jueves, 5 de septiembre de 2013

Maestros indignados
Luis Gerardo Martínez García

Los maestros Indignados en el país se están movilizando en rechazo a la reforma educativa. Lo que al inicio fue un brote de grupos pequeños inconformes, fácilmente identificables, ahora es un movimiento mayor de grandes  proporciones que rebasó ya al sindicato. Gigantescas movilizaciones se avecinan de seguir considerándoseles como grupos violatorios del orden preestablecido por el poder; grave error

Tienen razón los maestros al manifestarse sin siglas sindicales. Tienen claro que no delegarán a una persona en particular sus metas político-educativas. Tienen razón al defender su pensamiento de ser secuestrado por partido político alguno. Los maestros no sólo se están manifestando en contra de la reforma educativa. No, están en contra de la postura del Estado frente a la educación pública y la privada, de los lenguajes de las autoridades que distan de los del magisterio, del linchamiento injustificado del que son objeto desde hace algunos años; del retroceso en los logros laborales.

Este movimiento magisterial se suma al movimiento mundial de los Indignados. "Y allí están las juventudes griegas que luchan contra el tributo de la deuda externa, están los movimientos de la primavera árabe a quienes los militares no pueden transar, están las asambleas de los indignados españoles que articulan intereses vitales que el sistema no puede satisfacer, están los jóvenes estadunidenses que ocupan Wall Street como centro del poder corporativo contra el que todos luchamos, a los jóvenes chilenos que dan su vida para que no les quiten sus escuelas y universidades", señala Pablo González Casanova. Los maestros mexicanos, junto con los campesinos, los indígenas y los universitarios enfrentan uno de los problemas más serios que en colectivo enfrentan en su calidad de Indignados.

Tal parece que aquellos problemas teóricos prácticos no son reconocidos por la académica, los partidos ni los gobiernos; les son indiferentes en su narrativa. La única salida de los maestros en este desolador contexto es salir a las calles para defender las aulas. Es evidente que los recursos de análisis, debate y crítica se han agotado en tanto los gobiernos cerraron los canales de comunicación alternos entre los protagonistas de la educación. La alternativa previa al diálogo que en algún momento se perdió es la manifestación en el espacio público.

En los últimos 70 años la imagen del maestro ha incursionado por diferentes ámbitos presenciales, con altibajos. El sindicato mexicano también se convirtió es cómplice de la indefensión, la injusticia y la antidemocracia. Eso a partir de que se desvirtuó sustancialmente el propósito que le dio origen. Siete décadas que forman ya parte de una historia complicada para la educación, con un sindicato corporativista que se desconfiguró con el paso del tiempo. Situación no atribuible a una persona, sino a una suma de voluntades, intereses, grupos y proyectos que dieron un giro confuso a su praxis.

Desde ese escenario político se constituyó el movimiento de los maestros Indignados. Es de aclarar que como tal no va tras el pleito o la rebeldía sin causa; va por la dignificación humana de sus integrantes, por la socialización del conocimiento, por la culturización de los procesos, por el rescate de la educación pública, por la democratización de las acciones, por la fundamentación de los argumentos. Eso debe tener cabida en los discursos y las narrativas de los políticos que toman decisiones en políticas públicas.

El movimiento de los maestros Indignados son una colectividad de consensos, de participaciones reconfigurables, de reflexiones y llamados profundos, de respeto de las identidades diversas y de tolerancia. Los maestros Indignados están más identificados con la defensa de los pueblos que con las competencias que determina la cúpula empresarial; están más por la cultura y la ciencia que por la discriminatoria doctrina de la ultraderecha. Los Indignados encausan movimientos emancipadores que buscan una vida digna y diferente de los ciudadanos como parte de un todo.

Cabe en lo posible que los grupos políticos en sus discursos desconozcan las movilizaciones de los maestros Indignados. Lo que no cabe, y no debe permitírsele, es que se le reprima desde la violencia escudada en lo legaliode. Permitir la violencia contra los ciudadanos es matar la libertad de pensamiento y expresión. Para pensar y actuar, el movimiento de maestros Indignados está llamado a perder el miedo, y la colectividad es la aliada ideal para lograrlo. Por todo ello el grupo político en el poder debe estar consciente que un movimiento debe ser escuchado y tomado en consideración entre las políticas, y para eso los políticos requieren apoyar sus decisiones en las propuestas del movimiento, evitando la represión pero priorizando el diálogo y la tolerancia por encima de toda acción punitiva.


--—------------------
http://luisgerardomartinezgarcia.blogspot.mx/