A quién le dan pan que llore: las
laptops de la SEP
EDUARDO ANDERE
Como regalo de
Pascua, el miércoles de Semana Santa la SEP corroboró
la decisión de
obsequiar 4.5 millones de computadoras.
La política
pública errónea
Cuando el mundo va
por las decisiones técnicas de políticas
públicas en lugar de decisiones políticas
en la administración pública,
y de los libros de texto a las tabletas y a los teléfonos
“inteligentes”; y de las computadoras a las
conexiones rápidas, anchas y confiables de Internet,
nosotros regresamos al pasado con decisiones públicas
no fundamentadas en investigación que implican miles de millones de
pesos como es el regreso a una versión “2” de Enciclomedia. En este caso, en
lugar de una computadora con proyector por cada salón
de clase de 5º y 6º
de primaria, como lo fue el fiasco de Enciclomedia, ahora será
con una computadora “super laptop”
para cada uno de los 4.5 millones de niños de los mismos grados en escuelas públicas.
Quienes tuvimos la oportunidad de ver el paquete Enciclomedia en sus dos
primeros años, después
de tres o cuatro años parecían
vejestorios, chatarra o trebejos de un taller de reparación
de automóviles y viejos. Lo mismo sucederá
con las laptops de la SEP.
El mundo no tiene
evidencia de los resultados de la relación entre aprendizaje y laptops. Ni
siquiera del mundialmente conocido y mercadeado programa de “una
laptop por niño (ULPN)”
(OLPC: One laptop per child).
En apariencia, el
estudio más completo al respecto, fue realizado
por investigadores auspiciados por el Banco Interamericano de Desarrollo y que
los gurús tecnológicos
del Banco Mundial citan y vuelven a citar en sus blogs especializados. Es un
estudio del extenso programa de OLPC en Perú
(902,000 laptops distribuidas a partir de 2008). Dicho estudio concluyó
con lo siguiente: “No hay evidencia de que la utilización
de computadoras haya aumentado la motivación de los niños
en las tareas escolares. No encontramos evidencia que el programa haya tenido
influencia sobre los hábitos de lectura. Finalmente, el
programa no parece haber afectado la calidad de la instrucción
en el aula. Una evaluación cualitativa paralela del programa
sugiere que la introducción de las computadoras produjo, en el
mejor de los casos, cambios modestos en las prácticas
pedagógicas.
Además,
como lo sugieren los autores del estudio, “aunque el programa aumentó
enormemente el acceso a las computadoras (…) no se encontró
evidencia de efectos sobre la matrícula ni el rendimiento académico
en matemática y lenguaje. Sin embargo, sí
se hallaron algunos efectos positivos [aunque pocos, no suficientes para
justificar el tamaño de la inversión]
en habilidades cognitivas generales”.
En términos
de implementación el programa de Perú
se enfrentó con muchos problemas como el que casi
la mitad de los niños no se llevaban la computadora al
hogar (como era la intención inicial del programa y de la
organización OLPC), ya sea porque los directores
no los dejaban o porque los papás sentían
responsabilidad del costo financiero en caso de daño
o robo. El programa también se enfrentó
con un fuerte incendio en los almacenes del ministerio de educación
que destruyó decenas de miles de laptops.
En el mejor de los
casos no existe evidencia sólida y consistente de los beneficios de
este tipo de programas en la educación y menos en el aprendizaje de niños
y jóvenes.
Las millones de
computadoras que la SEP (es decir, cada uno de nosotros a través
de los impuestos) obsequiará no son una laptop cualquiera. Según
la descripción del proyecto de convocatoria
registrada en la Secretaría de la Función
Pública (SFP) y que se desplegaba en el Portal de la misma se
trata de una “laptop”
con características más
estrictas y “lujosas”
que las del modelo XO del OLPC.
Por lo tanto, uno
debe pensar que el precio de las mismas será
mayor a los 200 dólares americanos en que se vende la XO
de OLPC. Supongamos sin conceder que el equipo será
el de OLPC y que la convocatoria esté “acordada de antemano”.
Si este fuese el caso, el gasto total por los 4.5 millones de computadoras sería
de 900 millones de dólares americanos (es decir, 11, 250
millones de pesos de 12.50 por dólar). Sin embargo, si las laptop
costaran más, digamos unos modestos 500 dólares
por equipo (considerando que las especificaciones de software y hardware son en
general más estrictas y “lujosas”
que las de OLPC), el gasto total sería 2,250,000,000 de dólares
americanos (es decir, 28,125,000,000 pesos al mismo tipo de cambio). Es un
titipuchal de dinero que nos ayudaría a mantener a la UNAM por un año
o más, o construir más de un par de plantas tratadoras de
agua desperdiciada de uso humano o industrial, o varios kilómetros
de metro o carreteras, o muchos más metro-bus, o varios hospitales, o
mejores policías o mejores maestros.
