jueves, 7 de marzo de 2013


Ahora viene lo bueno
LUCRECIA SANTIBAÑEZ

Como ya lo han dicho otros observadores del tema, ahora que la reforma constitucional en materia educativa es un hecho, se espera que el Congreso considere los cambios necesarios a la ley secundaria, es decir, la ley que determinará los detalles técnicos y específicos para poder llevar a cabo lo establecido en la reforma constitucional.

Según la investigación más reciente, las medidas más efectivas para medir qué tan bien o mal está haciendo un docente su trabajo combinan insumos de al menos tres fuentes: observaciones de la práctica docente en el aula, puntajes de ganancia educativa o “valor agregado” y encuestas a los alumnos sobre su percepción del docente.

A continuación describo algunas acciones clave desde el punto de vista técnico que habría que considerar para lograr un sistema de evaluación más confiable, creíble y que apoye y motive la mejora docente.

Instituir un mecanismo para ir recolectando datos socio-económicos de los alumnos que permitan un cálculo de ganancia educativa docente. Esto puede hacerse en la recolección de datos anual que hace cada centro escolar sobre los alumnos, vía las formas de inscripción. No hace falta preguntar mil cosas. Se puede comenzar por preguntar por la educación de los padres, si el alumno asistió o no a preescolar, algunas preguntas que puedan usarse para construir un índice económico (por ej. artículos en el hogar, etc.), si el alumno habla otra lengua (incluyendo lengua indígena) y si ha reprobado algún grado anterior.
Si uno de los grandes objetivos de EPN es meter computadoras en las escuelas, valdría la pena que al menos una de estas computadoras pudiera servir para captura de datos de control escolar en línea (o al menos electrónicos). Algunos estados que han sido punteros en el tema de recolección y uso de datos podrían liderear este ejercicio piloto.
Instituir un mecanismo para ligar año con año los resultados de ENLACE de los alumnos con el maestro que tuvieron (al menos la mayor parte del año).
Diseñar uno (o varios) programas piloto acompañado de un estudio riguroso para ensayar diversas formas de obtención de observaciones de la práctica. Esto incluye videograbción y codificación externa así como modalidades en las que participe el director, los ATPs y otros maestros “mentores”.
Hacer pilotaje de encuestas a alumnos y cruzar con información de otras fuentes (observación, ganancia educativa) para ir refinando un instrumento que logre captar la práctica docente desde el punto de vista de los alumnos.
Pensar en el papel que pueden jugar los institutos estatales de evaluación educativa (donde se hayan constituido) así como las direcciones de evaluación estatales en la orquestación de esta reforma. En el pasado la mayoría de estos institutos se han limitado a aplicar la prueba ENLACE y algunas otras pruebas estatales. Si México decide moverse hacia un sistema más comprensivo e integral de evaluación de la docencia, los cuerpos evaluadores estatales tendrán que jugar un papel más prominente y contar con los recursos (humanos, técnicos y financieros) para llevarlo a cabo.
Cualquier ejercicio de evaluación docente conlleva riesgos importantes. De hecho, la reforma en esta materia puede quedarse en la tinta únicamente si no se cuida muy de cerca su instrumentación. El tema de evaluación docente va más allá de ponerles un examen a los maestros y dejarlo ahí. Es mucho más complejo. Por lo tanto, hay algunas consideraciones que vale la pena que la SEP y otros actores tengan presentes:

El diseño de la evaluación es muy importante. Por lo tanto, su diseño y proceso de administración debe trabajarse con el debido tiempo. De preferencia deben realizarse pruebas piloto del instrumento durante al menos un año, en un ambiente sin consecuencias (“no-stakes”) para refinarlo y adecuarlo. Idealmente, se realizarían varias pruebas piloto donde se contrasten diversos enfoques y métodos y que sean realizados por distintos grupos de académicos y en diferentes contextos.
Es muy importante que la evaluación tenga credibilidad. Para esto es importante hacer una consulta con diversos actores, y en reuniones estatales para el diseño del sistema. Es primordial que en el ejercicio piloto participen diversos grupos (académicos, autoridades educativas, maestros, supervisores, etc.) en su diseño y evaluación.
Es importante que el ejercicio sea transparente y que puedan hacer recomendaciones diversos actores/sectores. Para ello, es importante que los resultados de los ejercicios de consulta sean difundidos y discutidos ampliamente. En otras palabras, la estrategia de evaluación docente necesita ir acompañada de una estrategia muy importante de comunicación.
En artículos futuros hablaré de otros componentes clave de la reforma: auto-gestión escolar y escuelas de tiempo completo.

lucrecia@rand.org

* Investigadora educativa en RAND y Directora Asociada del Centro de Estudios sobre Política Social para América Latina en la misma institución.