lunes, 8 de abril de 2013


Magisterio: la aplicación de la ley
Alberto Begné Guerra

La rebelión contra la reforma educativa es una de las más acabadas expresiones del absurdo y la sinrazón. No hay principios, no hay argumentos, no hay destino. Su motivo es la mera defensa de intereses particulares. ¿Qué tiene esto de justiciero o revolucionario? Lejos de ello, los grupos inconformes del magisterio actúan en contra de las niñas y los niños más pobres del país. Anclados en el pasado, clausuran el futuro de la niñez mexicana. No hay que quitar el dedo del renglón ni perder el foco del problema: la reforma es un paso imprescindible para enfrentar el desastre educativo del país.

Parece necesario insistir en algunos datos duros para subrayar lo que está en juego. La prueba Enlace de la SEP muestra que 90% y 82 % de los alumnos evaluados de primaria y secundaria, respectivamente, tienen un desempeño insuficiente en matemáticas y en español, lo que significa que la gran mayoría no cuenta con la formación y las habilidades necesarias para resolver problemas aritméticos básicos, ni para aprovechar la lectura y escribir correctamente. Conforme a las evaluaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuya finalidad es identificar y valorar el desarrollo de habilidades en educación media básica, los alumnos mexicanos ocupan el último lugar de los 30 países miembros. En efecto, la prueba PISA de la OCDE sitúa a 63 por ciento de los alumnos mexicanos en los dos niveles más bajos en matemáticas y capacidad científica.

Esto tiene una repercusión directa en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, piezas clave para la competitividad y el crecimiento económico. Algunos datos de la OCDE ilustran la dimensión del rezago. De cada mil personas de la población económicamente activa, únicamente dos se dedican a la investigación científica y al desarrollo tecnológico. Finlandia, el primer lugar, ocupa 31 de cada mil y la media de la OCDE es de 13 por cada mil. En relación con el conocimiento aplicado, la innovación y los derechos de propiedad intelectual, el rezago también es muy marcado: por cada millón de habitantes México registra dos patentes al año, mientras Finlandia registra 271 y la media de la OCDE es de 108.

Por todo esto es insostenible la rebelión y, desde luego, la permanencia de los maestros que no tengan un buen desempeño o no acudan a trabajar. No hay margen para la confusión. El secretario Emilio Chuayffet lo dijo con entera razón y claridad: la aplicación de la ley significa, ni más ni menos, terminar la relación laboral con quienes abandonan su trabajo. La pretensión de crear estados de excepción o tropicalizar la reforma educativa es una aberración por donde se le quiera ver. Aplicar la ley, en este caso, más que en cualquier otro, supone defender el mejor interés de la infancia mexicana.         
*Socio Consultor de Consultiva
abegne.guerra@gmail.com