Magisterio:
la aplicación de la ley
Alberto Begné
Guerra
La rebelión
contra la reforma educativa es una de las más
acabadas expresiones del absurdo y la sinrazón.
No hay principios, no hay argumentos, no hay destino. Su motivo es la mera
defensa de intereses particulares. ¿Qué tiene esto de justiciero o
revolucionario? Lejos de ello, los grupos inconformes del magisterio actúan
en contra de las niñas y los niños
más pobres del país. Anclados en el pasado, clausuran el
futuro de la niñez mexicana. No hay que quitar el dedo
del renglón ni perder el foco del problema: la
reforma es un paso imprescindible para enfrentar el desastre educativo del país.
Parece necesario
insistir en algunos datos duros para subrayar lo que está
en juego. La prueba Enlace de la SEP muestra que 90% y 82 % de los alumnos
evaluados de primaria y secundaria, respectivamente, tienen un desempeño
insuficiente en matemáticas y en español,
lo que significa que la gran mayoría no cuenta con la formación
y las habilidades necesarias para resolver problemas aritméticos
básicos, ni para aprovechar la lectura y escribir
correctamente. Conforme a las evaluaciones de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), cuya finalidad es identificar y valorar el desarrollo de habilidades en
educación media básica,
los alumnos mexicanos ocupan el último lugar de los 30 países
miembros. En efecto, la prueba PISA de la OCDE sitúa
a 63 por ciento de los alumnos mexicanos en los dos niveles más
bajos en matemáticas y capacidad científica.
Esto tiene una
repercusión directa en el desarrollo de la
ciencia y la tecnología, piezas clave para la competitividad
y el crecimiento económico. Algunos datos de la OCDE ilustran
la dimensión del rezago. De cada mil personas de
la población económicamente
activa, únicamente dos se dedican a la
investigación científica
y al desarrollo tecnológico. Finlandia, el primer lugar, ocupa
31 de cada mil y la media de la OCDE es de 13 por cada mil. En relación
con el conocimiento aplicado, la innovación y los derechos de propiedad
intelectual, el rezago también es muy marcado: por cada millón
de habitantes México registra dos patentes al año,
mientras Finlandia registra 271 y la media de la OCDE es de 108.
Por todo esto es
insostenible la rebelión y, desde luego, la permanencia de los
maestros que no tengan un buen desempeño o no acudan a trabajar. No hay margen
para la confusión. El secretario Emilio Chuayffet lo
dijo con entera razón y claridad: la aplicación
de la ley significa, ni más ni menos, terminar la relación
laboral con quienes abandonan su trabajo. La pretensión
de crear estados de excepción o “tropicalizar”
la reforma educativa es una aberración por donde se le quiera ver. Aplicar
la ley, en este caso, más que en cualquier otro, supone
defender el mejor interés de la infancia mexicana.
*Socio Consultor de
Consultiva
abegne.guerra@gmail.com