La
Maestra: poder, popularidad y justicia
Silvia
Gómez Tagle
La
Maestra ha dirigido desde 1989 el sindicato más grande de América Latina y
desde que se perfiló la candidatura de Vicente Fox, poco antes del 2000, empezó
a jugar en “las grandes ligas de la política”. Se independizó de su progenitor,
Carlos Salinas de Gortari, y le jugó a la oposición. Mantuvo el control sobre
la política educativa y posiciones de poder como la Lotería Nacional, además
del manejo discrecional de alrededor de 165 millones de pesos mensuales de
cuotas sindicales. Con apoyo del gobierno panista logró crear su propio partido
político, llevando al punto más alto su autonomía frente a los otros partidos,
con su propia bancada en el Poder Legislativo. Los gobiernos panistas evitaron
la confrontación con una figura tan poderosa, y sobre todo Calderón aceptó la
humillación que le infringió Gordillo cuando reconoció en público el apoyo que
le dio en la elección de 2006, y fue incapaz de reaccionar.
Con
el desprestigio de los gobiernos panistas, La Maestra pretendió negociar su
apoyo político con el PRI, e inclusive con la izquierda, para las elecciones
presidenciales de 2012. Cuando se rompió la alianza para la candidatura de
Peña, con toda eficiencia ella demostró su capacidad para conseguir un
candidato relativamente exitoso, que logró más de 4% de la votación nacional.
Su historia de poder hasta ahí había sido ejemplar, de líder sindical pasó a
ejercer el poder político directamente, con una representación en el Senado y
10 diputados federales.
Pero
el desprestigio en la opinión pública pesa, sobre todo cuando un gobierno como
el de Peña Nieto está dispuesto a ejercer el poder presidencial “al viejo
estilo” pero con nuevas estrategias: lograr alianzas con las diversas fuerzas
políticas en torno a causas populares y aceptadas por todos, izquierda y
derecha. En este contexto la reforma educativa ha sido una causa idónea para
fortalecer (o restaurar) una Presidencia fuertemente deteriorada en 12 años de
panismo.
La
Maestra hasta puede tener razón al oponerse a la reforma educativa en el punto
que vulnera los intereses de los trabajadores: el término “permanencia” usado
en el texto de la ley puede implicar que el gremio de los maestros pierda
algunos de sus derechos, algunos legítimos como la seguridad en el empleo,
otros de dudosa procedencia como el derecho a “heredar, vender o alquilar” la
plaza de maestro, o el monopolio de los egresados de escuelas normales sobre
las plazas. Tampoco se ha cuestionado qué parte de la responsabilidad de este
sistema de corrupción sindical corresponde al Ejecutivo y a los titulares de la
SEP, dado que los favores políticos fueron la moneda de cambio que utilizó
Gordillo cuando motivó la salida de Josefina Vázquez Mota de la SEP.
El
encarcelamiento de La Maestra fue bien planeado por la PGR y hasta ahora
exitoso, pero responde a la lógica del poder y no de la justicia. Oponerse a la
reforma educativa es confrontarse con el Estado, representado por la
Presidencia y la amplia mayoría del Congreso; y su encarcelamiento ha sido una
decisión muy popular, porque a lo largo de los años y de exhibir su riqueza y
su impunidad, Gordillo ha logrado convertirse en símbolo de corrupción e
impunidad.
EPN
fortalece su presidencia con este gran golpe político, gana popularidad y
advierte a sus enemigos hasta dónde puede llegar una confrontación con su
gobierno; será difícil que otros líderes sindicales o empresariales se opongan
a las reformas energética, fiscal o de medios sin antes valorar las
consecuencias. Pero es necesario analizar con cuidado los métodos y las
estrategias para el ejercicio del poder de la actual presidencia, porque lo que
queda muy claro en este caso es que la aplicación de la ley y la justicia no es
lo que más importa, y quizás la deuda más importante de nuestro sistema
político con la democracia es precisamente eso: la impunidad y el uso
discrecional de la procuración y la impartición de la justicia.
Publicado
en El Universal