Adiós, Elba
OTTO
GRANADOS
Desde que
empezó a aparecer en La Razón (y antes en otro diario también dirigido por Pablo Hiriart), esta columna se dedica muy
frecuentemente a los asuntos educativos. Y el 18 de mayo de 2011 aquí se publicó lo siguiente:
“Quienquiera que sea el
Presidente de México a partir de 2012, tendrá que decapitar a la maestra Gordillo. Los motivos no son
menores: unos tienen que ver con la política pública;otros con la concentración de poder; algunos más atenderán a circunstancias prácticas de tipo social. Y los últimos por una necesidad estética.
Veamos.
“Por primera vez en los últimos cuarenta años el tema educativo se ha
posicionado de manera muy relevante en la agenda mediática. Si bien no aparece aún
en los primeros sitios en las encuestas que registran las preocupaciones
ciudadanas, ni toda la crítica a la situación actual es suficientemente coherente y ordenada ni ha sido
posible evitar cierto oportunismo, la insatisfacción con la mala calidad de la educación mexicana es prácticamente unánime.
“El próximo gobierno, por ende, no podrá ser insensible ante esa realidad entre otras razones
porque no tiene mucho margen para reemplazar el diseño de la política económica o de la estrategia de seguridad, con las cuales
seguramente continuará en lo esencial, y deberá, en cambio, ofrecerle algo distinto a un electorado
ansioso de ver qué trae consigo una nueva
alternancia. Mejorar la educación, empezando por renovar el
corroído liderazgo sindical, es, en
ese sentido, altamente rentable.
“En segundo lugar el presidente
requerirá transmitir la sensación de que es un presidente que toma decisiones complejas,
esto es, un presidente con poder.
“Iniciará su mandato rodeado por la delincuencia que manda en
porciones del territorio; por gobernadores y legisladores, de su partido y de
las oposiciones, que ya no renunciarán dócilmente a los instrumentos y recursos que ahora controlan,
o por poderes fácticos mucho más peligrosos que el magisterio. En esa cadena, por diferentes
vías y modalidades, el sindicato
magisterial es el eslabón más débil.
“La tercera circunstancia es
que, como sucedió en el pasado con los derechos
humanos y el medio ambiente y como pasa ahora con la seguridad pública, la adopción de “causas”, en este caso la educación, cobrará mucho mayor centralidad en la
parte activa de la comunidad y el gobierno se verá
orillado a dar una respuesta más radical que la suscripción de un mero papel, llámese alianza, acuerdo o
compromiso, con la promesa de mejorar la educación.
“Y la última consideración es que, con sobradas,
merecidas, documentadas y justificadas razones, la actual dirigencia
magisterial se ha vuelto ya indefendible por completo de suerte que su caída sería no sólo un acto de justicia poética,
sino un imperativo estético para cualquier gobierno
principiante que quiera despertar esperanza, ampliar su legitimidad política y conquistar apoyos”.
Como es
obvio, no he resistido ahora la tentación de reproducir la columna.
Publicado
en La Razón