El argumento tecnológico
y la ciencia del aprendizaje
No hay marcha atrás
en el uso de la tecnología para la vida cotidiana; eso incluye a
las escuelas, los hogares, las empresas, los gobiernos, los comercios. Es como
si se hubiese negado el arribo de la imprenta y la diseminación
de los libros. La humanidad detonó con el libro “portátil”
(como otros han sugerido) del Renacimiento. Se acabó
con el monopolio de la producción monástica
de los libros. La humanidad se liberó de muchas cosas, entre otras, de la
escolástica, y del monopolio eclesiástico
de la educación.
Ahora, la revolución
en las tecnologías de información
y comunicaciones (TIC) nos da otro empujón cuántico.
Pero entonces y ahora, antes que el libro físico
o digital, per se, es más importante aprender a leer. Y antes
que la computadora per se es más importante aprender a usar la computadora;
y aprender español, y aprender matemáticas,
y aprender ciencia, y aprender arte, y aprender a aprender; y querer aprender y
querer aprender a leer.
Sin estas
habilidades, el tiempo dedicado al artilugio es tiempo sacrificado al
desarrollo de otras habilidades que nos van a permitir utilizar mejor los
artilugios. Por supuesto, una buena utilización
del artilugio, nos permitirá aprender mejor otras materias, siempre
y cuando uno sepa lo que hace cuando multiplica, divide, fracciona, lee,
interpreta o escribe.
La computadora
facilita el trabajo al cerebro, pero si el cerebro no trabaja, la computadora
seguramente hará más lento y torpe al cerebro. Una
computadora, como una calculadora, puede responder con mayor facilidad a la
multiplicación 12 x 12 (144); pero un cerebro que no
realiza las operaciones mentales para resolver ese problema puede estropearse,
anquilosarse, por falta de uso; las neuronas y sus conexiones no usadas,
disolverán el pegamento de la memoria y
aniquilarán el aprendizaje.
“Google maps”, “mapas”,
y “Waze”, son maravillosos; nos resuelven el
problema de pensar y buscar por dónde ir para llegar a nuestro destino.
Ahora, todo es mucho más sencillo. Pero, cuidado, más
poder de cómputo no significa más
inteligencia, ni más aprendizaje.
El aprendizaje del
cerebro todavía requiere esfuerzo. Todavía
requiere saber (entender) lo que significa multiplicar y dividir; lo que es una
comparación de cifras (proyección,
tendencia o regresión); todavía
requiere saber el significado literal y metafórico
de las palabras, las frases, las oraciones, los mensajes. Una computadora no
puede entender e interpretar el significado “A
quien le dan pan que llore” aplicado a las laptops de la SEP; ni
lo que Cervantes quiso decir con la expresión:
“La mejor salsa del mundo es el hambre; y como ésta
no falta a los pobres, siempre comen con gusto”.
O la frase del mismo Cervantes: “la verdad (…)
siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”.
Todo eso es lo que
tiene que ver con la ciencia del aprendizaje con algunos toques de neurología.
Y los peligros aquí apuntados de una errónea
política pública sobre el cerebro y el aprendizaje
al regalar, así como así,
computadoras.
Política
pública: regalar o repartir libros y computadoras
Lo más
criticable es la interpretación lineal de lo que aquí
cuento. Los responsables de política pública
saben, porque lo leen o les han dicho, que los estudiantes que obtienen
resultados más altos en pruebas estandarizadas son
quienes dicen contar con más libros en casa o con más
acceso a las TIC. Es muy probable que esto sea cierto. Pero decir que los
estudiantes de más altos resultados en estas pruebas
tienen más libros y computadoras, no quiere
decir que repartir libros y computadoras haga mejores estudiantes. El cambio de
las palabras afecta el resultado. Por tanto, esta no es la política
pública a seguir.
La variable libros y
acceso a las TIC es una variable condicional: condicionada a que los libros se
lean y se entiendan y las computadoras se usen y usen bien. Porque si fuera
cierto que tener un libro o una computadora en casa sea la panacea para la
ignorancia, bueno, pues cerremos todas las escuelas, despidamos a todos los
maestros de todas las aulas de México (y del mundo también)
y enviemos paquetes de cien libros a las casas, y computadoras o laptops a cada
niño, joven y padre de familia, y asunto resuelto. Ojalá
fuera así de sencillo: el libro no existe hasta
que se lee; y la computadora no existe hasta que se usa bien.
Quiero cerrar esta
breve artículo con una estupenda frase, escrita
por expertos en el tema para la UNESCO que sintetiza elocuentemente el
resultado de evaluación académica
de la relación entre tecnología
y educación:
La tecnología
es sólo un instrumento: ninguna tecnología
puede arreglar una mala filosofía educativa o compensar por una mala práctica.
De hecho, si vamos en la dirección equivocada, la tecnología
nos llevará ahí
más rápido.
La entrega de
laptops por parte de la SEP agravará el problema educativo de México,
beneficiará mucho más
a las empresas productoras de artilugios o programas de cómputo
que a las escuelas y los hogares. Es tiempo de dar marcha atrás.
Es mejor decir “me equivoqué”
que utilizar los recursos públicos escasos en gastos inútiles.
Por encima de la política y los intereses de grupo o
empresariales deben estar los niños y jóvenes.