martes, 2 de abril de 2013


La CNTE en Oaxaca y Guerrero
FELIPE DE JESUS GONZALEZ

La situación política en Oaxaca y Guerrero se pone al rojo vivo por la presión de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en contra de la reforma educativa impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto y aprobada por el Congreso. El gobierno federal y los gobiernos de ambas entidades quizá no han reparado que más allá de la confrontación, existe todo un andamiaje de ingobernabilidad sustentado por una dinámica histórica de problemas sociales con diferentes frentes críticos.

La magnitud que se oculta detrás de las demostraciones de fuerza sindical puede pasar desapercibida para los distintos niveles del gobierno, pero es donde realmente se concentra la preocupación de la estabilidad de las regiones. El conflicto por sí mismo tiene motivaciones sindicales y hasta ideológicas, bajo estructuras verticales donde no importa quién sea el gobernante o el líder, porque el conflicto existe por sí mismo, se mueve y toma decisiones.

En perspectiva, no ha existido una estrategia eficaz ni mucho menos efectiva para, primero, entender la realidad de dos estados agobiados por el retraso social y una pobreza endémica que hacen vulnerable cualquier intento de establecer condiciones mínimas de gobernanza. Basta recordar los últimos sexenios en Oaxaca, pasando por los gobiernos de Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz y ahora Gabino Cué, quienes padecieron de forma sistemática la incapacidad de resolver estos problemas.

En el balance, sólo hay estrategias mínimas para mitigar y amortiguar los efectos de ese movimiento social y sindical que cada vez se torna más complejo. Es muy fácil desde la Ciudad de México hacer una declaración –como la que hicieron los líderes del Pacto por México–, en el sentido de que los gobernadores deben aplicar hasta sus últimas consecuencias la reforma educativa en ambas entidades, pero no veo cómo se le van a imponer los cambios a un gremio beligerante, con capacidad de reacción y que en algunos momentos ha estado incluso ligado a movimientos sociales y de subversión. Y falta que los profesores de la CNTE en Michoacán se movilicen como lo hicieron el año pasado, cuando en varias ocasiones paralizaron la capital del estado.

Así, mientras la profesora Elba Esther Gordillo se encuentra en la cárcel, los conflictos magisteriales parecen agravarse por la falta de canales confiables para la concertación. Esto obliga a los distintos niveles de gobierno a tomar una decisión inteligente que permita en forma integral atender y mediar el conflicto y salvaguardar la estabilidad y la paz social de esos dos estados y evitar que la inconformidad de los profesores se extienda a otras entidades, ahora quizá bajo las siglas del SNTE, porque el tema de ligar la permanencia en la plaza a las evaluaciones, sigue siendo una inquietud latente hasta en los maestros más institucionales.

La otra salida, ahora que la CNTE está llevando las cosas a un nivel de enfrentamiento total, que le deja al gobierno un escaso margen de negociación, es reprimir a los profesores, pues ni modo que en todo el país se eche a andar la reforma educativa, menos en esas dos entidades donde viven los niños más pobres y marginados del país.

Mientras se toma una decisión de fondo, se está creando el ambiente preferido de los profesores de la CNTE: el del conflicto, la movilización y la confrontación como método y fin de su lucha. Publicado en La Silla Rota