miércoles, 24 de abril de 2013


La batalla continúa
CARLOS ORNELAS

La batalla por la educación se extiende. Las marchas y tomas de edificios y vehículos por maestros y normalistas es la continuación de la política por otras vías. Parece que los opositores a las reformas a las nuevas leyes en educación quieren rebasar el punto de no retorno. Su disconformidad es tozuda, irreductible. Además, ganan adeptos entre los maestros indecisos que creen que el gobierno desea quitarles las plazas que consideran de su propiedad. Aunque los radicales se ganan el repudio de amplios grupos sociales.

El gobierno de Enrique Peña Nieto avanza con su estrategia legal, la SEP ya entregó al Pacto por México los anteproyectos de reformas a la Ley General de Educación y de las que regularán las reformas a la Constitución: la Ley General del Servicio Profesional Docente y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Pero parece que no sabe cómo contener las manifestaciones violentas de los opositores.

La resistencia crece. Los maestros de Guerrero, en alianza con las policías comunitarias y otros grupos radicales incrementan sus acciones, toman carreteras y cercan edificios públicos, atacan comercios y atemorizan a la población. Los de la Sección 7, de Chiapas, ya anunciaron que harán una huelga a partir del 1 de mayo, mientras que Michoacán es una hoguera que al parecer nadie puede (o tal vez nadie quiera) apagar. La Sección 22 de Oaxaca pronto tomará sus decisiones.

El gobierno ensancha sus advertencias y abre espacios a la negociación, pero no hay diálogo. Ya anunció mayores sanciones, como la retención del salario a quienes paren y el amago de que se ejecutarán órdenes de aprehensión contra quienes cometan delitos. Pero eso no ataja a los opositores ni parece que los asuste. Ellos piensan que haciendo crecer su movimiento harán retroceder a la SEP. Desean una revuelta de gran calado que ponga de rodillas al gobierno.

Una vía de contención de la rebeldía que me parece que el gobierno no ha explorado es meter una cuña del mismo palo. A fe mía que los radicales son minoría, aunque vociferantes y con muchas habilidades para la organización de movimientos de masas. Los maestros (llamémosles no comprometidos con la lucha) son mayoría. A ellos no los moviliza lo que resta de la camarilla de Elba Esther Gordillo; ésta acostumbró a los docentes a la inmovilidad, a recibir instrucciones y a comportarse conforme a los dictados de los dirigentes. Hoy esa camarilla está sumisa a los dictados de la SEP, el encarcelamiento de su jefa domesticó a los seguidores.

Las organizaciones civiles que acompañan (y que en muchos aspectos provocaron las reformas) al gobierno en su empeño, como Mexicanos Primero y la Coalición Ciudadana por la Educación, no tienen mucha aceptación entre los docentes de base, por más que hayan hecho esfuerzos para distinguirlos de los dirigentes y de los grupos opositores. Pienso que se pueden seguir dos vías. Una para el plazo inmediato y la otra para el mediano, para garantizar que las reformas pasen y se apliquen.

Lo urgente. Tal vez una convocatoria amplia, dirigida a los “buenos maestros”, repetida y desplegada a lo largo del país pueda meter algunas calzas en las huestes opositoras. Ya vimos cómo en Guerrero una sola maestra que quería dar clases fue hostigada por los disidentes porque les generaba antipatía entre la población. Si son muchos quienes se enfrenten a los opositores disminuirá la credibilidad de éstos ante el gremio.

La estrategia de mediano plazo, digamos de los años que restan del sexenio, consiste en descolonizar el gobierno de la educación básica. Expulsar de los puestos de control a quienes fueron puestos allí para defender los intereses de las camarillas y sustituirlos por una nueva camada de burócratas profesionales, que puede surgir del gremio, no del sindicato, pero seleccionada, como diría Weber, por sus méritos, no por su fidelidad a caciques.

Sería continuar la batalla por otras vías.

Retazos

Lo ideal, pienso, sería desmantelar al SNTE. Los sindicatos corporativos no tienen razón de existir en la democracia. Los maestros son capaces de forjar sindicatos libres, no tutelados por ningún poder. Pero eso es un sueño guajiro. No está en las perspectivas del gobierno actual; se trata de que el PRI reconquiste al SNTE, creo. *Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana. Carlos.Ornelas10@gmail.com