpla con
su trabajo, que sea eficaz y cumplida. Para la observancia de las funciones de
mando en la educación, el funcionariado deberá seleccionarse con base en
aptitudes bien determinadas, no con las reglas implícitas del compadrazgo, que
se derivan de la colonización que el SNTE hizo del gobierno de la educación
básica. Habrá que incorporar normas claras y sanciones para quienes no cumplan.
Con un sindicalismo
libre y una burocracia profesional se daría el primer paso para liberar a los
maestros de la tutela del sindicato corporativo y permitir que actúen como
ciudadanos libres. Mediante foros académicos y actos políticos de diferente
naturaleza se podría construir un diálogo intenso con los docentes para diseñar
los perfiles de la profesión magisterial, bajo las premisas de la ética de la
responsabilidad y la ética de la convicción.
Retazos
En mi
colaboración del miércoles 24 cometí un error. Confundí a René Fujiwara Apodaca
con René Fujiwara Montelongo. El segundo es nieto de la señora Elba Esther
Gordillo, el primero es padre de él. Fujiwara Montelongo no pertenece al SNTE y
es su padre quien forma parte del Colegiado de Educación Cívica del CEN del
SNTE. Pido disculpas a ambos, al SNTE, a los lectores y al periódico.
*Académico
de la UAM.