lunes, 17 de diciembre de 2012


Reforma educativa: propuesta insuficiente
Arturo Damm Arnal | Opinión    
  
¿Cuál debe ser el fin general de las reformas estructurales, ya sea la fiscal, la energética, la educativa, o cualquier otra? Partiendo de la situación actual, en la cual el gobierno, además de ser gobierno, y como tal garantizar la seguridad contra la delincuencia e impartir justicia, pretende ser desde ángel de la guarda, y preservarnos de todos los males, hasta hada madrina, y concedernos todos los bienes, partiendo de esta situación, repito, el objetivo general de las reformas estructurales debe ser reconocer plenamente, definir puntualmente y garantizar jurídicamente la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, responsabilidad, propiedad y libertad que se ven seriamente amenazadas por los gobiernos hada madrina y ángel de la guarda.

El objetivo de las reformas estructurales debe ser avanzar hacia un orden de mayor respeto a la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, lo cual, en materia educativa, supone limitar al gobierno a garantizar, mediante subsidio (educación primaria, secundaria y preparatoria) o por medio del financiamiento (educación universitaria) la educación de todo aquel que quiera educarse y pueda aprovechar la educación. El gobierno, además de garantizar, por la vía del subsidio, la educación, desde preescolar hasta universitaria, de millones de mexicanos, es el educador de la gente, lo cual ha generado, frente a las familias de bajos ingresos, un monopolio que elimina la libertad de elección de millones de padres de familia, quienes no tienen otra opción, en materia educativa, más que la ofrecida por el gobierno, con todos los inconvenientes que tiene la oferta monopólica de cualquier bien o servicios, comenzando por la calidad, misma que no es, ni remotamente, una de las características de la educación impartida por el gobierno (y, en muchos casos, de la impartida también en escuelas privadas).

¿Cuáles son las propuestas de reforma educativa presentadas por Peña Nieto, con el objetivo de elevar la calidad de la educación que imparte el gobierno y lograr la inclusión de todos los mexicanos, que son los dos grandes fines que se buscan: mayor calidad educativa para todos? 1) Crear el servicio profesional docente, “que fije las reglas de aplicación nacional para el ingreso, promoción y permanencia en la educación básica y media superior que imparta el Estado, mediante mecanismos que garanticen la idoneidad de los conocimientos y las capacidades necesarias de quien aspira o se encuentra dentro del servicio”, todo ello basado en “el mérito del maestro en su desempeño individual”. 2) Crear el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, ya que “se requiere de un órgano con la capacidad para armonizar al conjunto del quehacer en materia de evaluación, de manera que sus elementos sean convergentes para generar información y bases que permitan el logro de la calidad que se busca”. 3) Crear el Sistema de Información y Gestión Educativa. 4) Fortalecer la formación continua de los maestros. 5) Fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas. 6) Establecer las escuelas de tiempo completo. 7) Impulsar el suministro de alimentos nutritivos y prohibir en las escuelas los alimentos que no favorezcan la salud de los educandos. ¿Algo más? Nada más.

No cabe duda que el objetivo principal de la reforma –proporcionar educación de calidad para todos– no debe ser cuestionado, como tampoco debe serlo todo aquello que nos permita, uno, saber objetivamente cómo andamos en materia de educación (para lo cual se propone la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) y, dos, tener en los salones de clase a los mejores maestros (para lo cual se plantea la creación del servicio profesional docente). Para proporcionar educación de calidad se necesita, uno, saber de qué calidad es la educación que se imparte hoy y, dos, tener en los salones de clases a los mejores maestros que seamos capaces de tener. En pocas palabras: saber cómo estamos y tener con quienes salir adelante, los dos puntos centrales de la propuesta de reforma de Peña Nieto, en torno  a los cuales giran los demás.

Sin embargo, estando las cosas como están, y aceptando que el fin general de las reformas estructurales debe ser reconocer plenamente, definir puntualmente y garantizar jurídicamente la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, la propuesta de reforma educativa de Peña Nieto se queda corta, en primer lugar, porque concibe al gobierno, de acuerdo a lo establecido en el artículo tercero de la Constitución, no solamente como la instancia encargada de garantizar la educación, subsidiándola (primaria, secundaria y preparatoria) o financiándola (universitaria), sino como la instancia encargada de educar a la gente, tal y como lo señala el ya mentado artículo tercero de la Constitución, en el cual se afirma, sin dejar lugar a dudas, que “el Estado –Federación, Estados, Distrito Federal y Municipios–, impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior” debiendo subrayar la palabra impartirá, que supone algo más, mucho más, que garantizará. Lo primero supone, nada más, subsidiar o financiar, lo segundo convertirse en educador (malo) monopólico (peor).

Pese a la redistribución que supone (el gobierno paga la educación de unos con el dinero de otros), y aceptando que el gobierno no dejará de quitarle a unos para darle a otros (gobernar es sinónimo de redistribuir), la única –y subrayo: única– participación del gobierno en materia educativa debe ser la de garantizar, por medio del subsidio, o mediante el financiamiento, la educación de todo aquel que quiera educarse y que pueda aprovechar la educación, pero de ninguna manera debe ser el educador de la gente, ya que si hay algún monopolio de claros tintes totalitarios ese es el de la educación en las manos del gobierno: la misma educación para todos.  Con relación a la naturaleza totalitaria del monopolio gubernamental en educación, la propuesta de reforma de Peña Nieto no deja lugar a dudas. En el inciso VIII del Decreto que Reforma y Adiciona (con el fin de llevar a cabo la reforma educativa) Diversas Disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos leemos que “el Congreso de la Unión, con el fin de unificar y coordinar la educación en toda la República, expedirá las leyes necesarias, destinadas a distribuir la función social educativa entre la Federación, los Estados y los Municipios…”. Unificar la educación en todo el país. La misma educación para todos. Un sistema educativo que, como tal, abarque a todos. Totalitarismo, tal y como lo supone, y de él se habla una y otra vez en la propuesta de reforma educativa de Peña Nieto, el sistema educativo nacional.

La propuesta de reforma educativa de Peña Nieto supone introducir cambios importantes en el sistema educativo del gobierno, cambios importantes pero que, no por ello, dejan de ser accidentales, en el sentido de que dejan intacta la esencia de dicho sistema, con el gobierno yendo más allá de lo que resulta prudente, no limitándose a subsidiar o financiar la educación, sino manteniéndose como el educador de la gente, con todo lo que ello supone de violación a la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, violaciones que son inevitables cuando de los gobiernos ángel de la guarda y hada madrina se trata, siendo que un sistema educativo nacional, regenteado por el gobierno, es síntesis de esos dos gobiernos: el ángel de la guarda y el hada madrina.

La reforma educativa de Peña Nieto supone más de lo mismo, aunque de distinta manera. Supone cambios accidentales para que la esencia permanezca.