La toma de rectoría
Octavio
Rodríguez Araujo
Atendiendo a
las notas de prensa, el conflicto del CCH de la UNAM se inició el viernes
primero de febrero en Naucalpan. Esa noche un grupo de estudiantes se enfrentó
a trabajadores administrativos y docentes porque se le impidió la entrada al
plantel a un alumno en estado inapropiado, cualquier cosa que esto haya
significado. De ahí resultaron expulsados seis estudiantes ( La Jornada, 6/2/13),
y dos profesores (o que se presentaron como tales) declararon que esas
expulsiones fueron una reprimenda a quienes se han opuesto a la actualización
del CCH fundado en 1971. Lo que no dijeron es que esta actualización está
planteada en 12 puntos para que, después de un largo debate, sean revisados en
noviembre de este año.
Los famosos
12 puntos son (sintetizo): 1) redefinir el perfil del egresado y 2) actualizar
los programas de estudios, que ya habían sido revisados en 1996; 3) formar y
actualizar a los profesores; 4) impartir educación física, 5) inglés en los
tres años y 6) francés como segunda lengua (optativa); 7) seleccionar materias
en un esquema preferencial (cinco materias: tres obligatorias por interés
vocacional y dos optativas de otras áreas); 8) horario continuo en dos turnos;
9) clases de una hora 50 minutos; 10) recursamientos mediante cursos en línea y
tutoriales, y recursamientos presenciales para los alumnos que los deseen; 11)
cursos en línea en apoyo a los ordinarios, y 12) fortalecer el Sistema
Institucional de Tutorías de la UNAM de segundo a sexto semestre.
Si los
actuales alumnos del CCH conocieran la historia de su dependencia sabrían que
ésta, en la idea del rector Pablo González Casanova, aspiraba a ser un motor
permanente de innovación de la enseñanza universitaria y nacional con nuevos
métodos de enseñanza (las cursivas son mías). Nunca se dijo que su plan de
estudios sería único y permanente, pues hubiera sido un contrasentido. En los
42 años de existencia el CCH, como cualquier dependencia de educación, debe
sufrir cambios y adecuaciones, pues la realidad circundante también cambia.
Otro punto a
debate tiene que ver con el concepto de autonomía. Ésta, para que se entienda
bien, no quiere decir extraterritorialidad, como si se tratara de la embajada
de un país. No es común que las policías preventiva o judicial ingresen a las
instalaciones de la UNAM y, en general, no es bien visto por su comunidad. Pero
esto no quiere decir que ante actos delictivos no pueda entrar a solicitud de
las autoridades universitarias, entre las cuales están los directores de las
dependencias. Lo del ingreso de la antigua PFP en febrero de 2000, como ya lo
escribí en su momento (20/4/2000), no fue legal, dado que la Ley de la PFP
establecía que sólo podría intervenir en instalaciones dependientes de la
Federación, que no era ni es el caso de la UNAM.
Cuando el 6
de febrero supuestos estudiantes tomaron la dirección general del CCH, lo
hicieron con violencia, rompiendo ventanas, puertas, mobiliario y, además,
sustrajeron equipos y materiales de trabajo de ese plantel. Esto, que configura
varios delitos, fue denunciado ante el Ministerio Público. Los presuntos
estudiantes no aceptaron el diálogo con las autoridades pero sí insistieron en
eliminar los 12 puntos ya mencionados, que fueran readmitidos los seis alumnos
expulsados del plantel Naucalpan del CCH y que se retiraran las denuncias
penales contra otros cinco. En otras palabras, los aparentes estudiantes
cometieron una serie de ilícitos para que las autoridades se desistieran de las
denuncias de previos ilícitos. En buena lógica es un absurdo, además de una
provocación. La intención de diálogo no se vio del lado de los supuestos
estudiantes; otro tipo de intereses pareció ser el móvil de sus acciones.
Más
recientemente, el viernes pasado, un grupo de supuestos estudiantes (no todos
de la UNAM) se desprendió de una marcha estudiantil y después de romper algunos
vidrios se metieron al edificio de rectoría. Una vez más violencia innecesaria
pues, según las notas periodísticas, en ningún momento antes de la irrupción a
rectoría los presuntos estudiantes intentaron dialogar con alguna autoridad
universitaria. Más bien, ya adentro, fue cuando declararon que no entregarían
el edificio si no se cumplían por lo menos tres puntos de su pliego de
demandas: no represalias por haber tomado rectoría, desistimiento total de las
autoridades sobre las demandas ante el Ministerio Público y reinstalación de
los expulsados. Es decir, lo mismo que argumentaron cuando tomaron la dirección
general del CCH. Los otros cuatro puntos son todavía más cuestionables:
consulta amplia y participativa para la reforma de los CCH, cosa que está
planteada desde el principio para concluir en noviembre; que se repudie la
violación de la autonomía (que no fue tal pues, como ya dije, autonomía no es
extraterritorialidad); que desaparezca el Tribunal Universitario, que es la
instancia legal para sancionar a los universitarios –estudiantes o académicos–
que cometan faltas graves contra la institución o sus miembros (existe, además,
la Defensoría de los Derechos Universitarios), y que se sancione a los
responsables de los hechos del primero y 5 de febrero en Naucalpan (¿autogol o
inculpación de las autoridades del CCH?).
En otros
términos, lo que exigen los supuestos estudiantes es quedar impunes de los
ilícitos cometidos. Una demanda válida, si se quiere verla con buenos ojos,
pero que está sugiriendo una situación de privilegio que ellos mismos no
aceptarían para un grupo de vándalos o el vecino que asaltaran sus casas con
lujo de violencia.
Varios de
mis lectores se preguntarán por qué no protesté por la toma de rectoría de la
UACM el 28 de agosto del año pasado. Me adelanto a responder: porque la ex
rectora y sus paniaguados no respetaron el voto y la instalación del tercer
Consejo Universitario como correspondía legalmente. Hicieron trampas y se
aferraron a sus cargos de manera enfermiza. El rector de la UNAM no ha cometido
atropellos semejantes ni ha actuado al margen de la legislación universitaria.
Son dos situaciones y dos personas totalmente distintas. rodriguezaraujo.unam.mx