lunes, 23 de septiembre de 2013

Movimiento o “lucha” magisterial
Por: Francisco L. Carranco

El conflicto magisterial pareciera que tenía un paliativo con la firma de un acuerdo con el que los maestros se comprometían al regreso a clases para este lunes y las autoridades a gestionar leyes secundarias acorde a los derechos de los mentores, sin embargo, una determinación del pleno de esa organización magisterial rechazaron nuevamente cualquier arreglo para retornar a las aulas.


Estos profesores continúan en un movimiento al cual, ellos mismos los de la CNTE, catalogan como “lucha” este concepto quiere decir pelea, por lo tanto, los mentores están en pie de lucha dispuestos a pelear contra quien sea para mantener los privilegios que han ganado a lo largo de su existencia.

La fortaleza de los profesores se circunscribe a la creación de poderosas facciones sindicales que, a través de los mismos privilegios y sumisión de la base, se convirtieron en verdaderos cotos de poder político de donde han emanado líderes que se convierten, al tiempo, en diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y toda clase puestos políticos ante la observancia mansa de la base magisterial.

Los líderes que poco entienden de lo que pasa en las entrañas del magisterio asistieron a la convocatoria del ejecutivo federal para aprobar la reforma educativa, sin haber explicado a sus agremiados la trascendencia de esta ley para bien o para mal.

En estos momentos la base confundida marcha a una “lucha” contra la reforma consumada por el estado, llega tarde, porque no habrá marcha atrás, vocifera en contra de las autoridades que ellos mismos escogieron para que los gobierne y en la primera acción las desconocen y se arrepienten.

Ahora la Reforma Educativa que considera en su espíritu que el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan.

La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación.

Los principios son constitucionalmente justos pretenden un ordenamiento en el sector educativo para tener profesores más profesionales y comprometidos con la sociedad, con los niños y con la patria.

Sin embargo, los profesores sólo observan los privilegios que están en riesgo de perder que han logrado con simulación, ineficiencia, pasividad, sin compromiso social, sin capacitación, con indolencia, grilla, trampas y la más importante el bajo el cobijo de su poderoso sindicato.

En un movimiento lleno de necedad, los profesores, están poniendo a prueba la paciencia del estado y la sociedad, ya que estas marchas de una “lucha” mal entendida esta por llegar a un descontrol que puede tener consecuencias más graves.

La sociedad, el sector comercial, la Iglesia, los intelectuales y los estudiantes, obviamente con las detestables excepciones, ven al sector magisterial como una gavilla de agitadores que pretenden desestabilizar al estado con una protesta contra una ley aprobada, esto inhibe la aprobación de otras reformas como la energética y fiscal que el estado tiene en puerta.

Pero lo más grave es que pretenden que los padres de familia, estudiantes universitarios, empleados, comerciantes y público en general se unan a esa “lucha” para que los profesores no pierdan sus logros sindicales y derechos laborales adquiridos con la ineficiencia y simulación.

Y ellos, los profesores, no dan nada a cambio a la sociedad ni se comprometen con la calidad educativa, sólo luchan por su propio interés y entre los enemigos de la lucha está la sociedad porque no se suma a este movimiento que enciende focos rojos que sólo se podrán apagar, si continúan, con el uso de la fuerza pública.

Ojalá que los profesores entiendan que el movimiento debe tener soluciones pacificas privilegiando la prudencia y el dialogo, no la confusión ni la provocación. Para una pelea se necesitan dos bandos; por lo tanto, el país no está en condiciones de tener una “lucha” que puede terminar con muchos lastimados, muchos daños y cuentas por pagar.