Maestros
indignados
Luis Gerardo
Martínez García
Los maestros
Indignados en el país se están movilizando en rechazo a la reforma educativa.
Lo que al inicio fue un brote de grupos pequeños inconformes, fácilmente
identificables, ahora es un movimiento mayor de grandes proporciones que rebasó ya al sindicato.
Gigantescas movilizaciones se avecinan de seguir considerándoseles como grupos
violatorios del orden preestablecido por el poder; grave error
Tienen razón los
maestros al manifestarse sin siglas sindicales. Tienen claro que no delegarán a
una persona en particular sus metas político-educativas. Tienen razón al
defender su pensamiento de ser secuestrado por partido político alguno. Los
maestros no sólo se están manifestando en contra de la reforma educativa. No,
están en contra de la postura del Estado frente a la educación pública y la
privada, de los lenguajes de las autoridades que distan de los del magisterio,
del linchamiento injustificado del que son objeto desde hace algunos años; del
retroceso en los logros laborales.
Este movimiento
magisterial se suma al movimiento mundial de los Indignados. "Y allí están
las juventudes griegas que luchan contra el tributo de la deuda externa, están
los movimientos de la primavera árabe a quienes los militares no pueden
transar, están las asambleas de los indignados españoles que articulan
intereses vitales que el sistema no puede satisfacer, están los jóvenes
estadunidenses que ocupan Wall Street como centro del poder corporativo contra
el que todos luchamos, a los jóvenes chilenos que dan su vida para que no les
quiten sus escuelas y universidades", señala Pablo González Casanova. Los
maestros mexicanos, junto con los campesinos, los indígenas y los
universitarios enfrentan uno de los problemas más serios que en colectivo
enfrentan en su calidad de Indignados.
Tal parece que
aquellos problemas teóricos prácticos no son reconocidos por la académica, los
partidos ni los gobiernos; les son indiferentes en su narrativa. La única
salida de los maestros en este desolador contexto es salir a las calles para
defender las aulas. Es evidente que los recursos de análisis, debate y crítica
se han agotado en tanto los gobiernos cerraron los canales de comunicación
alternos entre los protagonistas de la educación. La alternativa previa al
diálogo que en algún momento se perdió es la manifestación en el espacio
público.
En los últimos 70
años la imagen del maestro ha incursionado por diferentes ámbitos presenciales,
con altibajos. El sindicato mexicano también se convirtió es cómplice de la
indefensión, la injusticia y la antidemocracia. Eso a partir de que se
desvirtuó sustancialmente el propósito que le dio origen. Siete décadas que
forman ya parte de una historia complicada para la educación, con un sindicato
corporativista que se desconfiguró con el paso del tiempo. Situación no
atribuible a una persona, sino a una suma de voluntades, intereses, grupos y
proyectos que dieron un giro confuso a su praxis.
Desde ese
escenario político se constituyó el movimiento de los maestros Indignados. Es
de aclarar que como tal no va tras el pleito o la rebeldía sin causa; va por la
dignificación humana de sus integrantes, por la socialización del conocimiento,
por la culturización de los procesos, por el rescate de la educación pública,
por la democratización de las acciones, por la fundamentación de los
argumentos. Eso debe tener cabida en los discursos y las narrativas de los
políticos que toman decisiones en políticas públicas.
El movimiento de
los maestros Indignados son una colectividad de consensos, de participaciones
reconfigurables, de reflexiones y llamados profundos, de respeto de las
identidades diversas y de tolerancia. Los maestros Indignados están más
identificados con la defensa de los pueblos que con las competencias que
determina la cúpula empresarial; están más por la cultura y la ciencia que por
la discriminatoria doctrina de la ultraderecha. Los Indignados encausan
movimientos emancipadores que buscan una vida digna y diferente de los
ciudadanos como parte de un todo.
Cabe en lo
posible que los grupos políticos en sus discursos desconozcan las
movilizaciones de los maestros Indignados. Lo que no cabe, y no debe
permitírsele, es que se le reprima desde la violencia escudada en lo legaliode.
Permitir la violencia contra los ciudadanos es matar la libertad de pensamiento
y expresión. Para pensar y actuar, el movimiento de maestros Indignados está
llamado a perder el miedo, y la colectividad es la aliada ideal para lograrlo.
Por todo ello el grupo político en el poder debe estar consciente que un
movimiento debe ser escuchado y tomado en consideración entre las políticas, y
para eso los políticos requieren apoyar sus decisiones en las propuestas del
movimiento, evitando la represión pero priorizando el diálogo y la tolerancia
por encima de toda acción punitiva.
--—------------------
http://luisgerardomartinezgarcia.blogspot.mx/