CLASE 2012
La enseñanza más clara de esta cumbre es que la educación pública debe ser más pública. A la crítica hay que aunar la propuesta. Hay que lidiar a contracorriente para romper el duopolio SEP-SNTE que mantiene a la educación en estado desastroso.
Carlos Ornelas*
El lunes y el martes de la semana pasada se llevó a cabo la Cumbre de Líderes en Acción por la Educación (CLASE) 2012. El tema: Multiplicando experiencias educativas. Las instituciones convocantes fueron el Compromiso Social por la Calidad de la Educación y el Instituto de Fomento e Investigación Educativa, A.C. (IFIE). Este foro bienal le proporciona continuación al Compromiso, que sólo tiene presencia por la actividad de su presidenta, Marinela Servitje, y unos cuantos consejeros.
Desde 2008, CLASE se convirtió en referente de discusiones sobre educación en México y otras latitudes. Este año las conferencias y las mesas de debate se centraron en lo que se puede denominar buenas prácticas de educación. Las y los conferenciantes presentaron experiencias globales de Europa, Estados Unidos, Jordania y Brasil. El Compromiso y el IFIE propusieron los casos domésticos, que se analizaron en cuatro mesas por expertos de varias instituciones.
Veintiocho especialistas seleccionaron para su análisis en el foro 20 experiencias de 74 que concursaron. Ello se hizo conforme a criterios definidos con anterioridad. Eso no implicaba que cada práctica escogida reuniera todos los requisitos, pero sí que tuviera un sustento programático e intelectual. La premisa en que se sustentó la convocatoria fue que una buena práctica debe ser pertinente a las necesidades de los sujetos a quienes desea servir y consecuente con los fines que persigue y debe incluir acciones eficaces que colaboran a mejorar la educación.
Con base en este precepto los especialistas seleccionaron las experiencias de educación bajo los siguientes criterios: una buena práctica demanda un ejercicio sistemático, una organización efectiva; donde los papeles que representan los actores y las instituciones estén definidos; que haya reglas (aunque sea informales) que se cumplan; y que el liderazgo sea legítimo, eficaz y aliente la participación de padres, autoridades locales, empresarios, organizaciones sociales y otros actores ajenos al proceso de educación. Además, que rinda cuentas de su hacer, que sea abierto al escrutinio de los padres y de otras personas —investigadores, por ejemplo— y que ofrezca resultados observables.
Entre los casos analizados hubo de todo. De mejora en el desempeño de los docentes a una administración escolar eficaz; de programas pequeños, que a veces cubren a una escuela, a proyectos masivos que incluyen a miles de participantes; unos dentro de los círculos formales, otros en la esfera de las artes o el apoyo extraescolar a estudiantes. En este artículo es imposible hacer el análisis de esos casos, pero se pueden consultar en línea: http://clase.org.mx/2012/.
Los escépticos tal vez arguyan que no tiene caso analizar buenas prácticas, que serían como ínsulas en un océano de catástrofe. Y no les falta razón, muchas de ellas son minúsculas, sin financiamiento asegurado, dependen de un liderazgo carismático, se enfrentan a rutinas burocráticas o se pueden convertir en presas que el sindicato quisiera cazar para ampliar sus poderes.
Sin embargo, a pesar del contexto difícil, a veces hostil, que rodea a los excluidos, las buenas prácticas de educación nacen y crecen; sus insumos se multiplican, los procesos se enmiendan y los resultados son cada vez mejores. Son elementos que alimentan las ideas de una Edutopía democrática y equitativa. No son la solución a los problemas de la baja calidad, la inequidad, la pobre administración, la mala evaluación o el escaso equipamiento ni suplen la falta de maestros competentes y comprometidos con el aprendizaje de los alumnos, pero tampoco son paliativos: son las semillas de progreso y esperanza.
La enseñanza más clara de CLASE 2012 es que la educación pública debe ser más pública. A la crítica hay que aunar la propuesta. Hay que lidiar a contracorriente para romper el duopolio SEP-SNTE que mantiene a la educación en estado desastroso. La participación social en el sistema educativo apenas tiene una rendija, pero se ensancha cada día. Las mejores prácticas de educación son aquellas donde los gobiernos van acompañados de comunidades de padres de familia, organizaciones de la sociedad civil, empresarios e instituciones multilaterales. Las coaliciones por la educación son una necesidad histórica.
*Académico de la UNAM Carlos.Ornelas10@gmail.com