miércoles, 31 de octubre de 2012


Más sobre la Edutopía
El sistema educativo requiere maestros educados, democráticos y libres. En ellos reside la práctica fundamental. Si queremos cambios profundos en la educación, México debe transitar de la democracia incipiente a la democracia plena como marco para un nuevo sistema educativo
Carlos Ornelas*
           
        Para mi amigo, Miguel Alonso Raya, en su dolor.

Hace unas semanas, una maestra me regañó. Me dijo —y no le falta razón—que en mis artículos y libros me ocupo de señalar lacras y que no me aplico a forjar propuestas para mejorar. ¡Es un pesimista!, me manifestó. Le expliqué mi discernimiento vital: soy pesimista en el corto plazo, mas optimista para el largo plazo.

Hoy ofrezco una muestra de esa convicción, con base en la Edutopía que construí en mi libro, Educación, colonización y rebeldía: la herencia del pacto Calderón-Gordillo (México, Siglo XXI Editores 2012), parto de la diferencia entre la ilusión y la esperanza. La primera es un enfoque exagerado de los deseos; la segunda es un elemento esencial de los educadores.

Para comenzar a forjar esta Edutopía, el sistema educativo requiere maestros educados, democráticos y libres. En ellos reside la práctica fundamental. Pienso que si queremos cambios profundos en la educación, México debe transitar de la democracia incipiente a la democracia plena como marco para un nuevo sistema educativo. Imagino a un Estado libre del corporativismo y de relaciones clientelares. La tarea inmediata es demoler al SNTE y poco a poco eliminar los rasgos perversos que permanecerán como herencia. Vislumbro un universo de sindicatos libres, donde los maestros se afilien de manera voluntaria —no forzada por contrato— con el fin de defender sus derechos legítimos y arreglar asuntos laborales.

Estoy convencido de que la existencia del SNTE, que transitó con éxito del viejo corporativismo a los gobiernos de la alternancia, va más allá de la mera existencia de camarillas que se lo apropiaron; no es cuestión de mudanza en el liderazgo, que es la propuesta más común. “Quiten a Elba Esther y el problema se acaba”.

Si un jefe de Estado llegara a expulsar a la señora Gordillo del poder, como se lo piden algunos al Presidente electo, quienes hoy son sus fieles la abandonarán y rendirán pleitesía al nuevo líder. Así les pasó a Robles Martínez y Jonguitud Barrios. Elba Esther Gordillo no es omnipotente. Sin embargo, expulsándola del poder no se resolvería el problema del corporativismo, sería la génesis de un nuevo cacicazgo.

Los políticos piensan en el poder, los votos y en la capacidad probada de la presidenta del SNTE para manipular elecciones y obtener más poder. Empero, la costumbre patrimonialista (Octavio Paz dixit) no desaparecerá si el SNTE se esfuma. Habrá que trabajar mucho con los maestros, impulsar la creación de sindicatos libres e inculcar valores democráticos en el corazón de su práctica docente. Es una tarea que puede tomar décadas; la persistencia de una cultura patrimonialista y clientelar es patente, hay hábitos y conductas arraigados en el hacer de muchos maestros. Incluso, acaso para algunos de ellos la compra-venta y herencia de plazas sea parte de su experiencia trascendente.

También fantaseo acerca de un liderazgo político que se comprometa con la educación —a fondo y por largo tiempo—, así como una burocracia profesional que cumpla con su trabajo, que sea eficaz y cumplida. Para la observancia de las funciones de mando en la educación, el funcionariado deberá seleccionarse con base en aptitudes bien determinadas, no con las reglas implícitas del compadrazgo, que se derivan de la colonización que el SNTE hizo del gobierno de la educación básica. Habrá que incorporar normas claras y sanciones para quienes no cumplan.

Con un sindicalismo libre y una burocracia profesional se daría el primer paso para liberar a los maestros de la tutela del sindicato corporativo y permitir que actúen como ciudadanos libres. Mediante foros académicos y actos políticos de diferente naturaleza se podría construir un diálogo intenso con los docentes para diseñar los perfiles de la profesión magisterial, bajo las premisas de la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción.

Retazos

En mi colaboración del miércoles 24 cometí un error. Confundí a René Fujiwara Apodaca con René Fujiwara Montelongo. El segundo es nieto de la señora Elba Esther Gordillo, el primero es padre de él. Fujiwara Montelongo no pertenece al SNTE y es su padre quien forma parte del Colegiado de Educación Cívica del CEN del SNTE. Pido disculpas a ambos, al SNTE, a los lectores y al periódico.
*Académico de la UAM.