viernes, 26 de abril de 2013


SNTE y cacicazgos charros: historia sin fin
Jesús Martín del Campo

A muy poco tiempo de su fundación, en diciembre de 1943, el SNTE comenzó a ser dirigido por líderes que implantaron todos los vicios del sindicalismo oficial, conocido como charrismo, a la par que en la mayoría de sindicatos importantes del país.

Tres camarillas, encabezadas cada una por un jefe o jefa, han controlado el SNTE desde 1952 a la fecha. La primera, encabezada por Jesús Robles Martínez, controló a los sucesivos dirigentes del sindicato de 1952 hasta 1972. La segunda, encabezada por Carlos Jonguitud Barrios, controló la vida sindical de 1972 a 1989. Y la tercera, teniendo como cabeza a Elba Esther Gordillo Morales, dominó de 1989 hasta febrero pasado.

Tratándose de un pilar de los gobiernos autoritarios para el control político de los trabajadores, los líderes charros han tenido licencia para enriquecerse, vender plazas, y también para perseguir y asesinar disidentes. Tal es el caso del SNTE, donde los jefes de las camarillas han sido removidos en una especie de ritual cíclico, de aproximadamente 20 años entre uno y otro, por algún desencuentro con el Ejecutivo en turno. Los han quitado y remplazado por otros que les garantizan el control deseado. Haciendo el papel del charro expiatorio.

Como elementos característicos de las direcciones oficialistas del SNTE encontramos: el control personalizado del jefe o la jefa en la toma de decisiones. La componenda de los líderes con las autoridades para negociar reivindicaciones a la baja, el ofrecimiento de votos para candidatos del PRI a la Presidencia (con Elba Esther para el del PAN vía fraude), la exigencia de una cuota cada vez más grande de cargos políticos y, de manera muy señalada, el uso de métodos violentos contra los disidentes.

Precisamente por la ausencia de democracia en el sindicato magisterial, y por los métodos gansteriles de los charros para controlarlo, han surgido movimientos democráticos para recuperar su sindicato como un instrumento al servicio de los trabajadores.

Durante el cacicazgo de Robles Martínez surgió el Movimiento Revolucionario del Magisterio, encabezado por Othón Salazar, con cuyas acciones desarrolladas entre 1956 y 1960 se cimbró el charrismo. Tiempo después, entre 1968 y 1970, surgió un movimiento integrado por comités de lucha de un buen número de delegaciones sindicales del DF.

En el periodo de dominio de Carlos Jonguitud surgió la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en diciembre de 1979, organización que sigue viva y activa hasta la fecha. En dicho lapso se cometieron los asesinatos de muchos maestros democráticos a manos de jonguitudistas. ¿Cómo olvidar esos hechos?

Bajo el control de Elba Esther los rasgos del charrismo fueron llevados al extremo. Su ambición por enriquecerse, sus numerosas propiedades y su explicación chocarrera de una herencia como la base de su fortuna son al mismo tiempo indignantes y muestra de la corrupción que priva entre los políticos en el poder, algunos de los cuales han sido socios de ella. Su obsesiva concentración del control personal de todo lo que se hiciera en el sindicato revelaba desconfianza. Hacerse nombrar presidenta vitalicia ya fue el colmo. Con su habilidad para ayudar en los fraudes electorales de 2006 y 2012, superó con creces a sus antecesores. Su entreguismo para pedir que desaparecieran las normales del país, una barbaridad, si la inmensa mayoría de los maestros del sindicato son egresados de las mismas. Contra ese cacicazgo la CNTE desarrolló una gran capacidad de lucha, y logró acrecentar su influencia en la mayor parte de secciones del país y es la alternativa para democratizar al SNTE.

Cuando cayó Robles Martínez, Echeverría impulsó a Jonguitud para el relevo en el SNTE. El charrismo siguió con un líder que llevaba el control personal de la vida sindical y formó la corriente Vanguardia Revolucionaria, de la que se hizo nombrar jefe vitalicio. La inconformidad contra ese cacicazgo se mostró con la huelga magisterial de 1989, dirigida por la CNTE.

En abril de aquel año cayó Jonguitud y Salinas colocó a Elba Esther al frente del SNTE. De eso hace 24 años. Los excesos de Elba Esther y la anuencia de los gobernantes con ella la hacían ver como inamovible. Sorpresivamente la meten a la cárcel y termina su ciclo, pero el gobierno actual mantiene intacta la estructura que ella dejó, y que es fuente de malestar del magisterio que ha luchado siempre por la democratización de su sindicato.

Ahora sabemos que el gobierno dio el golpe para darse una imagen justiciera, pero en realidad preparó el terreno para la aplicación de la llamada reforma educativa que tiene la clara intención de abatir la estabilidad en el empleo, acabar con la gestión colectiva de las condiciones de trabajo y cerrar las escuelas normales. El magisterio democrático despliega ya una oleada de lucha contra esa reforma y sus contingentes de vanguardia en Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Distrito Federal y Chiapas lograrán la incorporación de muchos en defensa de su fuente de trabajo.