martes, 19 de marzo de 2013


Para el debate educativo
José Blanco

El debate económico, político, político-económico o social, es hoy una inmensa confusión. La polisemia en cientos de palabras o conceptos a veces abruma. La evidente falta de sindéresis entre quienes intentan ser interlocutores; la emisión de argumentos de autoridad, las creencias cuya validez se atribuye no al contenido de un concepto o argumento, sino al autor que las expresó abunda: no hay mérito ni valor en una tesis por lo que afirma ella misma. Y esto ocurre así en el campo de la izquierda, como en el de la derecha y para los de en medio. Por supuesto, hay afortunadamente quienes, al margen de su propia posición frente a lo que ocurre en el mundo, pugnan por extraer el contenido valioso de una tesis, con independencia de su emisor.

También se extrapola una noción adoptada como negativa en algún asunto, hacia otros discursos que reprobamos; no es extraño, así, que con frecuencia nos topemos con algún non sequitur evidente.

Véase, por ejemplo, el adjetivo neoliberal. Cualquier acto, o tesis económica, social, o política que disguste, pronto propiciará quien lo etiquete de neoliberal.

El neoliberalismo es un pensamiento que hace referencia a la política económica, de enfoque macroeconómico, que busca reducir al mínimo la intervención estatal tanto en materia económica como social, defendiendo el libre mercado capitalista como el mejor garante del equilibrio institucional y del crecimiento económico de un país. Se busca con ello conjuntar ideologías y teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la economía y su entrada exitosa a la globalización, a través de incentivos empresariales.

He procurado dar seguimiento a la crisis de la Unión Europea, mediante contribuciones frecuentes en este espacio, desde los inicios de 2008. No es extraño que haya debido usar el término neoliberal, docenas de veces. No sólo me son evidentes sus equivocaciones teóricas, también lo han sido las vilezas, las trampas, y sobre todo, ese paquete de propuestas de austeridad contraproducentes que no cesan, porque hay un propósito mayor: jibarizar al Estado, acabar con el estado de bienestar y echar abajo cualesquiera políticas sociales, con una perversidad alucinante.

Hoy un paradigma educativo, para algunos, puede ser neoliberal; ¿por qué?, porque busca alinear las competencias que se pretende que construya el estudiante, con el mercado. ¡Anda!: genial! Un individuo, al egresar de cualquier nivel educativo, ¿adónde va?..., pues al mercado laboral. A una de sus tres grandes parcelas: la pública, la privada o la social. Puede llegar como empleado o como empleador. Esas parcelas están subdivididas en una inmensa cantidad de segmentos. A alguno de ellos llegará por decisión propia o porque no halló otra puerta más satisfactoria. ¿Qué sabe hacer? La pregunta se responde con otra pregunta: ¿cuáles son sus competencias?

¿Cómo será su vida?; depende cuán competente sea y cuánto logre desarrollarse. ¿Requiere de competencias un médico?, ¿un ingeniero?, ¿un bailarín?. ¿un pianista?, ¿un físico?, ¿un escritor?, ¿un abogado?, ¿un profesor?, ¿un periodista?...; puede que sí.

Está en México Irina Bokova, invitada por el Senado. La doctora Bokova ha sido dos veces diputada por el Partido Socialista de Bulgaria, responsable de áreas internacionales y educativas y es hoy la primera mujer directora de la Unesco. Entre los rebuznos del presidente Calderón estuvo el de ordenar retirar a nuestro embajador en la Unesco, alegando problemas de presupuesto. Bokova aplaudió la decisión mexicana de volver a nombrar un representante en ese importante organismo. México, dijo Bokova, es de los 15 o 20 países más desarrollados del mundo, pero al mismo tiempo es un país que tiene dificultades enormes, que tiene pobreza, que hay una población marginada donde la pobreza se reproduce. Romper con esta situación, con este círculo de pobreza, y dar posibilidades de desarrollo a la población, sólo se puede lograr con una educación de calidad, dijo.

México debe hacer una reforma educativa profunda, y no debe hacerla a las carreras, sino contando con una información profunda de lo que ha hecho el mundo en los últimos cuarenta años; con seguridad tenemos gente enterada de qué decisiones se tomaron en Jomtien, en Dakar, en Oslo, sobre la Educación para Todos (EPT). Para cumplir con el fuerte compromiso con la EPT es indispensable lograr el más importante objetivo, la educación primaria universal, con un fuerte acento en la calidad. Jomtien, Dakar, Oslo produjeron acuerdos útiles para nuestra tarea.

Hay discursos diversos sobre la enseñanza por competencias. En este espacio hablaremos del abanico diverso de las mismas; destaco una, compleja, que subraya que el aprendizaje de conocimientos debe dejar de ser el objetivo único de la formación y, ante el meteórico avance de los mismos, aprender a conocer se vuelve más principal que adquirir conocimientos ya constituidos. Aprender a conocer es aprender a generar conocimiento. Pero construir esta competencia lleva mucho tiempo. Puede iniciarse en la educación básica.

Además, para enfrentar el mundo real no sólo son necesarios los conocimientos, es preciso aprender a saber estar con los demás y trabajar en equipo, aprehender el sentido y valor de las cosas, en definitiva aprender a ser mejores personas, más cultas y felices, dice la Unesco.

Hemos de repensar el proceso enseñanza-aprendizaje, desde el estudiante y planear sus actividades en función de las competencias que van a poner en práctica en escenarios profesionales reales, donde las soluciones no están dadas sólo por conocimientos aprendidos en las aulas: hay que generar esas soluciones.