SNTE y cacicazgos charros:
historia sin fin
Jesús Martín
del Campo
A muy poco
tiempo de su fundación, en diciembre de 1943, el SNTE comenzó a ser dirigido
por líderes que implantaron todos los vicios del sindicalismo oficial, conocido
como charrismo, a la par que en la mayoría de sindicatos importantes del país.
Tres camarillas,
encabezadas cada una por un jefe o jefa, han controlado el SNTE desde 1952 a la
fecha. La primera, encabezada por Jesús Robles Martínez, controló a los
sucesivos dirigentes del sindicato de 1952 hasta 1972. La segunda, encabezada
por Carlos Jonguitud Barrios, controló la vida sindical de 1972 a 1989. Y la
tercera, teniendo como cabeza a Elba Esther Gordillo Morales, dominó de 1989
hasta febrero pasado.
Tratándose
de un pilar de los gobiernos autoritarios para el control político de los
trabajadores, los líderes charros han tenido licencia para enriquecerse, vender
plazas, y también para perseguir y asesinar disidentes. Tal es el caso del
SNTE, donde los jefes de las camarillas han sido removidos en una especie de
ritual cíclico, de aproximadamente 20 años entre uno y otro, por algún
desencuentro con el Ejecutivo en turno. Los han quitado y remplazado por otros
que les garantizan el control deseado. Haciendo el papel del charro expiatorio.
Como
elementos característicos de las direcciones oficialistas del SNTE encontramos:
el control personalizado del jefe o la jefa en la toma de decisiones. La
componenda de los líderes con las autoridades para negociar reivindicaciones a
la baja, el ofrecimiento de votos para candidatos del PRI a la Presidencia (con
Elba Esther para el del PAN vía fraude), la exigencia de una cuota cada vez más
grande de cargos políticos y, de manera muy señalada, el uso de métodos
violentos contra los disidentes.
Precisamente
por la ausencia de democracia en el sindicato magisterial, y por los métodos
gansteriles de los charros para controlarlo, han surgido movimientos
democráticos para recuperar su sindicato como un instrumento al servicio de los
trabajadores.
Durante el
cacicazgo de Robles Martínez surgió el Movimiento Revolucionario del
Magisterio, encabezado por Othón Salazar, con cuyas acciones desarrolladas
entre 1956 y 1960 se cimbró el charrismo. Tiempo después, entre 1968 y 1970,
surgió un movimiento integrado por comités de lucha de un buen número de
delegaciones sindicales del DF.
En el
periodo de dominio de Carlos Jonguitud surgió la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación, en diciembre de 1979, organización que sigue viva
y activa hasta la fecha. En dicho lapso se cometieron los asesinatos de muchos
maestros democráticos a manos de jonguitudistas. ¿Cómo olvidar esos hechos?
Bajo el
control de Elba Esther los rasgos del charrismo fueron llevados al extremo. Su
ambición por enriquecerse, sus numerosas propiedades y su explicación
chocarrera de una herencia como la base de su fortuna son al mismo tiempo
indignantes y muestra de la corrupción que priva entre los políticos en el
poder, algunos de los cuales han sido socios de ella. Su obsesiva concentración
del control personal de todo lo que se hiciera en el sindicato revelaba
desconfianza. Hacerse nombrar presidenta vitalicia ya fue el colmo. Con su
habilidad para ayudar en los fraudes electorales de 2006 y 2012, superó con
creces a sus antecesores. Su entreguismo para pedir que desaparecieran las
normales del país, una barbaridad, si la inmensa mayoría de los maestros del
sindicato son egresados de las mismas. Contra ese cacicazgo la CNTE desarrolló
una gran capacidad de lucha, y logró acrecentar su influencia en la mayor parte
de secciones del país y es la alternativa para democratizar al SNTE.
Cuando cayó
Robles Martínez, Echeverría impulsó a Jonguitud para el relevo en el SNTE. El
charrismo siguió con un líder que llevaba el control personal de la vida
sindical y formó la corriente Vanguardia Revolucionaria, de la que se hizo
nombrar jefe vitalicio. La inconformidad contra ese cacicazgo se mostró con la
huelga magisterial de 1989, dirigida por la CNTE.
En abril de
aquel año cayó Jonguitud y Salinas colocó a Elba Esther al frente del SNTE. De
eso hace 24 años. Los excesos de Elba Esther y la anuencia de los gobernantes
con ella la hacían ver como inamovible. Sorpresivamente la meten a la cárcel y
termina su ciclo, pero el gobierno actual mantiene intacta la estructura que
ella dejó, y que es fuente de malestar del magisterio que ha luchado siempre
por la democratización de su sindicato.