La UACM en marcha
Manuel Pérez
Rocha
Para intentar
que se olvide que el origen del conflicto en la UACM fue un fraude electoral
dirigido y avalado por ella, Esther Orozco insistió, antes de firmar el acuerdo
que le dio solución, que la raíz del conflicto es que la UACM no tiene una
estructura administrativa que la fortalezca; tampoco posee una estructura
administrativa y académica suficientemente fuerte para ir adelante, además de
que carece de normas. Esta es una infamia injusta contra decenas de
universitarios que han trabajado durante años para darle normas y estructuras a
la universidad. ¿Hacen falta más normas? Sí, como le hacen falta a toda
institución en desarrollo, como le hacen falta al país y a la ciudad, y a
muchas universidades que tienen décadas de existencia. Pero la UACM tiene
normas, y muchas; y tiene estructuras, mejorables, pero las tiene. Para la
solución del conflicto recién concluido no hacían falta más normas ni
estructuras: podía haberse resuelto por la vía judicial, pues el fraude
electoral se conformó con acciones cuya ilegalidad está documentada.
Desde su
fundación y durante cuatro años, la entonces Universidad de la Ciudad de México
operó conforme lo dispuesto tanto en el acuerdo formal y legal que la creó,
como en el Estatuto Orgánico aprobado por el Consejo de Gobierno (integrado por
las principales dependencias del Gobierno del Distrito Federal: finanzas,
contraloría, oficialía mayor, desarrollo social); operó también desde entonces,
y durante ocho años, el Consejo Asesor integrado por distinguidos académicos de
la UNAM (maestros eméritos), la UAM, el IPN y… la propia Esther Orozco. Ese
Consejo Asesor tenía la tarea de elaborar las normas que requiriera la
universidad. Esta tarea la realizaron los miembros de ese consejo con empeño,
compromiso, sabiduría y generosidad (lo hicieron sin remuneración alguna). En
los últimos cinco años de operación ese consejo realizó 21 sesiones, en las
cuales emitió 231 acuerdos (ninguno desaprobado por Orozco). Uno de ellos, la
Norma Cuatro, reformó y actualizó la estructura académica y administrativa de la
universidad definida en el primer Estatuto Orgánico.
En 2004 el
Consejo Asesor participó en la elaboración del proyecto de ley que le da
autonomía a la universidad y define su estructura básica de gobierno y
administración. Este Consejo Asesor (incluyendo a Orozco) determinó la
composición del Consejo General Interno (antecedente del Consejo Universitario)
y condujo el proceso para su integración. El Consejo General Interno realizó 32
sesiones y emitió 265 acuerdos. El Consejo Asesor (incluyendo a Orozco)
conformó el primer Consejo Universitario y condujo el proceso para su
integración. Este Consejo Universitario emitió 283 acuerdos en más de 40
sesiones plenarias (son incontables las sesiones de sus comisiones) y elaboró y
aprobó el Estatuto General Orgánico, que es la base indispensable para elaborar
otras normas necesarias, como el Estatuto de Personal Académico. Han
transcurrido dos años y medio de la administración de Orozco, se cuenta desde
hace tres años con el Estatuto General Orgánico, y no se ha aprobado el
Estatuto de Personal Académico: es su responsabilidad. Todas las sesiones del
Consejo General Interno y del Consejo Universitario fueron públicas (las de
este último se transmitieron por intranet) y las versiones estenográficas y
acuerdos están en Internet. En sus sesiones se analizaron todos los asuntos
importantes de la UACM, como el proyecto de presupuesto y su ejercicio, cada
año. Esta acción esencial de transparencia se canceló con la llegada de Orozco
(¡en noviembre de 2012 presentó para su aprobación el presupuesto de 2012!).
Todos los
acuerdos de esos cuerpos colegiados, más otros muchos emitidos por la rectoría
y otras autoridades internas competentes, siguen vigentes. La elaboración de
nuevas normas debe tomar en consideración todo ese trabajo: no es admisible que
cada vez que arriban nuevas autoridades todo sea borrón y cuenta nueva. Es una
calumnia (y en este caso un harakiri) decir que la UACM es un pantano sin
reglas.
Ha sido muy
valiosa la intervención de los diputados de la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal (ALDF) como facilitadores de la solución del conflicto y debe
destacarse su reiterado pronunciamiento en el sentido de que respetarán y
defenderán la autonomía de la UACM. Para esta universidad no ha sido fácil
hacer efectiva esta autonomía, incluso el reconocimiento de la legalidad de su
existencia tuvo que litigarse ante un secretario de Educación Pública (federal)
que afirmaba que esta nueva institución era ilegal, lo cual se tradujo en una
fuerte deserción en las primeras generaciones de estudiantes. Posteriormente,
la autonomía tuvo que ser defendida ante el intento de una intromisión ilegal
del secretario de Educación local (Axel Didriksson). Después, la V Legislatura
de la Asamblea Legislativa hizo una reforma anticonstitucional y absurda a la
Ley de la UACM: le impuso la obligación de tener libros en Braille en sus
bibliotecas; anticonstitucional, porque es un asunto interno de la universidad,
de conformidad con lo dispuesto en la fracción VII del artículo tercero de la
Carta Magna; absurda, porque la UACM fue pionera en un magnífico y ejemplar
programa de educación para discapacitados visuales (el programa Letras
Habladas, que puede verse en la página de la universidad y en Google).
La doctora
Orozco ha manifestado de manera pública y reiterada que la ALDF debería tener
intervención en la UACM. Sin duda tiene que haber una relación cercana entre la
asamblea y la universidad, relación sustentada en el artículo tercero de la
Constitución (en el cual se define el significado y alcance de la autonomía),
en el artículo 122 de la misma Carta Magna que determina las facultades de la
asamblea, y en la Ley de la UACM. La vida autónoma de la UACM no la exime de mantener
relaciones con diversas autoridades, y además requiere de la actuación legal de
esas autoridades.
Todo indica
que la UACM se pone nuevamente en marcha. Es imperioso un reconocimiento a los
actores que con su trabajo, inteligencia y valentía hicieron esto posible: el
Consejo Estudiantil de Lucha, el Foro Académico, Trabajadores en Lucha, los
Consejeros por el Voto y la Legalidad y otros muchos maestros y estudiantes que
los apoyaron.