Disyuntiva
en CNTE: gremio o partido
Carlos Ramírez
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El conflicto
magisterial tiene orígenes históricos
en el tiempo pero un común denominador en sus objetivos: la
educación como aparato de control ideológico,
antes a favor de la ideología de la Revolución
Mexicana y hoy como definición de nuevos proyectos políticos.
El colapso del SNTE
ocurrió en los años
50, cuando la izquierda comunista -liderada por el Partido Comunista Mexicano-
tomó el control de sindicatos de empresas o servicios públicos.
La mano dura de los gobiernos de Ruiz Cortines y Adolfo López
Mateos, con Gustavo Díaz Ordaz como el operador político
desde la Oficialía Mayor de Gobernación
y luego la titularidad de la dependencia, aplastó
a la disidencia.
El punto central del
conflicto actual radica en el viejo modelo de sindicalismo mexicano controlado
por el Estado vía el PRI y el sistema político
priista, hoy en proceso de redefinición: los sindicatos ya no constituyen
estructuras de poder alterno al PRI. El aplastamiento de la disidencia
magisterial en 1958 prohijó la estructura de cacicazgos en el
SNTE: Jesús Robles Martínez,
Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo. Sólo
que la decisión oficial se centró
en el control de masas y abandonó el bienestar; por eso el nacimiento de
la disidencia sindical seccional en diciembre de 1979 se dio en torno a 3
grandes banderas: democracia sindical, deterioro salarial y sindicatos como
parte de otro proyecto de nación.
El problema en el
SNTE fue la incapacidad de los cacicazgos para mantener el control de los
maestros y de las secciones, sobre todo porque los caciques centraron su acción
sólo en el afianzamiento de poderes personales y no en función
de las estructuras del sistema. El nacimiento de la CNTE en 1979 por conflictos
seccionales en Oaxaca y Chiapas se dejó suelto: Jonguitud se desentendió
del problema y Gordillo pactó la autonomía
en el control seccional a cambio de no romper la organización
del SNTE.
El problema se
agudizó con la modernización
educativa de Salinas en 1993, quien federalizó
la educación trasladando a los estados el
presupuesto en el sector y la relación con las secciones sindicales pero
mantuvo al SNTE como sindicato nacional. En este escenario, los gobernadores
quedaron atrapados en la pinza del SNTE de Gordillo y de las secciones
estatales disidentes, en una doble negociación
laboral. Ante las protestas en cada revisión contractual, el gobierno federal
miraba hacia otro lado obligando a los gobernadores a una agenda secundaria con
sus secciones. La razón oficial fue obvia: el SNTE era parte
de la estructura de poder del sistema político priista.
La crisis en Oaxaca
en 2006 desbordó al gobierno estatal, obligó
al gobierno federal panista a buscar una salida institucional y al final la
insurrección popular violenta sólo
en el Centro Histórico y en la zona de la Universidad
Benito Juárez condujo a la intervención
de la Policía Federal. La Sección
XXII, con astucia política, se alió
a la coalición antipriista formada por partidos
opositores al PRI y sobre todo a la élite priista que se salió
del tricolor para tomar el control de todas las organizaciones políticas
opositoras, para poner gobernador en 2010.
La victoria
electoral de la alianza antipriista en Oaxaca en 2010 se centró
en el papel de la Sección XXII ya no como organización
gremial sino como movimiento popular de masas, financiada con dinero público
por las revisiones contractuales. En Oaxaca no hubo una lucha de maestros por
la dignidad ni contra la represión sino la organización
de una nueva hegemonía política
popular antipriista -aunque liderada por expriistas, sobre todo el exgobernador
priista y ahora figura panista Diódoro Carrasco Altamirano-.
De ahí
que la crisis político-magisterial en Oaxaca nada tiene
que ver con la evaluación magisterial sino que Oaxaca vive,
subterránea pero vívidamente,
un conflicto de disputa por la hegemonía entre los grupos que derrotaron al
PRI en 2010. La disputa en Oaxaca -ajena a la crisis en Guerrero- se origina en
los compromisos asumidos por Gabino Cué Monteagudo con los grupos sociales
disidentes para ganar las elecciones. El problema radica en el hecho de que la
agenda social de la alianza de la XXII con organismos antisistémicos
pasa por la conformación de un gobierno popular de dominio
directo del poder por las organizaciones radicales comprometidas por una forma
de gobierno de ejercicio directo del poder por esas militancias.
Los maestros de
Oaxaca y Guerrero han asumido el tema de la evaluación
como el punto de ruptura de sus organizaciones gremiales como liderazgos
populares del poder popular. El gobierno federal busca reducir el papel de los
sindicatos justamente a la defensa de derechos obreros y ya no como en los
viejos tiempos del PRI en los que los sindicatos eran las estructuras de
movilización del poder político
contra los grupos empresariales.
Ahí
es donde se debe centralizar el tema del conflicto magisterial, los profesores
con las movilizaciones de masas en busca de víctimas
y banderas de lucha que obligan al endurecimiento policiaco y el gobierno
federal moviéndose hasta ahora en los gelatinosos límites
de la aplicación de la ley. Luego de la intervención
policiaca de la semana pasada en Guerrero, el balón
del conflicto se asentó en el nivel local de los gobernadores
perredista en Guerrero y perredista-panista en Oaxaca.
El debate sobre el
enfoque educativo no es nuevo; los maestros disidentes de la CNTE quieren una
educación en contra del modelo neoliberal, un
poco como recuperación de aquel diciembre de 1934 cuando el
presidente Lázaro Cárdenas
reformó el artículo
3 de la Constitución para decretar que "la educación
que imparta el Estado será socialista". La reforma de
diciembre de 1946 del presidente Miguel Alemán
cambió el concepto y estableció
que "la educación que imparta el Estado" no sería
socialista sino que "tenderá a desarrollar todas la facultades del
ser humano", además de ser democrática
como sistema de vida.
La educación,
al final de cuentas, es un aparato de reproducción
ideológica. Por ello el conflicto magisterial
tiene que ver con la redefinición del proyecto de nación.
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